La terrible declaración de una chica que fue abusada durante 10 años por su padre

 

“Me besaba en la boca y me decía que en Italia se hacía así”, dijo la víctima en su declaración. La Justicia condenó al acusado a 25 años de prisión. El doloroso relato de la víctima.

“Pensé que había nacido con esta maldición y que me iba a morir así”.  Así describió una joven frente a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 10 lo que había sido su vida durante una década. Es que los abusos sexuales a los que la sometía su padre empezaron cuando ella tenía 10 años y se habían devorado su infancia sin que prácticamente se hubiera enterado que existía. El doloroso relato de la víctima fue por demás contundente, pero también lo respaldaron los informes psiquiátricos y la declaración de los testigos que pasaron por el debate. Frente a la evidencia, la Justicia condenó en las últimas horas al acusado a pasar los próximos 25 años en prisión.

Se trata de Hugo Javier Gentili, de 46 años, quien fue encontrado culpable por el tribunal del delito de abuso sexual simple agravado en contra de su propia hija. Durante el juicio se probó que había violado a la menor entre 2007 y 2017, tanto en la casa donde vivían como en distintos albergues transitorios de la Ciudad de Buenos Aires.

“Es una de las conductas más aberrantes que he visto a lo largo de la trayectoria judicial y no hay atenuantes posibles para su conducta más allá de su falta de antecedentes”, afirmó el fiscal Oscar Ciruzzi al cerrar la etapa de los alegatos. En consecuencia, el funcionario pidió para el padre de la víctima la pena de 30 años de prisión.

El relato de la víctima

Los abusos empezaron cuando la hija de Gentili tenía apenas 10 años y su mamá atravesaba una enfermedad. “Me besaba en la boca y me decía que en Italia se hacía así”, dijo la víctima en su declaración. Pese a su corta edad trató de enfrentar a su padre varias veces, pero entonces él “le decía que iba a enfermar más a su madre y la amenazaba con que si lo denunciaba e iba preso cuando saliera de la cárcel iba a matar a toda la familia”, indicó a través de su portal el Ministerio Público Fiscal al exponer el caso.

Con el paso del tiempo, los manoseos fueron cada vez más frecuentes y más graves, hasta que llegó a atacarla sexualmente a diario. “A veces no le decía nada porque pensé que mi vida iba a ser siempre así, que nací con esta maldición y que me iba a morir así”, explicó la joven, que se refirió además a su padre como un manipulador que, incluso cuando sus gritos alertaban a los empleados de los hoteles alojamiento donde la llevaba para violarla, él conseguía evitar que lo denunciaran.

El 24 de julio de 2017 fue la bisagra. Ese día, la víctima pudo contarle a su madre lo que le sucedía y las dos fueron a radicar la denuncia. También entonces, Gentili se escapó antes de que lograran detenerlo y meses después, aún prófugo, llamó a su hija y la amenazó: “Bancatela ahora, todos los días, noche y día, voy a ver dónde carajo están, uno a uno van a pagar”.

Según informó el Ministerio Público, “El fiscal Ciruzzi hizo hincapié en que, durante ese llamado, el hombre habló de los hechos y admitió que ocurrieron. En ese diálogo telefónico, el imputado le dijo que ‘se haga cargo de su responsabilidad’, ya que supuestamente era la chica quién lo ‘buscaba’ y que él ‘no le ponía un arma en la cabeza’ al momento de los abusos. Durante la conversación, la denunciante le recordó las veces que lloró y que se resistió de múltiples maneras. ‘No te hagas la santita’, le gritó el acusado”.

La acusación de ella, sin embargo, fue respaldada por el testimonio de su hermano menor en Cámara Gesell, debido a que había sido testigo de los abusos en varias oportunidades, y también por las compañeras de colegio de la víctima que aseguraron haber visto al acusado manosear a su hija cuando iba a buscarla al establecimiento. “No hay dudas sobre lo sucedido y lo que ha relatado la joven también se ha sustentado por los informes psiquiátricos”, resaltó el fiscal.

Gentili fue detenido finalmente el 29 de junio de 2018 en Asunción, Paraguay, donde había encontrado refugio. Dos meses después fue extraditado a la Argentina para enfrentar este proceso que derivó en la condena a 25 años de prisión.

 

(TN)

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