Reflexión del Pastor David Decena: “Amigo ¿a qué venís?”

La amistad para Jesús tenía que ver con haberles confiado lo más íntimo que tuvo: su relación con el Padre. Pero esta amistad estuvo determinada también a que ellos hicieran lo que Jesús les había pedido. Esto significa que solo hacer la voluntad de Dios determina el vínculo de amistad que podemos tejer con Jesús (Juan 15:12 al 16).

 

En esta última semana de Jesús antes de su crucifixión vemos el comportamiento de dos de sus discípulos, a los que Él llamó “amigos”, que es muy revelador. Estos son Pedro y Judas. Ambos caminaron con Él durante todo su ministerio, pero en esa última semana terminaron dejando sólo a Jesús, y le dieron la espalda. En verdad, todos sus amigos lo abandonaron cuando tuvo que dar el trago amargo del sacrificio.

 

La amistad para Jesús tenía que ver con haberles confiado lo más íntimo que tuvo: su relación con el Padre. Pero esta amistad estuvo determinada también a que ellos hicieran lo que Jesús les había pedido. Esto significa que solo hacer la voluntad de Dios determina el vínculo de amistad que podemos tejer con Jesús (Juan 15:12 al 16).

 

El fin de los dos no fue el mismo. Veamos algunas actitudes que tuvo Judas, en comparación a Pedro, y el motivo de ver resultados tan distintos en cada uno.

 

Judas: el amigo traidor

En la misma semana en la que Jesús iba a morir, sucedió esta escena en donde se revela gran parte de lo poco que sabemos de Judas. Aunque sabemos poco de él, podemos ver algunos rasgos en cuanto al tipo de corazón que tenía. Claramente su amistad con Jesús no es la que el Maestro hubiera querido tener. (Juan 12:1-6 NVI) Quizás la prueba más grande de lo anterior es el final de Judas. El suicidio de Judas evidencia que este discípulo jamás había entendido en plenitud con quién había caminado todos esos años.

 

Cuatro actitudes que hundieron a este mal amigo:

1. Ambición vs. Entrega

Este pasaje muestra dos cuestiones vinculadas al dinero: primero, que Judas tenía bajo su responsabilidad el dinero del ministerio de Jesús, él era el tesorero. A través de esos recursos, evidentemente Jesús sustentaba su ministerio.

 

Esto significa que Jesús confiaba en él. Lo segundo que sabemos es que Judas amaba el dinero. Ese amor al dinero, se manifestó con claridad por la actitud que tuvo ante un acto profético como el de María. La ambición a la que le había dado lugar en su corazón era más fuerte, y terminó siendo un impedimento para mantener la pureza que se esperaba en él.

 

A tal punto llegó la ambición, que robaba de lo que debía administrar con sabiduría. Nadie que guarde ambición en su corazón, tanto al dinero, como al poder, puede ser amigo de Jesús. Tanto el dinero como el poder evidencian qué hay en el corazón de la persona.

 

La clave de la actitud correcta la encontramos en Pedro. Un día este sencillo pescador de Galilea le recordó a Jesús lo que habían hecho ellos por responder al llamado y seguir al Maestro: Mateo 19:27-29 NVI La única manera de vencer la ambición está en la entrega absoluta.

 

La amistad que Jesús espera que nosotros tengamos con Él debe ser una que esté desprendida y despreocupada de lo material. Estamos llamados a estar enfocados en el cielo. ¿Cómo podríamos dejarnos atrapar entonces por la superficialidad de lo material? Si Dios nos permite tener algo es para usarlo, y en favor de Su Reino: Mateo 6:19-21 NVI.

 

2.Engaño vs. Sinceridad

Lo otro que surge de Juan 12 es que Judas no era sincero. Judas estaba adornando su ambición con un argumento engañoso, porque la verdad es que era un ladrón. Cuando la mentira toma lugar en un corazón, la persona deja de ser confiable.

 

¿Cómo sería posible tener una relación de comunión estrecha con alguien que no puede mostrar lo que en verdad es? En cambio, Pedro era una persona demasiado sincera. Tan sincera, que Jesús pudo corregirlo cuando necesitó corregirlo, y elogiarlo cuando debió elogiarlo. Porque él siempre se mostraba tal como era. No ocultó sus pensamientos, ni sus intenciones.

 

Esta es una de las tantas historias que muestran a un hombre genuino. Fue el único que pudo decir: “¡Caminé en el agua!”, porque estuvo dispuesto a enfrentar sus temores, y hasta recibir la corrección de Jesús. (Mateo 14:27-31 NVI).

 

Solo las personas trasparentes, que expresan lo que hay en su corazón, pueden ser moldeadas por Jesús, nuestro mejor amigo. ¿Cómo nos va a poder decir qué debemos hacer si jamás exponemos con sinceridad nuestros aciertos y nuestras miserias? Por eso, renunciemos a la mentira, y caminemos siempre en la verdad.

 

3. Deslealtad vs. Lealtad

En el huerto de Getsemaní vemos el paralelismo entre una persona desleal y otra leal. Los evangelios relatan que Judas directamente se dejó influenciar por completo por Satanás. Alguien que conoce el amor que ofrece Jesús, y aun así lo traiciona, no puede estar sino operando bajo una total influencia del enemigo: Juan 13:21- 27 NVI

 

No podemos seguir a Jesús con un corazón dividido. Necesitamos tomar una decisión por Él que sea absoluta. Las intenciones de Judas fueron realmente malas. Su deslealtad fue tan grande, que no solo vendió a Jesús por dinero, sino que planeo a detalle el momento ideal para que sea apresado.

 

En cambio, Pedro es un ejemplo en cuanto a cómo se forja la lealtad. Deberíamos decir primero que él, aunque no entregó a Jesús, sí lo negó: Lucas 22:31- 34 NVI

 

La negación de Pedro, y la predicción que Jesús hizo de la misma, fueron claves para forjar en Pedro el líder de la iglesia que el mundo conocería.

 

¿Por qué? Porque Pedro se sintió amado, por un Jesús que no solo no lo juzgó luego de negarlo, sino que lo restableció y capacitó para su llamado. Cuando comenzamos a caminar detrás de Jesús hay algunos tropiezos como los de Pedro que no nacen de un mal corazón.

 

Solo que luchamos con cosas que son más fuertes que nosotros mismos. Pero, la gracia de nuestro amigo Jesús está ahí presente para restaurarnos y volvernos leales. A las tres negaciones de Pedro, Jesús respondió con tres reafirmaciones de su llamado, identidad y destino: Juan 21:15-19 NVI

 

Si tenemos tropiezos en el camino, ¡no dejemos de seguir a Jesús por nada! No importa lo difícil o desafiante que sea. ¡Siempre valdrá la pena seguir a Jesús!

 

4. Remordimiento/Arrepentimiento

Luego de entregar a Jesús, Judas sintió tal remordimiento, que cuando vio que no podía deshacer lo que había hecho, fue y se suicidio. Este siempre es el final de los traidores. De una u otra manera, mueren. La muerte es una realidad espiritual, además, muchas veces se lleva la vida de quienes no saben con quien se meten al liderar con Jesús.

 

La Biblia describe a Jesús como la Piedra Angular (piedra que sostiene todo), o la “piedra de tropiezo” (aquella que puede hacernos caer). Nuestra decisión determina nuestro final. Mateo 27:3-5 NVI

 

La actitud que debió tener Judas era arrepentimiento, en vez de arrepentimiento tuvo remordimiento. Este sentimiento solo nos hace dolernos por lo que hicimos, pero no tomamos ninguna decisión de cambio para ser mudados en nuevas personas. El que tuvo arrepentimiento fue Pedro, y Juan lo evidencia: Juan 21:4-7, 9, 12 NVI

 

El arrepentimiento siempre nos lleva a correr directo a Jesús. Él sabe que podemos fallarle, pero también nos espera siempre, con la mesa puesta y la comida hecha, pero para restaurar nuestra vida.

 

Pedro no solo se arrepintió de haberlo negado sino que nunca más volvió a cometer el mismo error. Y en su misma restauración Jesús le anticipó su final. Pedro, que aprendió en su caminar con Jesús, que la amistad con el Maestro le demandaba todo, terminó muriendo por la causa de Cristo siendo ya anciano.

 

“Enseguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó. —¡Rabí! —le dijo, y lo besó. —Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús” Mateo 26:49-50 NVI.

 

Hoy Jesús nos hace la misma pregunta. ¿A qué venimos a Él? ¿A entregarlo todo, o a retener algunas áreas? ¿A ser sinceros o pensar que podemos engañarlo? ¿A deshonrarlo o aprender a caminar en lealtad? ¿A caminar en arrepentimiento o tan solo a sentir remordimiento? Sigamos a Jesús entregando todo, como Pedro. ¡Que Jesús nos garantiza una vida de victoria!

 

 

Felices Pascuas de Resurrección! 

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

 

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