Carta del obispo de Posadas, Juan Rubén Martínez: “La opción preferencial por los pobres”

El texto del Evangelio de este domingo (Jn 15,9-17), continúa la reflexión sobre “la vid y los sarmientos”, acentuando que la comunión indispensable con Cristo se da por el amor:Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor… Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 9,12-13).

El cristianismo sólo es captado cuando se entiende que en el centro de su mensaje está el tema de la caridad y la evangelización dirigida a todos, pero privilegiando a los pobres.

 

En primera instancia el cristianismo se diferencia de todas las otras propuestas religiosas, porque en sí no es una mera búsqueda de perfección espiritual individual.

 

El Papa Francisco es contundente en la exhortación apostólica Evangelii gaudium: “Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones”.

 

Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que “no tienen con qué recompensarte” (Lc 14,14).

 

No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, “los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”, y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer.

 

Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. “Nunca los dejemos solos”. (EG 48). Es en la caridad en donde encontramos el fundamento del amor a los hermanos y sobre todo la opción preferencial por los pobres y excluidos.

 

El documento de Aparecida refleja la preocupación que la Iglesia tiene por todas las formas de marginación y exclusión que se dan en nuestro continente. La caridad cristiana, la búsqueda de globalizar la solidaridad y la opción preferencial por los pobres son componentes esenciales del discipulado y la misión de los cristianos.

 

Sin esto el cristianismo perdería su misma identidad. Al respecto señala: “Nuestra fe proclama que Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Por eso la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza. Esta opción nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano (Heb. 2,11-12).

 

Ella, sin embargo, no es ni exclusiva, ni excluyente. Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro sufriente de Cristo que nos llama a servirlos en ellos: Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo.

 

Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo hicieron con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt. 25,40).

 

Juan Pablo II destacó que este texto bíblico ilumina el misterio de Cristo. Porque en Cristo el grande se hizo pequeño, el fuerte se hizo frágil, el rico se hizo pobre”. (Aparecida 392-393) En esta reflexión quiero agradecer la comprensión de nuestra gente que expresa esta opción por los más pobres, con la generosidad demostrada en la colecta del 1% cuaresmal.

 

Lo importante es que cada colecta expresa el gesto de búsqueda de conversión ejercitándose en la comunión de bienes. Con esta colecta muchos hermanos necesitados podrán mejorar sus techos, viviendas precarias, agrandar algún ambiente y arreglar letrinas y baños.

 

Hoy la Iglesia reitera aquello que ya realizaba en sus inicios, en el siglo II, cuando San Justino (año 155), en el contexto de la celebración dominical, describe en sus escritos la actividad caritativa de la Iglesia, unida a la misma Eucaristía; los que poseen, según sus posibilidades y cada uno cuanto quiera, entregan sus ofrendas al Obispo; éste, con lo recibido, sustenta a los huérfanos, a las viudas y a los que se encuentra en necesidad por enfermedad u otros motivos, así como también a los presos y forasteros.

 

¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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