La mamá de M. habló de su adicción a las drogas y pidió una vivienda digna: “Con una casa, la bolsita queda afuera”

Por primera vez, Estela Díaz, mamá de M, habló sobre su consumo del derivado de cocaína, tras haber recuperado a su hija que había sido sustraída por Carlos Savanz. Y expresó que lo que necesitan es una vivienda. “Lo principal que necesito es una casa. Con una casa, la bolsita queda afuera”

 

Estela, la madre de la niña de 7 años sustraída en Villa Lugano por Carlos Savanz (39), habló sobre su vínculo con la pasta base. En sus primeras declaraciones sobre el tema, la mujer reconoció que lleva 25 años con ese tipo de ingesta y contó que hasta llegó a tomar 50 “bolsitas” por día. En la actualidad consume “una sola” diariamente y “nada más”, como forma para ayudarla a “limpiar y lavar” su casa.

 

Durante una entrevista con Gastón Pauls en el programa “Seres libres”, un ciclo que aborda en primera persona la temática de adicciones, el actor le contó sobre su propia vivencia con la cocaína y, de esa manera, intentó ayudarla. Pero Estela negó que tenga un vínculo de dependencia con la pasta base.

 

“Para mí es un pasatiempo, me pega distinto. No voy a la pasta base para volverme loca, voy al contenido para estar bien”, sostuvo Estela en el reportaje al canal Crónica. Además, aseguró que el consumo “nunca” se le descontroló. “Siempre me pude sostener”, agregó.

 

 

En el mismo ciclo televisivo, Gabriela -la tía de Stella Beloso- relató que la madre de M. comenzó a consumir en el momento en que falleció un hijo. “Más allá de que la juzguen, es una buena persona. Tiene un corazón de oro y va a salir”, expresó.

 

Durante la conversación, Estela aclaró que no pide ayuda debido a su consumo de pasta base porque tiene bastante fuerza con su hija. “Ahí sí, si me falta mi hija, me faltaría todo. Necesito fuerzas para salir adelante” con M., agregó. Y al ser consultada sobre el motivo por el que no abandona completamente la sustancia, la mujer reconoció que “es muy difícil”, que siente “calor” si no consume, y que se trata de un comportamiento, “no se puede de un día para el otro”. “Digo ya está, me quedo con una. Voy a seguir toda la vida, porque es una costumbre que tenemos”.

 

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Ante la pregunta por si en algún momento hizo o pensó realizar una acción reprochable para consumir más dosis, Estela contestó: “Yo no voy a hacer algo para conseguir otra dosis, nunca. Porque siempre me lo rescaté yo en los volquetes. La criatura (por M.) siempre estuvo primero, su yogurt, la chocolatada o el pan para la noche. Después vengo yo, y el vicio aunque nadie lo pueda creer”.

 

Según la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), una persona puede afrontar distinto tipo de circunstancias en su vínculo con las sustancias lícitas e ilícitas que generan algún grado de dependencia y alteración en el sistema nervioso. De esta manera, no es lo mismo un “abuso de drogas”, que un “consumo problemático” o una “adicción”.

 

De acuerdo al organismo oficial, un síntoma refleja un padecimiento, su contexto y trayectoria de vida. Por eso, cualquier situación debe ser evaluada y definida por un equipo interdisciplinario especializado en la temática.

 

Antes de la desaparición de M., Estela ya estuvo en tratamiento en el Centro Barrial de la Parroquia Madre de Dios en Cildañez, que trabaja con el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño. La última vez que desde la parroquia tuvieron contacto con ella fue hace dos meses.

 

M. permanecía esta semana internada en el Hospital Garrahan, junto a un equipo interdisciplinario del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA). Tanto la niña como su madre cuentan con un acompañamiento terapéutico las 24 horas que, junto a la familia “ampliada”, permita asistirlas y establecer “las medidas necesarias para garantizar, por sobre todo, la protección de los derechos de la niña”, indicaron desde la cartera de la ministra María Migliore. Entre las acciones que están en evaluación, el Gobierno porteño le entregaría la tarjeta alimentaria Ciudadanía Porteña, el programa de transferencia directa para alimentos de la Ciudad de Buenos Aires.

 

 

En palabras de la propia Estela, lo que necesitan ella y su hija es una vivienda. “Lo principal que necesito es una casa. Con una casa, la bolsita queda afuera”, aseguró. Según el último censo oficial realizado en 2019, había unas 1147 personas en la calle en la Ciudad de Buenos Aires. Otro relevamiento impulsado por organizaciones de la sociedad civil y entidades oficiales arrojó que 7.251 personas vivían sin techo.

La casa de cartón dónde viven M. y su madre Estela, en Villa Cildañez

Fuente: Infobae

 

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