Elecciones presidenciales en Perú: prevén un posible balotaje con una gran fragmentación entre los representantes políticos

Las elecciones realizadas en Perú el domingo reafirmaron la enorme fragmentación de la representación política y pusieron al país en el escenario de una segunda vuelta que podría tener una dosis extra de polarización e incrementar el riesgo de conflictos de poderes como los que caracterizaron al actual  Gobierno.


Por sus figuras políticas, el balotaje y su campaña electoral, este escenario podría recordar la última década del siglo pasado en Perú, donde el Gobierno de Alberto Fujimori puso fin al conflicto armado interno que venía de los años 80 pero al precio de graves y masivas violaciones de derechos humanos, por las que ahora está en la cárcel.

 

La segunda vuelta enfrentará a Pedro Castillo, un sindicalista que no tiene vínculos directos -como muchos sospechan en Perú- con Sendero Luminoso, pero se le atribuyen coincidencias y simpatías, y a Keiko Fujimori, la hija mayor y heredera política de Alberto.

 

 

Castillo reunía 18,34% de los votos válidos y Fujimori, 13,23%, seguidos por el economista liberal Hernando de Soto, con 12,21%, y el empresario de derecha Rafael López Aliaga, con 12,10%, cuando se había completado 82,84% del escrutinio, informó la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) en su sitio web.

 

El sociólogo y columnista político Fernando Vivas anticipó, “se nos viene una polarización muy grande, porque cualquiera que ingrese en segundo lugar representará un polo frente a lo que muchos consideran un antisistema”, .

 

Castillo, de 51 años y para muchos la sorpresa de las elecciones de ayer, no es sin embargo un “outsider” en la política, tal como advirtió el analista Iván García en Panamericana TV.

 

Ya en 2002, Castillo se postuló a la alcaldía de Tacabamba, la pequeña ciudad del departamento norteño Cajamarca de la que es oriundo, y entre 2005 y 2017 integró el comité político regional de Perú Posible, el hoy disuelto partido del expresidente Alejandro Toledo.

 

Pero es cierto que su figura cobró trascendencia nacional solo a partir de 2017, cuando encabezó por casi dos meses una huelga de docentes que causó la caída del gabinete que encabezaba Fernando Zavala bajo el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.

 

 

Los resultados de ayer no lograron despejar la sensación de que Perú pueda continuar por la senda de inestabilidad política que llevó a que en el actual período quinquenal de gobierno tuviera cuatro presidentes y dos Congresos.

 

“Creo que la crisis de los partidos es un protagonista central de la situación en la que está el país, y es una crisis que no se ha gestado únicamente en este quinquenio”, sostuvo García.

 

“Es una crisis político partidaria que tiene orígenes claros y nítidos en lo que yo llamo el incumplimiento de la misión principal que tuvo la transición democrática de 2001, pos década de los 90 o posfujimorismo, y esa misión era la de regenerar la decencia y la moral pública”, agregó.

 

Con esa opinión coincidió de algún modo Juan Carlos Tafur, director de la revista digital Sudaca.pe, al sostener que el país “ha tenido candidatos presidenciales mediocres y corruptos en la transición pos-Fujimori”, aunque “a pesar de eso el país ha crecido lo suficiente para disminuir la pobreza y la desigualdad como pocos países lo han hecho”.

 

Ya desde antes del actual quinquenio, Perú es -fuera de Brasil- el país donde mayor repercusión tuvo la operación Lava Jato y el escándalo de los sobornos de Odebrecht, por lo que están bajo investigación judicial casi todos los expresidentes vivos y varios líderes partidarios, incluida Keiko Fujimori, que aún no tiene sus cuentas saldadas con la Justicia.

 

La cuestión de la corrupción desató un conflicto de poderes, principalmente entre el sucesor de Kuczynski, Martín Vizcarra -que impulsó una reforma política destinada a quitar privilegios a funcionarios y legisladores-, y el Congreso.

 

Vizcarra -que arrastraba investigaciones por casos de supuesta corrupción de cuando había sido gobernador regional- no solo perdió esa batalla sino que fue destituido por el Congreso y poco después se supo que fue, junto a su esposa, uno de los beneficiarios del vacunatorio VIP contra el coronavirus.

 

La atomización de la representación política -un fenómeno bastante antiguo en el país- y la inestabilidad institucional provocaron una crisis que el coronavirus y su impacto económico agravaron de manera exponencial, todo lo cual provocó un desinterés sin precedentes de la ciudadanía por el proceso electoral.

 

Ese desánimo se vio reflejado en una asistencia de 72,82% y, aunque un poco menor al esperado, en el 16,85% de votos en blanco o nulos, según los datos oficiales.

 

Asimismo, la dispersión de partidos y opiniones generó que al menos 10 fuerzas tendrán representación en el Congreso, encabezadas por Perú Libre -la agrupación de Castillo- que, con poco más de 16% de los votos válidos, quedará muy lejos de la mayoría propia pero, por ser la más numerosa, seguramente encabezará las principales comisiones, lo que le dará ventaja a la hora de fijar la agenda parlamentaria.

 

A su vez,  los protagonistas de la segunda vuelta ya salieron a buscar los votos que necesitan mediante previsibles apelaciones al diálogo con el resto de las fuerzas políticas.

 

“Se trata del país y por el país tenemos que deponer cualquier actitud; por mi parte no van a tener ningún obstáculo, no solo para dialogar, sino para recoger la experiencia de sectores políticos; tienen aquí a un partido y a una persona dispuesta para sacar adelante al país”, dijo Castillo esta mañana.


Fuente: Télam

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