Falleció a los 91 años Eugenio Seewald, pionero de Puerto Rico

Este martes 10 de agosto falleció a los 91 años el pionero de Puerto Rico, Eugenio Seewald. En la comunidad lo despiden con profundo pesar y agradecimiento por una larga vida al servicio de los conciudadanos.

 

Semblanza publicada por Somos Puerto Rico:


 

Nació en Línea Paraná, colonia de Puerto Rico, el 12 de noviembre de 1930, hijo de los inmigrantes Alberto Seewald y Lucía Welter.

 

Siendo pequeño aún, la familia se mudó más cerca del poblado, hoy ciudad de Puerto Rico, donde su padre montó un taller mecánico.

 

Comienza la escolaridad primaria en la Escuela Nacional 114, continúa en el Colegio San Alberto Magno para seguir un tiempo de secundario en el Colegio Gentilini.

 

Con apenas 14 años, se incorpora a la vida laboral, ayudando a su padre en el taller.

 

Así como fue precoz en sus ganas de progresar, también pronto descubre el amor. Gertrudis Reichert y Eugenio, dos vecinos adolescentes, inician un romance que va a perdurar toda la vida. Se casan el 6 de octubre de 1951.

 

Enamorados sí, pero conscientes que les esperaba un tiempo de gran sacrificio si realmente querían seguir el sendero iniciado.

 

Así fue. Pobres, sin más que su tremenda fuerza de voluntad, con un pequeño terreno cedido por el suegro, una humilde casita de madera, la formidable pareja emprende un largo camino de logros continuos, ganados palmo a palmo con el “sudor de su frente”.

 

Firme, decidido, temperamental, el carácter de Eugenio fue el garante necesario para no perder de vista el objetivo. Pero como él mismo lo reconoció en cuanta entrevista le hiciera la prensa, “eso, por sí sólo, no hubiera alcanzado sin la ayuda constante de Gertrudis (su esposa) que llevaba los papeles, administraba muy bien y siempre tenía las palabras justas para cualquier situación”.

 

En una oportunidad dijo con orgullo a los periodistas de El Territorio: “creo que Gertrudis debe ser la mujer que más entiende de mecánica, en todo Misiones”

 

Serena, inteligente de espíritu práctico, Gertrudis fue un pilar fundamental en esa familia que ambos construyeron, aportando a la comunidad además del trabajo, cinco hijos: Tito, Carlos, Gladis, Néstor y Cristina, todos igualmente formados en la valoración del esfuerzo como base del progreso.

 

Su humilde comienzo consistió en un pequeño taller mecánico, oficio aprendido junto a su padre, con nada más que “una modesta cajita con un juego de llaves, pinza, destornilladores y un martillo”, como recuerda con orgullo Don Eugenio, suficiente para la mecánica básica y simple de los automotores de aquel tiempo.

 

La cosa se complica cuando irrumpen en el mercado nuevas tecnologías como los camiones con carburadores de cuatro bocas.

 

Entonces ¿qué hace nuestro mecánico?

 

Sencillamente se pone a investigar pasando noches enteras sobre una manta, agudiza los sentidos tratando de entender cómo funciona cada componente del mismo. Una vez superado ese desafío, genera una enorme confianza en los clientes que acuden desde todo el Litoral. Es el momento del salto cualitativo que lo transporta al liderazgo en el rubro de la mecánica automotriz.

 

El reconocimiento de sus cualidades en el oficio, lo instalan como evaluador de los aspirantes al carnet de conductor en el municipio. En el libro “Registro de Conductores” del período 1955 a 1963, de Libertador Gral S. Martín, nombre de nuestra ciudad en ese entonces, consta que realizó esa tarea desde diciembre de 1956 a agosto de 1961.

 

En el Anuario de Turismo, Comercio e Industrias de Misiones, del año 1961 figura el listado de establecimientos industriales empadronados en la provincia, donde figura que Eugenio Seewald (con apenas 30 años) desarrolla la industria “Trabajos efectuados en talleres mecánicos incluso producción de algunos artículos o repuestos, sin personal obrero”

 

Su fama crece en la región y no fue casual que en 1977 le ofrecieran la venta de autos. En ese momento se incorpora su hijo Tito al frente del taller, al tiempo se suma otro hijo, Carlos, conformando una empresa familiar cada vez más sólida.

 

El crecimiento en prestigio desemboca en la concesión del servicio técnico autorizado para atender las garantías de las firmas Fiat, Peugeot y Chevrolet, (en ese entonces, Sevel Argentina). Es así que fortaleció la empresa creada por su padre, hasta convertirla en líder del rubro.

 

Doña Gertrudis, en tanto, con la tranquilidad de haber cumplido con la crianza de sus hijos, emprende un sueño largamente anhelado: su propio negocio de venta de repuestos.

 

Como no pudo ser de otro modo, la cohesión familiar en pos del objetivo, el espíritu emprendedor, dieron sus frutos: la puesta en marcha de la Concesionaria Seewald Autos S.A. que a nivel local trabaja con las marcas Peugeot, Citroen.

 

La dinámica pareja no sólo entiende de empresas y negocios. A la par se desenvuelve activamente en el ámbito comunitario, social y deportivo.

 

Eugenio ingresa como socio del Club Victoria, en junio de 1946. Casualmente, el local definitivo del club, linda con su propiedad. Participa activamente en la institución muchas veces como auspiciante de eventos deportivos y premios, así como en los bailes sociales, afición compartida por ambos. También el Club de Pesca lo tiene como socio activo, donde presidelidera el esquí acuático, deporte muy popular en las décadas de 1960/70 y preside la institución.

 

Y llegó el momento del retiro….Dejar que el tiempo fluya, dar lugar al recambio generacional. Claro, la vida ajetreada, productiva e intensa como ellos la vivieron, no podía detenerse, así de súbito. Acostumbrados a planificar constantemente, llenaron sus vidas con viajes soñados, sin perder de vista el apoyo solidario con donaciones importantes a instituciones de bien público del medio. (Exigiendo siempre quedar en el anonimato).

 

En ese sentido, varias instituciones de nuestra localidad, le deben permanente y generosa entrega de ayudas económicas: Clubes, Iglesia, Hogar de Ancianos, Hogar de Niños, Club de Discapacitados, etc

 

Su espíritu curioso y creativo no descansa. Entre una y otras actividades se dedicó a sus “inventos”, que suman más de cincuenta. Don Eugenio pasó muchas horas en su taller buscando la forma de solucionar pequeños y grandes problemas de la vida cotidiana, para sí y sus familiares, sin otro propósito que emplear su inagotable ingenio en alguna actividad productiva. De esa forma salieron a la luz sus particulares parrillas portátiles, sistemas antirrobo para motos y bicicletas, cerrojos para puertas y portones de variados modelos y mecanismos, accesorios para fijar las carteras de las damas en mesas de fiestas o restaurantes, veladores giratorios para fiestas, etc.

 

El destino le depara un trago muy amargo cuando el 3 de julio de 2015, después de una breve y aparentemente no tan grave enfermedad, fallece su esposa Gertrudis. Se suceden meses de gran abatimiento y congoja.

 

La contención familiar juegó un papel clave. Sumado a la actitud siempre positiva que le fue propia, elabora ese duelo de manera sorprendente y lo convierte en energía para seguir apostando a la vida y brindarse íntegro a sus hijos, nietos y bisnietos.

 

Hasta casi el fin de sus días se arregló solo. No quiso incomodar a nadie. Cortaba el pasto de su jardín, se esmeró con sus inventos, los fabricó para cada uno de sus allegados, visitaba a los amigos que le quedan de antaño, hasta hace poco pasaba por su querido taller, charlaba y volcaba sus conocimientos a los operarios…en fin, llevó una vida increíblemente plena, coherente con lo que fue toda su vida: ¡un grande!

 

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas