Ricardo Argañaraz lanzó la novela «Federico Batista, matador de tigre»

Es el segundo libro del autor, Ricardo Argañaraz, quien fuera ministro de Gobierno de la Provincia, luego de «Crónicas en Primera Persona». En «Federico Batista, matador de tigre», expone en un texto de ficción la cruda relación del hombre con la naturaleza, nutrido con la historia, la mitología, y las creencias de los pobladores del alto Uruguay misionero, a principios del siglo 20.


¿En qué época está ambientada la novela?
El argumento de la novela se desarrolla lógicamente en el Alto Uruguay, al comienzo del siglo 20, en las décadas de 1920 y 30; era una zona inhóspita. Justamente en ese espacio binacional, transcurre la historia que imaginé en la novela.

 

 

¿Porqué eligió la temática?
Bueno, la historia de la novela, es una ficción. Pero me atraía la historia regional, me atraía la existencia de Monteagudo, el pueblo que desde finales de la década de 1940 y 1950 languideció y murió silenciosamente, para renacer veinticinco quilómetros río Uruguay abajo como El Soberbio. Ahí me crié, pasé mis primeros años, escuchando historias fantásticas, sobre animales raros y víboras inmensas de parte de mis compañeritos de la Escuela Nacional, que algunos venían del monte, no pocos llegaban descalzos, otros traían las alpargatitas envueltas y se lavaban los pies en el último arroyito para calzarse. También en la escuela me enteré que un tal Domingo Batista mató a machete un tigre cerca de la entrada del pueblo. En la novela me quedé con el apellido.
Evidentemente el argumento no se basa exclusivamente en la muerte a machete del tigre. Tiene una trama que intenté sea interesante, es bastante descriptiva y encierra un drama que, termina siendo -creo- bien resuelto; todo en trescientas páginas.

¿Qué lo decidió a elegir el título de su novela?
En realidad, no fue tarea simple, tenía en mente dos o tres títulos, finalmente lo elegí con mucha prevención, porque me parecía y creo que no estaba equivocado, que este título, iba a desviar la presentación del argumento solamente al hecho de la muerte del tigre, cosa que ocurre; luego también podía ser criticado por las organizaciones que preservan al yaguareté, con las que coincido. Por eso me ocupo de aclarar que no es lo mismo matar un tigre, que cazar un tigre.
En los viejos pueblos misioneros siempre existe el mito de un matador de tigre, el que se encontró con el animal y tuvo que hacerlo, era la vida del hombre o del bicho, se lo recuerda con respeto, en cambio el cazador es otra cosa, no existe mito de cazadores de tigre.
De todos modos, Federico Batista, Matador de tigre es una novela, es una ficción, que en parte describe la relación del hombre con la naturaleza, en esa época y en ese lugar del mundo.

¿Cuánto tiempo le llevó escribir el libro?
Un poco más de un año de escritura. Los últimos capítulos los terminé de elaborar en España, donde estuve cerca de un mes, justamente unos meses antes de la pandemia, sobre todo en Madrid. Por la mañana hacía turismo con mi señora y una señora amiga, y por las tardes me encerraba en el hotel a escribir, me resultó muy productivo. Luego trabajé casi otro año en correcciones, donde me asesoró la Licenciada Carla Curti.
Federico Batista, matador de tigre es mi primera novela, mi primer libro de ficción, y por ello la corrección me resultó fundamental.

¿Como conoció este tipo de personajes, como el matador de tigre?
Los conocí por la memoria de los mayores, que escuché desde niño, y por los dichos de personas de los viejos pueblos misioneros, que aún recuerdan con admiración, como un mito, a un matador de tigre en su pueblo, en tiempos pasados.
Cuando era niño, en El Soberbio mamá me mandaba al almacén de don Otto, a buscar alguna mercadería, con los niños que hacíamos esos mandados, en algunas oportunidades, veíamos a Domingo Batista, según mi recuerdo, morrudo, morocho un poco pelirrojo; era como ver a Batman o He Man, un super héroe; era quien había matado un tigre a machete. Mantengo contacto con una sobrina y un hijo de don Domingo.

Le cuento solo una anécdota: el 31 de diciembre último, fui con mi esposa Nora a pasar esa fecha a la Posada Puerto Bemberg, y conversando con los mozos en el comedor, les conté que había terminado de escribir este libro, que se estaba editando, inmediatamente me mostraron un libro institucional del establecimiento Puerto Bemberg donde figuraba un famoso matador de tigre en esa propiedad en décadas pasadas, era un mito, el matador era de apellido Rivas; al volver a Posadas, inmediatamente fui a la imprenta y logre modificar una “partecita” del texto y lo incluí.

 

El libro no solo tiene un personaje matador de tigre, son más de setenta personajes, entre ellos una veintena bastante intensos.

 

¿Considera que hay más historias en el Alto Uruguay que merecen ser contadas?
Sin duda alguna. Ocurre que nuestra literatura regional o mejor nuestros escritores y poetas generaron mucha literatura del Alto Paraná, y no tanto del Alto Uruguay, que es diferente, es otra idiosincrasia, la frontera con el Brasil no es la frontera con el Paraguay, el río Paraná fue la vía de transporte de mercaderías, de la yerba, las jangadas y de pasajeros, en cambio el río Uruguay es un río no navegable, las lanchas siempre fueron, y son, de muy poco calado, las jangadas comenzaron a surcarlos en las crecientes extraordinarias, recién de avanzada la segunda década del siglo veinte, la mano de obra no era conchabada en ciudades como Posadas, sino que mayoritariamente eran peones criados en la zona. Por ello, hay mucho todavía por contar e imaginar.

 

En este sentido es necesario recordar que existen algunos escritores o poetas, como Ramón Ayala que recorrió y describió al hombre del Alto Uruguay misionero, guardo su libro “Desde la selva y el río” con orgullo, me lo obsequió con una conceptuosa dedicatoria. También entre otros, la describieron, Julio Cesar Vázquez en “Los oficios del vivir”; Dary Nelson Lucas en “Toda una vida navegando un río no navegable”; Julio Boher en “Avanzada civilizadora del alto Uruguay”; también don Marcos Kaner, quien en su libro “Por las rutas del Moconá” en 1962, describió un testimonial viaje desde Oberá hasta los saltos del Moconá, guardo en mi biblioteca un ejemplar de la primera, y creo la única edición.

Ricardo Argañaraz

El autor

De profesión abogado, se desempeñó por dos periodos como Presidente del Tribunal de Penas de la Liga Obereña de Futbol (AFA). Ejerció como Profesor de Derecho Administrativo y de Derecho Comercial en el 5º año de la Escuela de Comercio «Santiago de Liniers», en Oberá. Miembro de la Primera Comisión Directiva del Círculo de Abogados de Oberá.
Fue dirigente deportivo en Oberá, llegando a ser Presidente del Club Atlético Olimpia por dos periodos en 1982 y 1983.
Miembro del Comité Municipal Oberá de la UCR. Miembro de la H. Convención Provincial de la UCR, en dos periodos.
Ocupó en 1983 el Ministerio de Gobierno. Luego Diputado Nacional UCR y Diputado Provincial (UCR).
Se desempeñó como Secretario de la Fundación Plácido Nosiglia.
En 1999-2001, fue Director Titular en el Directorio de Electricidad de Misiones Sociedad Anónima (EMSA), en representación de las Acciones de la Secretaría de Energía de la Nación, durante la Presidencia del Dr. Fernando de la Rúa.
Fue Delegado por Misiones del Comité Nacional de la UCR.

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