Una viróloga que escapó de China reiteró que el coronavirus fue creado en un laboratorio

Una viróloga china que huyó en abril del 2020 a los Estados Unidos porque temía que la mataran reiteró que el coronavirus ​fue creado en un laboratorio de China. La doctora Li Meng-Yan, especialista en virología en la Escuela de Salud Pública de Hong Kong, dijo que «evaluó claramente» que el Covid-19 provenía de un laboratorio vinculado al Ejército Popular de Liberación.


La viróloga, que trabajaba en la Universidad de Salud Pública de Hong Kong, fue entrevistada por el periodista Tucker Carlson, de la cadena Fox News, y reiteró las acusaciones que publicó el año pasado.

 

El virus vino de un laboratorio en Wuhan, y fue hecho por los militares en base a virus modificados de murciélagos, y luego difundidos tras ser modificados”, afirmó en las últimas horas. Según relató, ella comenzó a estudiar el virus en diciembre de 2019 desde Hong Kong y estuvo en contacto con otros virólogos que estaban en China continental y tenían más información del tema.

 

En diciembre de 2019 fui incorporada en secreto por mi supervisor, el virólogo Leo Poon que trabaja con la OMS para esta investigación secreta sobre la neumonía de Wuhan. Pronto, mi trabajo involucraba a médicos chinos, investigadores y hasta CDC, también civiles que reunían información, combinada con mi conocimiento. Descubrí finalmente que este virus es de un laboratorio”, resumió.

 

En septiembre de 2020, la viróloga publicó en Zenodo un documento de 26 páginas titulado ‘Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren una sofisticada modificación en laboratorio en lugar de una evolución natural’. El texto está firmado por otros tres científicos y avalado por la Rule of Law Society, una organización fundada por el magnate chino Guo Wengui, exiliado desde hace cinco años en Estados Unidos tras ser acusado en China de varios delitos, entre ellos de corrupción y de abuso sexual.

 

Para sustentar su teoría de que el virus fue fabricado de manera artificial, los científicos se apoyan en “tres líneas de evidencias”.

 

En primer lugar, afirman que «la secuencia genómica del SARS-CoV-2 es sospechosamente similar a la de un coronavirus de murciélago descubierto por laboratorios militares de la Tercera Universidad Médica Militar de Chongqing en China y el Instituto de Investigación de Medicina del Comando de Nanjing, también en China».

 

La segunda evidencia establece que “el motivo de unión al receptor (RBM) dentro de la proteína Spike del SARS-CoV-2, que determina la especificidad del huésped del virus, se parece al del SARS-CoV de la epidemia de 2003 de una manera sospechosa. La evidencia genómica sugiere que la RBM fue manipulada genéticamente”.

 

Por último, los científicos explican que el “SARS-CoV-2 contiene un sitio de escisión de furina único en su proteína Spike, que se sabe que mejora enormemente la infectividad viral y el tropismo celular”. Este sitio de escisión, que «se halla completamente ausente en esta clase particular de coronavirus que se encuentran en la naturaleza», por lo que puede que «no sea el producto de la evolución natural y podría haberse insertado en el genoma del SARS-CoV-2 artificialmente».

 

Coronavirus de murciélago

 

La principal conclusión que Yan y su equipo sacan de su investigación es que el nuevo coronavirus que provocó la pandemia es «un producto de laboratorio creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y/o ZXC21 como plantilla». “La proteína S habría sido manipulada artificialmente, después de lo cual el virus adquirió la capacidad de unirse a ACE2 e infectar a los seres humanos», precisan para después añadir que «estas transformaciones han llevado a que el virus del SARS-CoV-2 se convierta eventualmente en un patógeno altamente transmisible, de aparición oculta, letal, sin secuelas claras y masivamente disruptivo». En esta línea, los autores prometen publicar una segunda parte dedicada a «desvelar la naturaleza espuria del coronavirus de murciélagos (Bat-CoV-RaTG13)».

 

El documento se aventura incluso a indicar la «ruta sintética» por la que habría pasado el virus en su presunto proceso de fabricación. «Demostramos que la creación de este tipo de coronavirus en laboratorio pudo ser completada en aproximadamente seis meses», señala.

 

En el preámbulo del documento publicado en 2020, los autores critican otras investigaciones publicadas en prestigiosas revistas científicas, como Nature porque “la teoría del origen natural, aunque ampliamente aceptada, carece de apoyo sustancial” y por las “señales de conflicto de intereses” que muestran, lo que les resta credibilidad.

 

 

 

Por otra parte, Yan apunta que la falta de información está relacionada con la censura que sufren las publicaciones científicas y la revisión por pares: «La teoría alternativa de que el virus puede provenir de un laboratorio de investigación está estrictamente censurada en revistas científicas revisadas por pares. No obstante, el SARS-CoV-2 muestra características biológicas que son incompatibles con un virus zoonótico natural. Las evidencias genómica, estructural, médica y la propia literatura contradicen fuertemente la teoría del origen natural», alega la publicación. De ahí que esta investigación resalte “la necesidad de una investigación independiente sobre los laboratorios de investigación relevantes”.

 

Según su testimonio, la doctora Li temía que si ella hablaba en China iba a ser secuestrada, así que decidió huir en abril desde Hong Kong a Estados Unidos. Yan, ahora escondida en algún lugar de EE.UU, afirma que el gobierno en el país donde nació está tratando de destruir su reputación y acusa al gobierno chino de armar ataque contra ella en las redes sociales con la esperanza de mantenerla callada.

 

Yan cree que su vida está en peligro. Teme no poder volver a su casa y vive con la dura verdad de que probablemente nunca volverá a ver a sus amigos o familiares allí en China. Aún así, dice ella, el riesgo vale la pena. «La razón por la que vine a los Estados Unidos es porque entrego el mensaje de la verdad del Covid-19», dijo.


Clarín

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