Corrientes | Confirman perpetua para el autor del crimen de Ramoncito, el nene de 12 años asesinado durante un ritual satánico

La Corte rechazó la apelación del último condenado por el homicidio, después de salvajes torturas, de Ramón "Ramoncito" Ignacio González, un caso que causó conmoción en 2006 en la localidad de Mercedes, provincia de Corrientes.

La Corte Suprema dejó firme la condena a prisión perpetua contra un acusado de haber participado en el macabro homicidio de un niño de 12 años, violado, torturado y empalado en el marco de un presunto ritual satánico.

 

El máximo tribunal ratificó la condena contra Daniel Alberto Alegre por la causa conocida como “Ramoncito”, tal el nombre de la pequeña víctima asesinada en la localidad correntina de Mercedes el 6 de octubre de 2006.

 

Ese día, el niño Ramón Ignacio González salió de su casa hacia la escuela pero nunca llegó, ni regresó.

 

Su cuerpo fue hallado en unos pastizales, con  quemaduras de cigarrillos, golpes, el cuero cabelludo arrancado, degollado y con signos de haber sido violado.

 

La espeluznante escena dio lugar a una investigación que permitió determinar que el pequeño, quien vendía estampitas cerca de una vieja estación de trenes, había sido captado por una suerte de secta.

 

Aquel día fue trasladado a una casa alquilada, donde tuvo lugar el ritual, del que participaron al menos diez personas.

 

Todos fueron condenados por el delito de “homicidio triplemente calificado, por haberse cometido con ensañamiento, alevosía y con el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso real con el delito de abuso sexual con acceso carnal y gravemente ultrajante y privación ilegítima de la libertad”.

 

 

El fallo, ahora confirmado por la Corte, dio por probado “el padecimiento prolongado ocasionado al menor previo a su muerte, por la participación de varias personas que se aprovecharon del absoluto estado de indefensión del pequeño, que dado su estado físico de desnutrición y psicológico, no pudo oponer resistencia alguna”.

 

Según surgió del juicio, el menor fue asesinado en medio de un rito satánico con características de prácticas medievales y credos de origen africano.

 

Para el esclarecimiento del juicio fue clave el relato de una niña de 14 años, también captada por la secta, que había presenciado el ritual y contó con detalles propios de un filme de terror las circunstancias del crimen.

 

Todos los integrantes de la banda fueron condenados en un primer juicio, pero Alegre permaneció prófugo durante cuatro años, entre 2007 y 2011.

 

Ese año fue capturado en Unquillo, Córdoba, donde se desempeñaba como inspector de tránsito con una identidad falsa.

 

Condenado en 2015  también él a perpetua, su defensa oficial, a cargo de José Nicolás Báez, presentó un último recurso ante el máximo tribunal, pero en su último acuerdo los jueces Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Horacio Rosatti dejaron firme a sentencia.

 

El crimen

 

Ramón Ignacio González era un niño de 12 años que vivía junto con su mamá y su hermanito en una humilde barriada de Mercedes. Era como cualquier otro chico de su edad, iba a la escuela y se ganaba unas monedas vendiendo estampitas en la terminal de la ciudad para poder disfrutar de una de sus pasiones, navegar por Internet y jugar en los cybers.

 

Pero su vida comenzó a cambiar cuando fue captado por un grupo de personas que estaban conformando una secta criminal. Sin saberlo esos lazos lo acercarían a la muerte.

 

Es mucho lo que se comenta sobre cómo era la vinculación de miembros de esa secta con Ramoncito. Algunos relatos aseguran que lo llevaban al cementerio para hacerlo participar de profanaciones de tumbas, mientras que otros indicaban que lo instigaban a vender drogas y a cometer varios delitos. Hasta se estima que ejercían violencia contra él.

 

Al mediodía del viernes 6 de octubre de 2006 el niño salió de su casa para irse a la escuela, sin embargo, nunca llegó a destino. Como era habitual que vuelva tarde, su ausencia no extrañó a su madre, Norma González.

 

Pero cuando el sábado en la mañana seguían sin tener novedades de Ramoncito, sus familiares se acercaron a una comisaría para denunciar la desaparición. Según acusaron entonces y sostienen hasta hoy, la Policía en ningún momento buscó al niño.

 

Durante ese fin de semana su mamá investigaba como podía junto con algunos familiares, pero sin suerte. El domingo 8 iban a llegar las malas noticias.

 

Cuando los primeros rayos del sol iluminaron a la ciudad, un grupo de vecinos se sorprendieron por el incesante ladrido de perros por lo que se acercaron para ahuyentarlos. Pero no sólo verían animales callejeros sino que se toparon con una macabra escena: el cuerpo de un niño estaba tirado entre los matorrales a lado de las antiguas vías del ferrocarril y a pocos metros un cráneo completamente escalpado.

 

Por las características, el suceso no tardó en llegar a oídos de muchas personas que se acercaron hasta allí y encontraron que el cadáver estaba también rodeado de muchos útiles escolares. Norma González supo del tumulto y se acercó para también ser testigo.

 

El cuerpo estaba irreconocible, la mujer no pudo identificar certeramente que se trataba de Ramoncito sin embargo no dudó que era él. Lo habían matado de una forma que escandalizó a la provincia y llamó la atención de todos los medios del país.

 

LA MACABRA NOCHE

 

Ramoncito había sido captado tiempo antes por la secta criminal, era uno de tantos chicos con los que éstos tenían fluido contacto. Aprovechándose de las necesidades y situación de extrema vulnerabilidad de los menores, los sometían psicológicamente.

 

Según se supo luego la banda estaba integrada por al menos diez personas, todas tenían su rol y participaban de los diferentes hechos que perpetraban. Martina Ventura y Ana María Sánchez eran las líderes, las encargadas de tratar con los niños reclutados.

 

En la siesta del 6 de octubre llevaron a Ramoncito a una antigua y espaciosa casa ubicada en la esquina de las calles Sauce y Aromito de Mercedes que era alquilada por Omar Aranda, conocido curandero. Entre la noche del 7 y la madrugada del 8, asesinaron al niño luego de someterlo a vejámenes, incluso con él ya muerto.

 

Se constató que, en distintas instancias, participaron del crimen los ya mencionados Ventura, Ana María Sánchez y Aranda y Esteban Iván Escalante, Daniel Alegre, Jorge Carlos Alegre, Carlos Beguiristain, Claudio Nicolás González, Patricia López y Fermín Sánchez. Pero no se trató de un crimen normal, ya que fue un rito satánico en el que se ofreció una víctima a deidades de diferentes cultos como kimbanda, vudú y otras prácticas.

 

En aquellas horas Ramón Ignacio González fue golpeado en reiteradas oportunidades, incluso lo torturaron de diversas formas como quemarlo con cigarrillos y hacerle cortes con cuchillos. Al menos dos personas lo violaron antes de empalarlo.

 

Se comprobó que Ventura y Ana María Sánchez planificaron el homicidio y torturaron al niño, Aranda prestó su casa sabiendo lo que iba a ocurrir y participó del plan. Fermín Sánchez, pai kimbanda y Daniel Alegre fueron dos de las personas que violaron al niño, mientras que Patricia López, enfermera, le suministraba drogas a la víctima para que pudiera soportar el proceso.

 

 

Daniel Alegre lo terminaría ultimando y degollando, Carlos Beguiristáin escalpó prolijamente la cabeza. Jorge Alegre, Esteban Iván Escalante y Claudio Nicolás González colaboraron con las torturas y en trasladar el cadáver en un Fiat Regatta hasta la zona en la que apareció. La disposición de las partes del cuerpo y las pertenencias del niño también formaron parte del rito.

 

 

 

 

 

Fuente: Telefe Noticias

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