Reflexión del Pastor David Decena: “El enojo de Jesús”

Vivir como Jesús vivió nos llevará a mirar su persona como un modelo. Dentro de ese modelo, veremos cómo gestionó sus emociones más fuertes, es algo que está a nuestra disposición aprender, y también saber qué siente el corazón de Dios, porque el Maestro nos reveló al Padre.

“Los que dicen que viven en Dios deben vivir como Jesús vivió” 1° Juan 2:6‬.

Una emoción como el enojo puede resultar destructiva para relaciones interpersonales, o puede ser la expresión de que amamos lo que Dios ama y nos molesta lo que a Él le molesta.

La mayoría de nosotros solemos enojarnos por lo que no debemos enojarnos, pero no nos enojamos por lo que sí debería provocar en nosotros esta fuerte emoción. La Biblia no dice que está mal enojarse, dice que es negativo permanecer enojado: “Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo” Efesios‬ 4: 26-27.

La clave de no darle lugar al enemigo a través del enojo es que esta emoción no fluya por los motivos incorrectos, y que tampoco nos domine.

Jesús nunca se enojó por lo que nosotros solemos enojarnos. Por ejemplo, no le molestaba el rechazo de la gente. Tampoco lo hacía enojar el maltrato. Hasta enseñó la importancia de no responder al mal con el mal. Por eso, dijo que pongamos la otra mejilla: “Han oído la ley que dice que el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla” Mateo‬ 5:38-39.

Nuestros enojos más usuales están relacionados a lo que los demás nos hacen a nosotros. Pero para Jesús este no era un motivo de conflicto. Por el contrario, al enseñar a amar hasta a los enemigos y orar por ellos, nos estaba capacitando para tener un corazón inofendible.

Más allá de qué no lo hacía enojar a Jesús, veremos tres situaciones que hicieron enojar a Jesús y que evidencian qué molesta el corazón de Dios.

1- Enojo por la actitud hacia uno mismo

Uno encuentra en los evangelios escenas como ésta, que muestran cómo Jesús se molestó por la actitud de sus discípulos. Su mala actitud tan solo había sido no poder sanar a un muchacho. La falta de fe de sus discípulos, lo llevó a Jesús a expresar su malestar por la actitud de ellos: “¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?”. Jesús expresó su cansancio sobre los discípulos porque no se aplicaban a crecer en la fe. Podemos decir que la actitud que ellos tenían sobre sí mismos no iba al ritmo que el Maestro sabía que podían ir.

Cuando tenemos la oportunidad de ser formados como discípulos de Jesús, tenemos que aprovechar lo que estamos recibiendo. El desenfoque es un ladrón de nuestras oportunidades de crecimiento. Cada vez que nos juntamos en un grupo pequeño o en un servicio a Dios, nuestro espíritu debe estar abierto a la revelación y nuestra mente enfocada a crecer. No se nos puede pasar la vida y jamás ver un fruto de avance. Si estamos enfocados en lo que estamos recibiendo, seremos la tierra correcta para la semilla de la palabra de Dios.

El enojo de Jesús para con sus discípulos nos enseña también como líderes a cómo desafiar a nuestros discípulos a avanzar. Jesús respaldó su enojo y corrección con su ejemplo. Esto validó su actitud. Les mostró que era posible sanar a ese muchacho, y eso de paso le sirvió para hablarle de la importancia del ayuno y la oración como estilo de vida. Muchos líderes, en cambio, se enojan porque sus discípulos no hacen lo que ni ellos hacen. ¡Necesitamos guiar con el ejemplo!

¿Qué le hubiéramos dicho a Jesús si lo escuchamos decir que no nos soportaba a causa de nuestra falta de enfoque? Muchos de nosotros nos hubiéramos ofendido. La clave de la vida cristiana está en renunciar a la ofensa, para aceptar la corrección.

En varias ocasiones tenemos a Jesús “reprendiendo” no solo demonios, sino a sus discípulos. Esta es una forma de corrección con vehemencia. Lo que significa que, por más que era amor y paz, en más de una oportunidad les mostró su enojo por su falta de enfoque en el cambio y el crecimiento. Esta actitud tampoco debe ser vista en nosotros. Por eso, apliquémonos a ir por más. Aprendamos el camino de la fe, y no dejemos de fructificar.

2- Enojo por la actitud hacia la gente

Otro grupo con el que Jesús se enojó en reiteradas ocasiones fue el de los fariseos. Estos reconocidos religiosos de su tiempo fueron destacados por Jesús como todo aquello que no debemos ser quienes lo seguimos a Él. Eran el anti-modelo.

En esta escena del pasaje de Lucas 11 la discusión inicia por la sorpresa del fariseo que vio al Señor comer sin lavarse las manos. Lavarse las manos era una norma de la tradición de los ancianos. La situación lo llevó a Jesús a dar un fogoso discurso en el que se resalta la necedad y el nefasto final que les espera a los religiosos. Es difícil no leer sus palabras sin sentir su enojo.

Si algo enojó a Jesús fue la gente hipócrita, que, para colmo, conducía a otros a caer en sus mismos errores.

El problema de los fariseos fue vivir apariencias, y exigir religiosamente a los demás que vivieran algo que ni ellos mismos podían practicar. Dios no tolera la religiosidad. Ella nos llevará a tener una actitud de control sobre los demás, en donde les exigiremos cosas que ni siquiera nosotros podemos practicar.

Los líderes religiosos no eran ejemplo de vivir haciendo la voluntad de Dios, pero exigían como si lo fuesen, y de esta manera condenaban a muchos a estar limitados espiritualmente.

Todos necesitamos despejarnos de la “levadura de los fariseos” de la que Jesús habló (Mateo 16:11 y 12). La gente tiene que encontrar en nosotros un motivo para acercarse más a Dios, no para alejarse de Él. Es tan triste encontrar liderazgos que dañan a los demás por sus actitudes. Necesitamos examinar nuestro corazón de todo lo que nos impida servir a todos con el mismo corazón con el que sirvió Jesús.

Una vez que sus discípulos discutían sobre quién de ellos era el más importante, Jesús les enseñó.

“Jesús se sentó y llamó a los doce discípulos y dijo: Quien quiera ser el primero debe tomar el último lugar y ser el sirviente de todos los demás” Marcos‬ 9:35.

Esta es la actitud que está llamada a tener el seguidor de Jesús: ser siervo de todos, así como el Señor nos enseñó con su ejemplo (Mateo 20:28).

3- Enojo por la actitud hacia el Padre

Quizás la escena que refleje más enojo en Jesús, en todo su ministerio, fue la que se desarrolló en el templo, no mucho antes de ser entregado. El Señor, ya en los últimos días antes de ser crucificado, mostró hasta físicamente su enojo, echando a las personas que compraban y vendían en el lugar más importante de adoración para los judíos.

Hasta sus mismos discípulos parecen haberse asombrado tanto por su actitud de “celo” por la casa de Dios, que recordaron el Salmo 69:9 qué hace referencia al hecho proféticamente. En el original “celar” hace referencia al “calor”, o enojo acalorado que uno siente por su pareja. Una de las definiciones de la RAE sobre “celar” dice lo siguiente: Procurar con particular cuidado el cumplimiento y observancia de las leyes, estatutos u otras obligaciones o encargos.

Jesús se enojó por la actitud de desprecio que la gente tenía por Dios y sus intereses. En este caso puntual, por Su casa, lugar donde Su presencia había habitado hasta el Nuevo Pacto de la sangre de Jesús. Nadie se daba cuanta que habían convertido Su casa en una “cueva de ladrones”, en vez de “en una casa de oración” (Mateo 21:13).

Las personas con las que Jesús se enojó no eran unas personas más, era el pueblo de Israel, habitantes de Jerusalén y judíos de todo el mundo, que se congregaban en ese lugar; gente que se suponía que sabían a quién adoraban.

Lo que a estas personas les faltaba era temor de Dios. Esta actitud de egoísmo, revestido de religiosidad, evidenciaba que no vivían para hacer la voluntad del Dios al cual adoraban, sino la suya propia. Este fue el motivo del enojo de Jesús, porque Él vivió toda su vida para responder a la voluntad y al corazón del Padre.

Importarnos por los intereses de Dios nos llevará a tener la actitud correcta para con el Padre. Él espera de nosotros un corazón rendido, y una vida entregada. Esta es la base del Nuevo Pacto sobre la que estamos parados:

“Por eso, cuando Cristo vino al mundo, le dijo a Dios: No quisiste sacrificios de animales ni ofrendas por el pecado. Pero me has dado un cuerpo para ofrecer. No te agradaron las ofrendas quemadas ni otras ofrendas por el pecado. Luego dije: Aquí estoy, oh Dios; he venido a hacer tu voluntad como está escrito acerca de mí en las Escrituras” Hebreos 10: 5-7 (NTV).

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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