Posadas | Las anécdotas paranormales de un ex funebrero: «Viajé con una sombra como acompañante desde San Vicente»

Claudio Quintana dedicó 15 años de su vida a trabajar en dos funerarias de Posadas, y también fue chofer de ambulancia que trasladaba a personas fallecidas. En la oportunidad, cuenta algunas de las anécdotas paranormales que le toco vivir durante ese tiempo.

Anécdotas paranormales 

Las primeras veces dicen que son difíciles de olvidar, y para Quintana no fue diferente, comenzó con su relato diciendo que, “he vivido varias situaciones, la primera vez fue un servicio una noche que nosotros la denominamos, la noche del demonio, porque en el ambiente se siente la humedad, la pesadez, la intranquilidad se siente en le aire”.

 

Quintana asegura que las apariciones, presencias y situaciones extrañas se viven entre las 12 y la 2 de la madrugada más o menos. La noche de su primera experiencia él se encontraba junto a su compañera de trabajo en una de las funerarias de Posadas, estaba en “una guardia común y corriente que es de 12 horas. Entonces, voy a hacer la recorrida de seguridad, voy al playón en donde están los coches fúnebres, después de cerrar el portón, y ya en la escalera, entre los automóviles noto la presencia de una niña, no la veo, pero veo la sombra, la presencia. No te puedo decir si tenía brazos, si tenía piernas, yo sé que la sombra estaba ahí, eso fue lo primero que me impactó”.

 

 

Luego de esta situación, Quintana decide contar la situación vivida a su compañera, a lo que ella le contesta, ‘seguro que hoy tenemos servicio’, continúa con su relato y dice, “dicho y hecho pasaron, 15/20 minutos, sonó el teléfono, y tuvimos que ir a buscar el cuerpo de una niña que falleció en el domicilio, que al final no lo pudimos traer porque tuvo que ir a la morgue. Pero eso fue el impacto, cuando liberaron el cuerpo nosotros tuvimos que preparar a la niña, y ahí yo me di cuenta que la figura que vi antes, era idéntica a la que nosotros estábamos preparando, tendría alrededor de 12 años. Esa fue la primera vez, y me impactó mucho”.

 

Una sala que provoca pesadillas

 

Otra de las experiencias del ex funebrero, ocurrió en la misma funeraria de la experiencia anterior, allí, “teníamos una sala donde siempre se preparaban a quienes habían muerto con mucho dolor, le llamábamos la sala de la tortura. Porque cuando no teníamos servicios nos íbamos a descansar a esa sala, pero allí no se podía descansar. En esa sala se tenían muchas pesadillas, se sentía una presencia, te movían el sillón, te tocaban, las pesadillas eran muy fuertes, entonces eso era lo que más te impactaba”.

 

Cuerpos que esperan

 

Otra de las vivencias de Quintana a está vinculada al movimiento de los cuerpos o a su temperatura, cuenta que, “los cuerpos cuando se están preparando se mueven, pero ya son por espasmos musculares, según dicen”.

 

anécdotas paranormales

 

También hizo referencia a cuerpos de personas, que los familiares quieren esperar porque sienten que el cuerpo está caliente, “en varias ocasiones nos pedían que llamemos al médico por que no creían que estaba sin vida, varias veces tuvimos que volver a llamar al forense para que constaste, para que los familiares se queden tranquilos”.

 

En otras ocasiones, según el relato, los cuerpos mantenían la temperatura corporal de una persona viva, hasta que haya, “llegado el familiar que aparentemente el cuerpo estaba esperando, automáticamente, pasan unos segundos y el cuerpo quedaba duro y se enfriaba”.

 

Escuchar pasos durante la preparación del cuerpo

 

Otra de las situaciones sobrenaturales que le tocó vivir a Quintana, fue en la sala donde se preparan los cuerpos para el servicio fúnebre, “nosotros preparamos el cuerpo que casi siempre, se lo viste, se lo baña, se lo maquilla. Teníamos una rampa de madera en la entrada, y nosotros sentimos patente en dos ocasiones, con mi compañera de trabajo los pasos por la rampa de llegada”.

 

En esos momentos en la funeraria eran solamente dos personas trabajando, por lo que era sumamente extraño escuchar estos pasos, “miramos a la rampa y no había nadie. Salimos a mirar y no encontramos a nadie, entonces eso nos dejaba pensando”.

 

Quintana agregó que, en la jerga de los trabajadores de la funeraria, “decíamos que era la muerte la que le venía a buscar, nosotros le decíamos al cuerpo, mira ahí ya te vinieron a buscar”.

 

 

“Nosotros teníamos la costumbre de hablarle al cuerpo, el escucha. Muchas veces era muy difícil vestirlo, por la rigidez cadavérica y todo, entonces nosotros pronunciábamos su nombre, le hablábamos y el cuerpo se aflojaba para que nosotros lo vistamos, lo bañemos y podamos manipular el cuerpo. Es increíble, pero es así”.

 

Una experiencia similar le toco vivir cuando trabajaba manejando ambulancias, en esa oportunidad, Quintana tuvo que ir a buscar a un fallecido a Entre Ríos, cuyo viaje de regreso lo tenía que realizar junto a un hijo del difunto, allí, “desde el momento que salimos, la ambulancia no quería avanzar, no podíamos superar la velocidad de 30/40 kilómetros por hora. El hijo que iba conmigo, me dice: ‘¿qué pasa? está andando mal la ambulancia?’, no podíamos avanzar de esa velocidad. Entonces en el próximo pueblo, me estaciono y le digo ‘yo me voy a cargar agua para el mate, y vos hablale a tu viejo, porque en mi experiencia él no está queriendo llegar a tu destino. Haceme caso hablale’”.

 

Quintana asegura que se retiró del lugar, dejándolos solos, al regresar y continuaron el viaje sin problemas, “le pregunté al muchacho sí habló y me dijo: ‘si, le dije a papá, quédate tranquilo que vamos a casa. Allá te están esperando’, y después de la parada llegamos lo más bien a Posadas”.

 

Luego de trabajar durante 15 años en funerarias y ambulancias, Quintana decidió retirarse por que, “en un año perdía a casi toda mi familia por la edad, y por la salud. Tuve que dejar, también me afectó mucho, el dolor de la gente te afecta, hay momentos en que no nos podemos contener y nos aflora el llanto, las lágrimas”.

 

Los momentos más difíciles, para cualquier trabajador es cuando debe tratar con “personas que perdieron un hijo, y bueno todo eso afecta. Hablando entre nosotros (trabajadores de funerarias), siempre decimos que cargamos mucho dolor ajeno, porque al estar trabajando en la funeraria, tengo que estar tratando con alguien sin olvidarme que es doliente, porque es una línea muy fina donde yo puedo ofender, y puedo causar mucho dolor, es muy duro”.

 

 

Experiencias paranormales entre ambulancias

 

Claudio Quintana también dedicó parte de su vida a conducir ambulancias, y casualidad o no, varias veces le ha tocado trasladar personas sin vida. Y allí también tuvo experiencias sobrenaturales, sin explicación. “una vez estaba en una de las ambulancias, tomando un terere porque era una noche de verano de mucho calor, y recuerdo que las luces de la ambulancia se prendieron solas, tanto adentro como afuera, entonces, uno queda sorprendido”.

 

Pero la experiencia no quedó allí, porque días más tarde, la misma ambulancia, “se prende el motor, se pone en marcha, avanza y choca contra la pared. Le llevamos al mecánico, al electricista para ver qué problema tenía, y no encontraron nada”.

 

Noche de tormenta y compañía en la ruta

En otra oportunidad, Quintana tuvo que realizar un viaje para entregar un cuerpo en San Vicente, y mientras regresa a Posadas, recuerda que “era una noche de mucha tormenta, y siento la presencia de una sombra sentada en el asiento del acompañante, automáticamente me asusto y prendo las luces y la radio porque me agarró miedo. Y vine así hasta Posadas, pero yo no puedo olvidar esa presencia que estaba ahí, al lado mío”.

 

“Es duro tratar con las personas en esta situación de dolor, que están despidiendo a un familiar. Para nosotros, el dolor ajeno es muy duro de sobrellevar, es muy duro porque tenés que contenerlo y muchas veces no sabes cómo”, concluyó Quintana.

 

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