Jardines Maternales de Misiones celebran su día resaltando la importancia del acompañamiento en los niños, más aún en tiempo de pandemia

En el marco del Día de los Jardines Maternales que se conmemora el próximo 28 de mayo, Judith Salom, presidente de la Asociación de Directoras de Maternales Privados (Adimp) y directora de Campanita, analizó los cambios registrados en sus funciones y la necesidad de un acompañamiento intencional en los niños, pues en muchos casos se vio retrocesos comunicacionales durante la pandemia.

 

En el Día de los Jardines de Infantes, Judith Salom, presidente de la Asociación de Directoras de Maternales Privados (Adimp) y directora de Campanita analizó los desafíos que enfrenta el sector y destacó la labor de acompañamiento que realizan. Señaló la importancia de interactuar con los niños desde el respeto y la atención.

 

Resaltó que la maestra jardinera del maternal tiene como principal labor el acompañamiento en el desarrollo de los primeros años del niño.

 

“Acompañamos, asistimos, cuidamos a los niños y nos avocamos a trabajar  el apego”.

 

Precisó que su función tiene dos metas a alcanzar, la primera es la biológica que consiste en lograr la supervivencia del niño porque no es autosuficiente y la psicológica por medio de la cual se desarrollará el equilibrio de sus emociones y lo afectivo, eso le dará herramientas a futuro para regular sus emociones..

 

“Con estas herramientas (el niño) aprenderá a regular sus emociones cuando sea adulto”.

 

“Acompañamos al niño en su proceso de andar, hablar y pensar (…) el niño pequeño durante su primer año de vida pasa de una posición acostado a conquistar la gravedad y en simultáneo va desarrollando el lenguaje, porque va relacionando la acción con la palabra y a los dos años empieza a pronunciar palabras y darle sentido”, sostuvo.

Preparación de las maestras jardineras

 

Según la presidenta de la Asociación de Directoras de Maternales Privados (Adimp), más allá de la importancia de los cursos y especializaciones, el maestro jardinero debe tener una adecuada salud emocional.

 

“Lo más importante es manejar en el equilibrio emocional. Trabajar con los niños pequeños todo el tiempo te pone al borde del desequilibrio, hay que estar muy preparado para poder asistir de manera respetuosa. El equilibrio emocional y la comprensión y empatía con el niño es fundamental más allá de cualquier aprendizaje y ese es un cambio interno que debe realizar el cuidador”.

 

 

La especialista sostuvo que más allá de los cambios que han surgido en los niños, la necesidad sigue siendo la misma.
“El niño siempre es niño y va a necesitar lo mismo”.

 

Explicó que el niño en los primeros años de vida aprende a ser persona y por eso necesita la voz humana, el contacto físico, el cuidado y acompañamiento.

 

Día de los Jardines Maternales

 

“En este jardín no hay siquiera equipo de música, es la voz de la cuidadora que canta como lo hacían las abuelas (…) no hay nada que sustituya una canción bien cantada, un cuento o una buena obra de títeres”, dijo.

 

Resaltó que su labor como jardines maternales está enfocado en el acompañamiento respetuoso.

 

“En el maternal debemos avocarnos en desarrollar en el niño destrezas y habilidades en todas las áreas de aprendizaje y dejarlo en óptimas condiciones para lo que va a venir. No digo que no lo tengan en casa, pero acá deben compartir con sus pares, aprender normas de urbanidad, esperar, compartir el espacio, los juguetes. Creo que en el maternal debemos enfocarnos a eso y los aprendizajes cognitivos en la escuela”.

 

Destacó además que como maestras de maternal deben acompañar a los padres en esta etapa.

“El maternal viene en algún punto a cubrir esas horas vacantes que dejan los papás. Hay niños que pasan hasta 9 horas en el jardín. Nosotros debemos acompañar a los padres en esta etapa maternante. En este tiempo que ellos no pueden estar con sus hijos debemos cubrir esa faceta”, comentó.

 

Desafíos en pandemia para los jardines maternales

 

Señalo se vieron retrocesos conductuales por meses de no concurrir a las instituciones y por ende no interactuar con sus pares. El desafío fue primero fue vencer el miedo y la incertidumbre.

 

“Sabíamos que debíamos empezar pero no sabíamos cuál iba a ser el impacto. Hoy sabemos que en niños no hubieron casos y en los cuidadores tampoco”, informó.

 

«Con respecto al barbijo el niño necesita ver el rostro y sus expresiones lo pudimos remplazar con el tono de voz y la expresión de los ojos».

 

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