“Volví a nacer, y estoy listo para salir a patrullar”, dijo Alberto Bonitz, uno de los guardaparques herido de bala por cazadores furtivos en áreas protegidas del norte de Misiones 

No llevaba armas ni chaleco antibalas al momento del episodio, y asegura que la reacción de su compañero guardaparque Jorge Javier Wisnieski -que lo cubrió como pantalla y llevaba chaleco protector- fue lo que salvó su vida. Estuvo internado dos días por las heridas que provocaron perdigones que rebotaron en su cuello, y ambos guardaparques están fuera de peligro. Tras el episodio, Alberto Bonitz pidió reforzar la protección de las áreas naturales con «más profesionalización, capacitación y equipamiento, aún tenemos mucho por mejorar”, reflexionó el profesional con más de 30 años de experiencia en el monte y que se desempeña en el Destacamento Ecolacustre del Paisaje Protegido Lago Urugua-í.

 

Reconocieron a los cazadores furtivos al momento que se inició la balacera durante un patrullaje en embarcaciones en el área del Paisaje Protegido del Lago Urugua-í  y el operativo terminó con tres personas heridas, un policía y dos guardaparques: “Volví a nacer, es una nueva manera de ver la vida, pero todo sigue. Borrón y cuenta nueva”, expresó el guardaparque Bonitz (61) en comunicación telefónica desde el Destacamento Ecolacustre en el Paisaje Protegido Lago Urugua-í, que limita al norte con el extenso Parque Provincial, donde ejerce en el puesto de control ambiental desde el año 2005.

 

Los guardaparques son los custodios de las riquezas naturales más valiosas de provincia, y diariamente al ir a trabajar arriesgan su vida a causa de la delincuencia humana por la caza y pesca furtiva, por el robo de madera nativas y otras tantas infracciones ambientales que se comenten en las áreas naturales protegidas de Misiones.

 

En la mañana del sábado 20, Bonitz recibió el alta médica del Hospital SAMIC de Eldorado, y cuando atendió la llamada telefónica de Misiones Online ya se encontraba nuevamente en el Destacamento Paisaje Protegido Lago Urugua-í.

 

Junto a su compañero, el guardaparque Jorge Javier Wisnieski, fueron víctimas de un ataque armado de cazadores furtivos en un patrullaje de fiscalización ambiental entre la noche del miércoles y madrugada del jueves, consecuencia de ello, en una balacera iniciado por los cazadores furtivos, recibieron heridas tras una «lluvia de perdigones», pero ya están ambos fuera de peligro y de alta médica.

 

Bonitz había recibido en el cuello el rebote de un perdigón, y aunque es consciente que pudo haber perdido la vida en ese operativo aquella noche, sabe que es parte de la tarea de los custodios de la selva arriesgar su vida durante su puesto de guardia. Lo primero que hizo al recibir el alta médica fue regresar a su lugar de trabajo. “Esta es mi vocación, mi vida, no es solo trabajo”,  asegura el guardaparque en la entrevista.

 

Desde el destacamento de Ecología se realiza la fiscalización y manejo del Lago Urugua-í de un área de 8.000 hectáreas  que cuenta con valores de conservación como el Monumento Natural Isla Palacio, registra fauna ictica, fauna silvestre y avifauna de valor de conservación de la biodiversidad. Es conocida como una zona caliente para la cacería furtiva.

 

El guardaparque agradeció las muestras de solidaridad recibida todos estos días. “Creo que solo faltó que me llamé el gobernador”, bromeó.

 

Aclaró que por la pandemia pidió volver a su puesto de trabajo en reiteradas oportunidades, y recién este año recibió la autorización de trabajar con las guardias habituales.

 

Además de guardaparque, es deportista e instructor de natación. Bonitz tomó trascendencia en la provincia por esta otra pasión. En 2005 tuvo una destacada participación en una travesía que realizó para demostrar rendimiento y velocidad, nadando desde el Arroyo Garupá a Posadas.

 

Es Buzo Profesional, tiene un entrenamiento personal en esta disciplina que le permite tener una conducta amigable con la naturaleza en sus patrullajes por el río. Uno de sus sueños fue realizado en 1985, cuando en una travesía a remo desde el puerto de Iguazú hasta el puerto de Buenos Aires llegó en piragua, y así se consagró en este deporte.

 

Es oriundo de El Alcázar, donde reside hasta la actualidad. Tiene más de 30 años de experiencia en el oficio de custodiar la selva misionera. Se define como de la “vieja escuela”, la que te enseña la experiencia de recorrer el territorio, la disciplina de hacer frente a las adversidades, pero el plus reconoce que se lo debe a su carrera militar que lo marcó para toda la vida. Trabajó unos años en la Prefectura Naval Argentina.

 

Un perfil que denota mucho entrenamiento mental, por lo que lejos de estar en un lugar de quejas y reclamos, en la entrevista nos encontramos con un Guardaparque que tiene conocimiento de saberes que deja el oficio y con ganas de transferir experiencias a las nuevos y más jóvenes integrantes que tendrán el desafío de custodiar lo más preciado que tiene Misiones, sus recursos naturales y sus áreas protegidas.

 

Custodiar la naturaleza, una vocación

AF: Muchos cuestionaron que es una persona de edad de riesgo en pandemia, y no debería estar en la patrulla esa noche…

La verdad es que siempre pedí mi reincorporación a la actividad. No me permitían trabajar por la edad de riesgo el año pasado, y por eso solicitaba realizar guardias pasivas. Finalmente accedieron desde Ecología este año a que retome las guardias. Las patrullas ambientales las organizo con la Policía Ambiental, ya que no tengo armas ni chaleco. Ellos nos asisten cuando hay una situación de riesgo.

 

Lo que sucedió esta semana es algo excepcional, más allá que como guardaparques que lidiamos en el territorio con cazadores furtivos todo el tiempo, sabemos que estamos expuestos cada vez que salimos a patrullar a que estos episodios puedan suceder. Pero es mi primer incidente con tiroteo.

 

Tuve otras experiencias donde estuvo en riesgo mi vida, pero fuera de la tarea de guardaparque. Esas experiencias, y nuestro entrenamiento, hacen que uno esté preparado para este trabajo.

 

Sin dudas es un nuevo comenzar, porque podría haber muerto esa noche. Volví a nacer. Pero no estoy asustado ni mucho menos, sirvió para reflexionar sobre los cambios y los nuevos peligros a los que aún no estamos preparados para hacer frente en nuestra tarea diaria. Igual, como siempre estoy listo para retomar las patrullas!

 

Esperamos que desde ahora todos se ocupen de lo que tienen que ocuparse. No todos tenemos chalecos antibalas ni armas. A mi me salvó mi compañero, que frenó con su chaleco que me alcanzaran de lleno las balas a mí, de lo contrario no estaría charlando por teléfono con usted.

 

Creo que vengo de la “vieja escuela”, la que se forja con la experiencia en el monte misionero, el esfuerzo diario de supervivencia y la moral en alto.

 

No tengo redes sociales ni las leo, tampoco estoy con el teléfono celular todo el día. Soy de otra época y no pierdo el tiempo con eso. Tengo amistades a las que visito o me visitan. Pero agradezco la solidaridad que durante todos estos días me han manifestado, y me hicieron llegar por diferentes vías. Creo que solo el gobernador no llamó hasta ahora, después me ha llamado todo el mundo.

 

 

AF: Volvió directo al Destacamento en el Lago Urugua-í cuando acaba de recibir el alta médica ¿por qué?

Me gusta. Es mi vocación, no es solo trabajo. Quería saber que estaba todo ordenado.

Con más de 60 años, había limitaciones por la pandemia por ser persona de riesgo, y no me permitían en Ecología volver con las guardias al destacamento donde me desempeño desde 2005. En agosto pedí para hacer guardias pasivas, y cada dos meses solicitaba a mis superiores que me permitieran volver a la actividad con normalidad.

 

Este enfrentamiento que sucedió no es para nada frecuente. Creo que fue porque al reconocer al cazador furtivo todo se aceleró y comenzó a disparar. Se notaba que estaba preparado para eso. Pero fue la primera vez que me sucedió algo así en una patrulla.

 

Como guardaparque no estoy armado, ni tengo chaleco antibala. Debería, pero no todos los guardaparques aún contamos con los elementos de protección, y este fue un tema que ante lo sucedido el miércoles, quedamos con el ministro (Mario) Vialey en revisar y ordenar.

 

De igual forma, en mis recorridas prefiero hablar con los infractores cuando los detectamos en una situación de delito ambiental. El rol del Guardaparque es de hacer educación y prevención en su zona de guardia, además de labrar la infracción. En mi caso, siempre me acerco con precaución e intento a través del diálogo que depongan su actitud, que entreguen los elementos o eviten resistencia, de manera pacífica. No me gusta la violencia, pero hay que ser firmes.

 

Estudio a las personas, la actitud que tienen, y si percibo peligro veo la manera de retirarme. Evito la confrontación y la violencia. “Soldado que huye sirve para otra guerra”, dicen.

 

La realidad es que somos pocos guardaparques para custodiar las áreas naturales ante los delitos ambientales. Hay aspectos culturales de los colonos en lo que hay que hacer mucha docencia para hacer conocer la legislación vigente.

 

AF: ¿Ud. advierte que hay más cazadores furtivos o pescadores en su zona?

Cada vez hay más pobreza y más vagos, los jóvenes hoy quieren trabajar un mes y comprarse un auto. Entonces se frustran y no aguantan en ningún trabajo, se perdió la cultura del esfuerzo. Nosotros antes trabajábamos todo el año por una muda de ropa y comida.

 

Las cosas cambiaron, hay más población, más necesidades, menos trabajo. Hay hambre. Todo esto fomenta la delincuencia, y se ve en las patrullas y recorridas cada vez más colonos cazando o pescando. Algunos matan un tatú y venado, y mientras se divierten, pasan el tiempo. Total inconsciencia. Creo, a veces, que hasta que no destruyan todo no van a parar.

 

Por eso, la principal materia pendiente es trabajar más en prevención en el territorio. Necesitamos más gente educando y controlando.

 

Además, así como en los Parques quedan pocos animales para la subsistencia del Yaguareté, en la cuenca del Río Paraná los arroyos prácticamente no tienen peces o muy pocos. Hay una alta depredación sobre los afluentes del Piray Mini, Piray Guazú, Puente Curvo, y demás. Por la falta de bosques sobre los bordes de arroyo y la pesca ilegal con la que han depredado el recurso.

 

La verdad es que mi corazón es muy grande por el cuidado de la naturaleza. Por ello ya no discuto más con los que no hacen lo que tienen que hacer. Hago lo mejor que puedo desde mi responsabilidad y mi función.  No me gusta confrontar por todo lo que no se hace, solo quiero que se trabaje más profesionalmente para custodiar los recursos naturales, que se formen nuevos guardaparques con compromiso y vocación, pero con un perfil disciplinado alineado a las fuerzas de seguridad.

 

Considero que el Guardaparque debe saber que tiene que tener una formación de base militar para estar en este puesto, para detener los delitos ambientales y actuar con firmeza frente a los cazadores furtivos. Los jóvenes de hoy son muy inexpertos, les falta capacitación en el terreno, y para este trabajo hay que saber tratar con la gente y tener buena moral, por sobre todas las cosas.

 

Mi perfil es más político en el territorio, me inclino por hablar con la gente y explicarles que cuando se trasgrede la legislación vigente hay penas. Otros tienen un perfil de mando, pero hay que saber tener voz de mando, porque ante la primera duda está en riesgo la vida de uno.

 

Por otra parte, las condiciones en las que trabajamos no son las mejores. En mi caso no tengo aún una red de comunicación, radio por si necesito comunicarme con mis colegas de parques cercanos por alguna situación sospechosa. Solo tengo un teléfono para recibir llamadas, si hay señal. Hace un año llevaron al mecánico un cuatriciclo con el cual se realizaban recorridas, pero aun hasta hoy no lo repararon en el taller. Muchas veces nos falta combustible e insumos en general, pero seguimos trabajando.

 

Como dije, hacemos lo mejor que podemos siempre, de lo contrario los cazadores furtivos ganarían terreno.

 

En Misiones hay 27 parques provinciales, además de reservas y paisajes protegidos, y los delitos ambientales aumentan. El Cuerpo de Guardaparques está integrado por más de 100, pero mientras 50 guardaparques hacen guardia, los otros 50 descansan. Por ello, se necesitan más equipos, pero también más guardaparques entrenados.

 

El Parque Provincial Urugua-í tiene 84 mil hectáreas y dispone de solo dos puestos de controles, es un ejemplo que nos indica que necesitamos mejorar en muchos aspectos. De alguna manera, todavía somos como los “Picapiedras”.

 

De todas formas no tiro la toalla. Al contrario, no pierdo las esperanzas que las cuestiones operativas se resuelvan por el bien de los recursos naturales de la provincia. Pero mi mensaje es que el Puesto de Guardaparque hay que llevarlo con mucha perseverancia, compromiso, además de entrenamiento físico y mental.

 

AF: ¿Qué paso esa noche de la balacera, como sucedió el enfrentamiento?

Estaba la embarcación de madera en la oscuridad. Fue caótico, todo muy rápido, porque ellos de golpe prendieron el reflector y nos apuntaron, ya estaban decididos a disparar. Nosotros tratamos de mantenernos a una distancia de 40 metros, y solo terminé herido gracias a mi compañero que evitó que las balas me llegaran. No esperábamos esa reacción, pero el cazador reaccionó así, disparando nuestra embarcación.

 

Además, nosotros teníamos una embarcación de fibra de vidrio, donde las balas pasan y detrás estamos nosotros.

 

El hombre venía armado, con redes, con animales silvestres cazados, tenía más soporte para resistir. El enfrentamiento fue en el agua entre las dos embarcaciones.

 

Son situaciones difíciles, pero es parte de nuestro trabajo. Ya ratifiqué hoy la denuncia, porque identificamos al hombre, es de una familia de la zona, lo conocíamos, ya tenía antecedentes de infracciones ambientales porque vendía carne de animales silvestres en Iguazú.

 

El furtivo estaba más preparado, y dispuesto a disparar. Mi compañero recibió disparos y rebotes de perdigones en brazos y piernas, y actuó de pantalla para que no me lleguen las balas. Esa reacción salvó mi vida. Esa es la verdad.

 

Pero no estoy para nada atemorizado o algo así. Es seguir con la rutina, esto puede volver a pasar en nuestro trabajo.

 

Hasta ahora, tuve otros accidentes en los que estuvo en peligro mi vida, pero no fue en mi puesto de guardaparque. Una vez a los 14 años, cuando un colectivo estaba fuera de control en mi pueblo, y tuve que saltar para salvar mi vida. Un hierro me abrió el empeine del pie, pero logré saltar y salvé mi vida.

 

La segunda vez, fue a los 30 años. Soy buzo y guardavidas profesional, pero quedé atrapado en un remolino y no me llegó la hora, aún no sé como logré salir de esa situación.

 

Y la tercera vez fue este miércoles, tras la balacera de la cual me salvé porque me cubrió de alguna manera mi compañero, que hizo de pantalla, con el chaleco blindado. En mi caso, rebotó uno de los balines y me hizo una herida en la nuca, pero ya pasó. En lo personal, lo tomo como una experiencia de trabajo, no puedo darme el lujo de asustarme. Es la primera vez que vivo una experiencia con disparos de cazadores furtivos.

 

De igual forma, estoy entrenado, tengo instrucción especial para hacer frente a situaciones de tensión, me realizo estudios y tratamiento psicológicos desde que salí de la Prefectura Naval Argentina. No me asusté en ningún momento, esto es «borrón y cuenta nueva» para los guardaparques.

 

Ya estoy listo para salir a patrullar de nuevo!

 

 

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest   

 

 

 

 

 

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