La historia de 3 misioneros que vivieron en primera persona la Guerra de las Malvinas

Carlos, Ramón y Augusto. Tres historias, tres héroes, tres excombatientes misioneros que recuerdan su paso por la guerra que marcó para siempre a la historia argentina. Hoy, a 39 años del inicio de los enfrentamientos, compartieron en primera persona sus vivencias. 

 

Veteranos

 

Entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, para la comunidad argentina los días estuvieron cargados de una tensión que no se había sentido antes. La guerra trajo especulaciones y tristeza a un momento del país marcado por el gobierno militar. 

 

En el medio, ocurrieron hechos que quedaron en la memoria: el hundimiento del Ara General Belgrano el 2 de mayo, la hipótesis de conflicto con Chile, las grandes colectas de provistas y abrigos, la visita del Papa Juan Pablo Segundo el 11 de junio y el asalto final de los británicos esa misma noche, lo que derivó en la rendición de las fuerzas argentinas, luego de 2 meses y 12 días. 

 

“En mi vida es un sentimiento muy profundo que uno tiene de patriotismo”, reconoció Augusto Eulogio Pérez, quien formó parte del Grupo de Fuerza de Tarea Garay del Regimiento de Infantería número 25.

 

Augusto fue a Malvinas junto a su hermano. Su mamá fue la última en enterarse. Cuando estaban en las islas, distribuidos en distintos grupos, pudieron encontrarse en varias oportunidades y sentir, al menos por unos instantes, que no estaban solos. 

 

Sin embargo, todo cambió el día en que el mayor Castagñeto (líder del grupo que llevaba a uno de los dos excombatientes) volvió junto a un hombre herido. “El jefe del comando me dijo que vaya pensando que lo peor había pasado con mi hermano”, dijo Augusto.

 

“Eso en parte me destruyó pero me hizo más fuerte porque tenía que seguir”, expresó. El destino quiso que los dos pisen suelo argentino tiempo después y se convirtieran en veteranos de guerra. 

 

Durante la guerra, los soldados argentinos se enfrentaron al frío extremo, a la falta de provisiones, a la artillería de avanzada del bando contrario, y a otros problemas como la falta de comunicación. En una época signada por el correo, las cartas que los soldados escribieron a sus familias llegaron siempre tarde, algunas después de la guerra y otras ni siquiera fueron enviadas 

 

“Es un orgullo inmenso lo que sentí al enterarme que íbamos a ir. Allá nos dieron una birome y un papel, y nos dijeron que escribamos una carta a nuestras madres”, contó Carlos Ángel Rivarola, que fue fusilero abastecedor de FAP en la primera Brigada Aérea del Palomar. Esas epístolas llegaron 50 o 60 días después. Recién ahí, algunas familias se enteraron que sus hijos estaban en combate.

 

Cada uno de los 72 días fue un sacrificio. El conscripto de la Armada, Ramón Rotela, pasó hasta su cumpleaños número 20 en la guerra. “Cuando el día estaba lindo, soleado, nosotros no podíamos movernos. Permanecíamos debajo de unas piedras para que el enemigo que tomaba fotografías aéreas no detectara que en ese lugar había posiciones argentinas”, recordó.

 

El cese de las hostilidades llegó el 14 de junio. Rotela recuerda muy bien ese momento, ya que al amanecer, tras agotar las municiones, tanto él como su grupo fueron prisioneros de los ingleses. “Te sentís impotente”, lamentó. 

 

Fue cerca de las 11 de la mañana cuando las tropas inglesas se enteraron de la rendición de la Argentina y los prisioneros de la guerra pudieron volver a su tierra. “Nos embarcaron en el (buque británico) Canberra y desembarcamos en Puerto Madryn”, detalló Rotela, que actualmente preside la Asociación Civil Centro de Ex Combatientes de Malvinas.

 

 Finalmente mencionó una dura situación que refleja lo que fue su vida durante la guerra de Malvinas, ”aprovechamos en el buque para bañarnos porque en Malvinas, los 70 días que estuve yo, nosotros no nos bañamos”.

 

Los resultados inmediatos del enfrentamiento son conocidos. 638 soldados argentinos perdieron la vida en combate, al igual que 255 ingleses. Luego, fueron cientos los que se quitaron la vida debido a las secuelas que dejó el enfrentamiento. En nuestro país la Guerra de Malvinas es una herida que continúa abierta. Es el recuerdo de nuestros caídos, es el respeto a los héroes, y es la certeza de que Las Malvinas, las Islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur fueron, son y serán por siempre argentinas.

 

Fuente: Conozco Misiones

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