Análisis semanal: Segunda ola, números que duelen y el camino a junio

Dos días después de que la ministra de Salud, Carla Vizzotti, reconociera en conferencia de prensa que el país empezaba a transitar una segunda ola de coronavirus, el propio presidente Alberto Fernández se contagió a pesar de estar vacunado con ambas dosis de la Sputnik V. No tardaron en aparecer los epidemiólogos en pantuflas que pueblan las redes sociales para hablar de la supuesta inutilidad de la vacuna rusa, lo que obligó a los especialistas del mundo real a hacer las aclaraciones pertinentes, pero también a plantear algunas dudas todavía no resueltas respecto a cómo se comporta el virus en personas vacunadas.

 

Los médicos ya lo venían diciendo desde hace bastante tiempo pero el contagio presidencial obligó a repetirlo: ninguna de las vacunas ofrece inmunidad total sino que elevan la resistencia al contagio y, si aun así este se produjera, evitan que la enfermedad genere un cuadro severo.

 

La información suministrada por el Laboratorio Gamaleya indica que una de cada diez personas vacunadas con ambas dosis de la Sputik se volverá a contagiar y no es raro que el presidente esté dentro de ese 10% dada su intensa agenda de trabajo que incluye viajes y reuniones. También porque últimamente se lo pudo ver menos apegado a los protocolos básicos de cuidado.

 

Lo que se preguntan los científicos hoy es si los vacunados pueden contagiar. Desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), una agencia del Departamento de Salud de Estados Unidos, señalan al respecto que “la evidencia no está clara si pueden transmitir el virus a otras personas. Seguimos evaluando”.

 

Poco margen

 

Lamentablemente Alberto no es el único contagiado de coronavirus. Las cifras oficiales registran más de 10 mil casos diarios en todo el país y en las últimas 24 horas 83 personas fallecieron de Covid. La segunda ola no es una novedad nacional, ya azotó o está azotando a la mayoría de los demás países del mundo, incluso a los que avanzaron mucho más que Argentina en la vacunación.

 

La particularidad del caso Argentino es que aquí el rebrote llega en un momento de extrema fragilidad económica y después de una muy extensa cuarentena que dejó agotados los ánimos de la sociedad, así como las arcas públicas.

 

Después del esfuerzo fiscal que significó costear la IFE, el ATP y el refuerzo en la asistencia social durante buena parte del año pasado, el Gobierno nacional ya no tiene margen para afrontar un nuevo “paquete coronavirus”, mucho menos para disponer medidas de aislamiento social que afecten la tibia recuperación de la economía que el año pasado se desplomó un 10%.

 

Países que enfrentaron la primera ola con cuarentenas más cortas, lo que en muchos casos provocó el colapso de sus sistemas de salud, hoy pueden “darse el lujo” de endurecer las medidas de distanciamiento social frente al nuevo ataque del virus.

 

En Argentina eso sería mucho más difícil, porque la gente ya no está dispuesta a cumplir con medidas de aislamiento social, en muchos casos ni siquiera respetan las normas más básicas de distanciamiento, sanitización y uso del barbijo, y la economía tampoco lo soportaría sin sufrimiento.

 

En ese contexto, todas las fichas Gobierno nacional están puestas en el operativo de vacunación. Para acelerar su avance se dispuso postergar la aplicación de las segundas dosis y así cubrir a la mayor cantidad de gente posible con al menos una aplicación. La buena noticia en ese frente es que el suministro de vacunas ahora sí está fluyendo con mayor rapidez.

 

El índice que más duele

 

El optimismo que pudiera haber generado la tibia recuperación de la actividad y de la recaudación impositiva en el país, chocó esta semana contra el índice más abrumador: el de pobreza. A pesar de la multimillonaria inversión del Estado nacional para asistir a la población durante la pandemia, los números muestran que la larga cuarentena, que vino agudizar la crisis económica que el país arrastra desde 2018, tuvo un efecto devastador.

 

En el segundo semestre del año pasado, el índice de pobreza que mide el Indec llegó a 42% y el de indigencia a 10,5%. Respecto a la segunda mitad de 2019, la pobreza aumentó 7 puntos porcentuales. Si se extrapola a todo el país ese índice –el Indec solo lo mide en 31 aglomerados urbanos- se puede estimar que a fines del año pasado había alrededor de 19,4 millones de argentinos debajo de la línea de pobreza, 3,2 millones más que el año anterior.

 

Si bien es difícil hacer una comparación histórica, porque los métodos de medición que ocupa el Indec fueron cambiando, los analistas indican que el nivel actual de pobreza es el mayor desde los años posteriores a la crisis que estalló en diciembre de 2001.

 

En los últimos 30 y pico de años el país registra tres períodos de alto crecimiento de los índices de pobreza que coinciden con la hiperinflación de fines de los 80, la traumática salida de la convertibilidad a comienzos de los 2000 y la crisis actual que inició en 2018. Y en el mismo lapso se encuentran dos períodos sostenidos de baja de ese índice, el primero durante la convertibilidad, de 1990 a 1994, y el segundo desde 2003 hasta 2012, antes del apagón estadístico provocado por la intervención del Indec.

 

Ambos procesos de baja de la pobreza coinciden con un incremento del PBI, asociado a una suba del empleo privado. Mientras que en los períodos de rápido crecimiento de la pobreza siempre aparece el mismo enemigo: la inflación.
A contrapelo de lo que ocurrió en el resto del país, en Posadas –único lugar de Misiones relevado por el Indec- la pobreza bajó casi 4 puntos porcentuales: de 41,3% en el segundo semestre de 2019 a 37,7% en igual período del año pasado.

 

El dato es consecuente con el crecimiento que se viene observando desde la mitad del año pasado en Misiones en índices relacionados a la actividad económica y el consumo. El más llamativo de ellos es el que muestra a Misiones como la provincia con mayor crecimiento en la recaudación, con bastante diferencia respecto la segunda.

 

Tranquilidad e incertidumbre

 

La economía enfrenta un panorama de relativa calma, con datos alentadores como el record de liquidación de divisas de exportación alcanzado en marzo, nada menos que 2.700 millones de dólares, la cifra más alta para ese mes en los últimos 18 años.

 

Además el viernes próximo comenzará la cumbre entre el Banco Mundial y el FMI durante la cual se definirá la fecha de entrega de los fondos correspondientes a los derechos especiales de giro (DEG), de los cuales a Argentina le corresponderían poco más de 4.300 millones de dólares, de acuerdo a su participación accionaria en el Fondo.

 

El ministro de Economía, Martín Guzmán, indicó que esos recursos se destinarían a engrosar las reservas líquidas del Central que de esa manera podría llegar al segundo semestre en alrededor de 10.000 millones de la divisa estadounidense.

 

El aspecto negativo, cuándo no, sigue siendo la inflación. Aun con el dólar aferrado al cepo, los múltiples acuerdos con los formadores de precios y los millonarios subsidios destinados a planchar tarifas, el primer trimestre cerrará en torno a los 12 puntos de inflación. Demasiado para un Gobierno que se había propuesto mantenerla por debajo de los 30 puntos este año y seguramente demasiado para los enflaquecidos salarios.

 

El componente de incertidumbre lo aporta el riesgo de que la segunda ola del coronavirus obligue a retroceder en las medidas preventivas de distanciamiento social, lo que sería un duro golpe a la actividad económica, y la postergada negociación con el FMI para “reperfilar” los vencimientos impagables que dejó el crédito electoral que el organismo multilateral le dio al expresidente Mauricio Macri.

 

Aprestos electorales en Misiones

 

A tres meses de las elecciones provinciales, la oposición encuentra dificultades para construir opciones medianamente competitivas frente a un oficialismo que, a pesar de las inéditas dificultades que impuso la pandemia a la gestión, se mantiene con altos niveles de imagen positiva.

 

Atento al difícil panorama que enfrenta en Misiones, el Frente de Todos optó por no participar como tal sino que algunos de los partidos identificados con el kirchnerismo duro se sumaron al Frente Encuentro Popular Agrario y Social para la Victoria y otros como Kolina –fundado por Alicia Kirchner- directamente se adosaron al Frente Renovador.

 

Desde la conducción nacional del kirchnerismo se muestran desilusionados por la incapacidad de sus dirigentes de construir una alternativa política y electoral propia en Misiones, a pesar de ocupar cargos estratégicos en organismos nacionales con fuerte presencia territorial en la provincia, como Anses o Pami.

 

Lo ven como la repetición de lo ocurrido durante los 12 años de gobierno de Néstor y Cristina, durante los cuales el kirchnerismo no logró afirmarse con una propuesta propia en Misiones a pesar de contar con todos los recursos para hacerlo.

 

A la falta de figuras de peso que puedan arrastrar votos con sus candidaturas, el kirchnerismo provincial le suma dificultades para gestionar soluciones concretas a los problemas de los misioneros. Acostumbrados a militar en organizaciones verticalistas como la Cámpora, sus dirigentes están más atentos a no perder sus lugares dentro de las facciones que integran, que a cumplir con las funciones que les fueron asignadas.

 

Bajo esa lógica, aparecer en un lugar visible en la foto con el ministro nacional que visita la provincia pasa a ser más importante que atender los problemas de la gente.

 

Ante esta perspectiva, son cada vez más los dirigentes de base que en 2019 militaron por el Frente de Todos y ahora se están poniendo a disposición de la Renovación que no solo les ofrece mejores chances electorales, sino también la posibilidad de ser útiles en la procura de respuestas a las necesidades planteadas en los barrios. Además muchos de ellos comenzaron militando en la Renovación.

 

Para Juntos por el Cambio la situación es todavía más incómoda, porque su principal problema no está dentro de sus filas sino en la vereda opuesta. Incluso antes de que se asociaran en un mismo frente, la plaza más fuerte para la UCR y el PRO en Misiones siempre fue Posadas, pero en la actualidad, más allá de un pequeño porcentaje que conservan estas dos fuerzas como “voto duro”, no tienen muy buenas expectativas en la capital.

 

El principal motivo es la gestión del intendente Leonardo “Lalo” Stelatto que en poco más de un año logró transformar a Posadas. Los servicios de recolección se prestan con puntualidad inglesa, la limpieza de los espacios públicos es constante y con resultados muy ostensibles, cuesta encontrar baches en calles y avenidas, se vienen realizando importantes inversiones en equipamiento urbano y todo se ve más claro gracias a los nuevos sistemas de iluminación led instalados literalmente en toda la ciudad.

 

Con pocas chances en Posadas, los integrantes de Juntos por el Cambios saben que sus posibilidades en las elecciones provinciales son acotadas. De allí la dura puja por el reparto de los primeros lugares en la lista de candidatos a diputado provincial. En la disputa interna, la UCR ganó la pulseada por el primer lugar que lo ocupará Ariel “Pepe” Pianesi y el segundo quedó para el PRO, con la obligación de designar a una mujer para cumplir con el cupo de género.

 

La cúpula del partido pretendía darle ese lugar a Gabriela Szyszko –quien ya fuera candidata a diputada nacional en 2019- pero terminó en manos de Micaela González, una secretaria administrativa que se desempeñaba en la sede del partido. Quien habría movido los hilos para lograr el cambio habría sido el exconcejal Diego Barrios, que tomó por sorpresa a las figuras más renombradas de ese partido.

 

En el tercer lugar aparece un candidato del espacio del hijo el exgobernador Ramón Puerta, Pedro, quien anotaría al joven dirigente de Apóstoles, Germán Kizka, actual apoderado del partido Activar Misiones y el cuarto lugar, que le corresponde a una mujer de la UCR, lo pretenden la diputada Anita Minder y Lilia Torres, dirigente del grupo de Hernán Damiani.

 

Por el lado del Frente Renovador todavía no se conocen candidatos, pero sí está clara la estrategia de campaña que se apoyará en la gestión de Oscar Herrera Ahuad, uno de los gobernadores con mayor imagen positiva del país, y de intendentes como el mencionado Stelatto.

 

Otro elemento que está definido es el slogan de campaña: “Primero Misiones” que apunta a resaltar los logros de la gestión provincial en brindar soluciones administrando los recursos propios, incluso en momentos de escasez. La salud y la educación, especialmente los avances en educación disruptiva, serán ejes centrales.

 

Los renovadores están convencidos de que más allá de los rigores que impuso, la pandemia permitió a los misioneros hacer una mayor valoración del sistema de salud público y gratuito, una de las banderas de ese espacio político desde su nacimiento. Opera a favor de esta idea el avance en el operativo de vacunación y el desarrollo de técnicas de tratamiento para los enfermos con ivermectina, suero equino y algunas muy costosas como la aplicación de plasma, que todas ellas se aplican en forma gratuita.

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