“Me dieron la camiseta de la Selección y me largué a llorar, no pude aguantar la emoción”,  contó “Licha”, posadeño que se destaca en el básquet adaptado 

La Selección Argentina de cualquier deporte es un anhelo para todo deportista pero muy pocos logran vestir la camiseta albiceleste. Lisandro Zarza es un fenómeno dentro y fuera de la cancha, superó todas las adversidades y logró sentir en su cuerpo la responsabilidad de llevar puesta la pilcha del combinado argentino de básquet U-21 adaptado. 

 

El joven de la tierra colorada estuvo 4 días en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo entrenando y conociendo chicos de distintas partes del país en el segundo entrenamiento de la Selección, en la previa de lo que serán los Juegos Juveniles Parapanamericanos que se realizarán en noviembre en Bogotá, Colombia. “Licha” como le dicen sus amigos, ya está en la nómina de 14 jugadores, solamente quedaràn 12.  

 

 

De igual manera, Licha todavía no ganó nada y eso lo sabe, deberá entrenar duro para estar al máximo en la tercera y última convocatoria que se llevará a cabo finales de marzo. 

 

Los 13 atletas de la U21 que practicaron, bajo las órdenes del entrenador Juan Domínguez, fueron Brian Bordón, Valentín Gómez Piñero, Lucas Müller, Jorge Alberto Villalba, Josué Osandaburu, Darío Carballo, Santiago Valenzuela, Tomás Mansilla, Juan Piquet, Luciano Velardez Farías, Enzo Castillo, Thiago Martínez entre ellos, el posadeño Lisandro Zarza.

 

“Fue una experiencia única, algo que no me esperaba. Era un sueño llegar allá  y ver jugadores de todas las categorías y ver un montón de deportes que uno no está acostumbrado a ver, fue una linda experiencia”, señaló Licha.

 

Vestir la celeste y blanca es una emoción para cualquier atleta, al respecto Lisandro sostuvo “nos dieron la camiseta y lo primero que hago es largarme a llorar, no es cualquier camiseta, es una que pesa mucho, por màs que sea un entrenamiento, pesa un montón, fue muy emocionante”, dijo.

 

Al respecto de los entrenamientos, Licha indicó que se despertaban a las 7 y desde allí comenzaba la rutina. Los cuatros días que estuvieron fueron doble turno, exigente para cualquier deportista.  “Todo el tiempo le pedía a los profesores que me corrijan, les decía que me digan que estaba haciendo mal”, acotó.

Por otro lado, Lisandro relata que, no hay tiempo para descansar. “Un día que no entreno es un día perdido, tengo hasta marzo para llegar de la mejor manera”, añadió.

 

Sin embargo, Lisandro reconoce que, si bien todavía no ganó nada, al menos está en la consideración del cuerpo técnico de la Selección Argentina de básquet adaptado.  “Hay que seguir entrenando duro y seguir enfocados en la meta”, dijo desde la comodidad de su hogar.

Para finalizar, el joven que rompió las reglas y se animó a hacer basquet invitó a todos los jóvenes a realizar actividad física.  “Siempre digo que se animen, no tengan miedo al qué dirán, a mi me costó mucho. Hay que animarse, querer es poder”, concluyó el jovencito, que días atrás vivió una concentración histórica en su corta carrera en el básquet adaptado. 

 

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