Posadas: un trofeo de la pesca de un pez Pirá Pytá es la reliquia de una familia

Carlos Mendoza, exhibe orgulloso, una vieja copa de un torneo de pesca ganado en el año 1959 en la capital provincial. El hombre asegura que su padre, un hombre humilde, se quedó con el premio mayor en ese entonces porque logró capturar una esquiva pieza de Pirá Pytá, el salmón de río.

 

Los objetos que se atesoran en el seno familiar pueden remontar a las personas a distintos lugares o tiempos, un anillo de la abuela que lleva el recuerdo de una promesa de amor, un cuadro pintado por un primo muy querido que se fue antes de tiempo, o un trofeo que se exhibe en el centro de la casa con mucho cariño, y que obviamente tiene una historia que la familia no se cansa de repetir a quien pregunte, y en el relato recordar al ganador, su astucia y su vida misma.

 

Esta es la historia de Antonio Mendoza, quien nació el 18 de julio de 1939, era hijo de posadeños y desde muy joven le gustaba la pesca, disfrutaba del río. Hoy sus hijos recuerdan sus historias y su relación con el río, como tantos posadeños que, al mirar el Paraná, lo recuerda antes de los cambios actuales, sus costas de aguas cristalinas, y su balneario. Aquellos que tenían la oportunidad de adentrarse en canoas, piraguas o lanchas, lo conocían, sabían dónde había correderas, o bancos de arena. Los pescadores sabían la zona de pescas, y tipos de peces en cada punto. Antonio vivió esa época.

 

Según el recuerdo de su hijo Carlos Mendoza, Antonio era un ferviente amante de la pesca, “los viernes, él decía me voy al río y volvía los domingos. En el caso de él era así. Con sus amigos organizaban campamentos, en ese tiempo también podíamos disfrutar de las 3 islas que teníamos frente a Posadas, la del medio, la Cañete y la Tatayndy, que estaba un poco más abajo”.

 

Antes de la llegada de Yacyretá, todo era diferente, muchos se animaban a entrar al río en botes a remo, botes con motor y lanchas, “para nosotros como hijos, siempre fue una satisfacción que él nos cuente sus historias de pesca, y en especial esta”, relata Carlos, anticipándose a la historia que está por contar.

 

Siempre según el relato que hacia Antonio a quien quiera escucharlo, ya sean sus hijos, o sus amigos, dice que “era un fin de semana en el que el terminó de trabajar en el club social, esa misma noche preparo su carnada. Le encantaba encarnar con corazón picado o con pan, preparó todo, la noche anterior”.

 

“Se fue a su casa, en el barrio Patotí, en la calle Paraguay, casi Corrientes. Vivía con sus padres en ese tiempo. Tomó la poca herramienta de pesca que tenía, que eran unas liñadas y unos anzuelos y se fue para el club Pirá Pytá, él era socio eran muy pocos socios en ese entonces. Casi todos conocidos, del ámbito de la ciudad y del río”.

 

Antonio tenía su canoa amarrada en las orillas del club, “papá nos contaba que en ese tiempo se organizaban campeonatos de pesca a nivel turístico para que visiten la ciudad, y ya había embarcaciones a motor en el año 1959. Comenzó el torneo que duraba todo el día, se fue a su zona de pesca que era, en la continuación de la avenida San Martín. Al fondo había una usina de YPF o una aceitera, la cuestión es que aguas adentro, había una zona en la que él iba mucho a pecar. Sacaban Pacú y demás en la zona”.

 

Tras la orden del juez del torneo, todos los pescadores salieron con sus lanchas algunos fueron río arriba, otros río abajo o a la isla del medio, ya en el lugar elegido, “papá encarnó con su famoso corazón, y así pasaron el día”.

 

En el transcurso de la jornada, los pescadores se iban enterando como iba la pesca gracias a la lancha cantina, “ellos estaban expectantes porque no había picado nada, ya se había hecho tarde, y tenían que volver. Como tenían un buen tiempo de remo, comenzaron a juntar sus cosas, y papá siente que algo se mueve en su liñada, deja que corra, y le da un buen tirón, ve que salta algo brillante con la cola rojiza y pegan un grito los dos, y se dan cuenta que era el famoso Pirá Pytá, un pez que muy adorado en la zona, porque es el pez oficial del club”.

 

Según el relato de Carlos, los pescadores no estaban “al tanto que la captura de este pez, era la adjudicación al primer premio, instantáneamente. Por más que hayas sacado un dorado de 50 kilos, un surubí de 20, el Pirá Pytá era superior en todas las otras especies”.

 

La emoción de los jóvenes era tanta que, “las lanchas que estaban cerca se acercaron, uno le dice yo tengo un pacú de 15 kilos acá, te cambio por ese. Hasta llegaron a querer comprar la pieza en ese momento, y el compañero de pesca, que se llamaba Tito Alvarenga, le dijo que no. Que espere el dictamen del jurado. Y así fue que aguantaron con eso, llegaron hasta la costa con el pez a los saltos dentro de la canoa, porque el pez estaba recién sacado y bueno, fue el primer premio. Creo que no hubo otro Pirá Pytá en ese momento”.

 

Para la familia de Antonio, este premio “es un gran gusto, por ahí no tendrá un gran valor económico, pero para nosotros tiene un gran valor emocional, porque representa el amor hacia la pesca, hacia nuestra zona costera”.

 

 

Luego de la premiación, los pescadores participaron de una tradicional celebración. Al final de todo, “él se retiró hacia su casa, festejando con el pirá pytá y la copa en la mano. Este trofeo tenía una base de mármol, donde estaba inscripto el nombre del club. Dividieron el trofeo con el amigo. Papá se quedó con la copa y su amigo con la base”.

 

“Papá hace unos años partió, y nos dejó un legado muy lindo a nosotros. Estamos actualmente en la casa que era de él. Aquí, también tenemos otros trofeos que él nos trajo de la pesca. Hay varios árboles que ha traído de la isla Tatayndí. Un hermoso parral de uva, pomelo”, relató.

 

Para concluir detalló que, para la familia, “es un orgullo muy importante, y lo queríamos compartir, porque tiene un gran valor sentimental, tanto para mí como para mis hermanos. Porque cuenta una historia, la historia de un personaje que vivió en Posadas, y amaba la pesca”.

 

La pesca del esquivo Pirá Pytá

 

Cada año el club de pesca Pirá Pytá organiza el clásico torneo “20 horas de pesca”, y en su reglamento establece que quien logre sacar una pieza de Pirá Pytá obtiene la mayor cantidad de puntos.

 

En este sentido, desde el club recordaron que hace muchos años, ninguno de los pescadores que participa del torneo ha logrado pescar un Pirá Pytá.

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