Arbolado urbano: la «molestia» del árbol en la ciudad

En estos últimos años se ha debatido mucho -en diferentes lugares de la provincia- sobre situaciones que parecieran ser “o la vida del árbol” o “la armonía y bienestar” del vecino o peatón. Por ello, comparto algunas reflexiones para debatir sobre el arbolado urbano.

 

Llegamos a un momento donde el crecimiento de las ciudades es tal, que muchas veces nos “topamos” con situaciones complejas donde tenemos que tomar la decisión de erradicar árboles. Pero ¿a quién no le gusta los servicios que prestan los árboles?, ¿a quién no le gusta una buena sombra para estacionar el auto o bien para tomar un fresco tereré debajo de un árbol en estos días de verano?.

 

La realidad, es que las ciudades no van a dejar de crecer y los árboles plantados sin planificación y sin criterio muchas veces generan un problema o una incomodidad en la población, como ser: levantamiento de veredas, intercepción con el cableado, introducción de raíces en el interior de las propiedades, levantamiento de paredes, riegos de caídas con potenciales daños, como así también árboles que generan residuos indeseados la mayor parte del año con sus hojas, flores y frutos.

 

 

Todas estas cuestiones hacen que el sistema sea insostenible, ya que generan gran consumo energético, que podrían ser evitados.

 

Retomando situaciones conflictivas como se dieron en distintos lugares de la provincia, y empezando por la ciudad de Posadas, donde se llevó a cabo una eliminación total de los árboles ubicados en la misma vereda de las paradas de colectivos de la calle Junín, entre La Rioja y Córdoba, con el objetivo de una restauración total del lugar por parte de la Municipalidad, generando un gran impacto visual, provocando mucho descontento en la ciudadanía, que bien merecía la explicación previa de semejante obra y el porqué de la necesidad de extracción de los árboles.

 

 

Vale aclarar que cualquier observador forestal podría haber visto el mal estado de los mismos, con grandes probabilidades de daños, indicio que sin una mirada técnica no suele observarse. Quién suscribe, da fe que el diagnóstico de los mismos no eran buenos.

 

Otra situación similar se ha dado en la ciudad de Eldorado, con presencia del “gomero” histórico declarado de Interés Municipal, el cual genera grandes inconvenientes a la infraestructura edilicia de los vecinos, llegando a encontrarse raíces en el interior de una de las casas, sumado a la dificultad de circulación de los peatones sin contemplar la inclusión social que merecen las personas con discapacidad.

 

Así, día a día, árboles erradicados, mal podados y diferentes situaciones indeseadas se presentan en distintas localidades de la provincia, sobre las cuáles debemos profundizar cuál es el trato adecuado que merecen estos seres vivos que tantos beneficios nos brindan.

 

Es inminente que los pueblos y las ciudades comiencen a planificar sus Arbolados Urbanos para poder lograr en el mediano y largo plazo ciudades sostenibles, en convivencia armoniosa con la naturaleza, con los llamados hoy “Bosques Urbanos”, brindando salud, calidad ambiental y paisajística a las comunidades.

 

Una ciudad sostenible tiene que contemplar el aspecto social, ambiental y económico.

 

 

En este sentido un correcto arbolado, con buena planificación, criterio y gestión, incluyendo especies mayoritariamente nativas, puede evitar todos los problemas mencionados y brindar a los misioneros mejoras en la calidad del aire, incremento de la diversidad florística y faunística, regulación de los cauces fluviales; reducción del consumo energético y la amplitud térmica; disminución de enfermedades por contaminación, identidad con la comunidad, atracción del turismo, revaloración de los inmuebles y los barrios, como así también innumerables beneficios más.

 

Para poder cumplir con los objetivos deseados y salir de esta dicotomía presentada por las malas experiencias, y salir de la queja constante de los árboles mal podados y erradicados, es necesaria la participación y la consciencia de todos los sectores de la sociedad, principalmente de los más jóvenes, quienes tienen la capacidad de adaptación necesaria para los cambios que se avecinan.

 

También es indispensable poner en valor a los profesionales de la Ingeniería Forestal, que no solo conocen la naturaleza de los árboles (que se adaptan y expresan según el clima de cada lugar y la situación natural y actual del suelo) sino que también pueden aportar la proyección y juicio a la hora la implementación de los Arbolados Públicos Urbanos.

 

 

(*) Por Leandro Nicolás Ocampo

Ingeniero Forestal Matr. Prof.: 302

Vicepresidente del CoIForM

 

 

Leé más: El ciudadano y la gestión del arbolado urbano

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