#MurióMenem. El expresidente y su relación con el mundo del espectáculo

Más allá de los análisis y las crónicas sobre las decisiones políticas y económicas, las causas judiciales y su lugar en la historia del justicialismo de Carlos Saúl Menem, muchos recordarán las visitas ilustres a la residencia de Olivos y los muchos rumores de romances con famosas locales.

 

Además de las imágenes de sus encuentros con personalidades internacionales como Madonna, Claudia Schiffer y Xuxa que alimentaban la leyenda del mandatario como seductor empedernido que, en la década del 90, confirmaba en las revistas de actualidad hasta su exesposa, Zulema Yoma.

 

 

Como no había sucedido antes en la Argentina, en su etapa como presidente Menem entendió que el favor del público era voluble pero que la exposición y el acercamiento con los ídolos indiscutidos eran una herramienta efectiva para sostener su imagen como un político cercano a la gente y tan carismático que podía encantar hasta a las estrellas.

 

De la caballerosidad y el baile árabe en Almorzando con Mirtha Legrand hasta la charla distendida con Marcelo Tinelli en Videomatch a pocos días de las elecciones de 1995 y el documentado encuentro con los Rolling Stones unos meses antes, fueron efectivas estrategias de campaña que dieron forma al vínculo con los votantes como espectadores.

 

 

Para los fanáticos de los Rolling Stones, la emoción de la primera visita del grupo británico a la Argentina quedó fundida con la imagen de sus integrantes sonrientes junto al entonces primer mandatario.

 

“El presidente no conocía nada sobre rock, pero estaba en plena campaña electoral y sabía que su encuentro iba a repercutir. Se lo iba a ver como un presidente abierto, que podía recibir británicos.

 

Y “todo sirve en una campaña”, decía hace unos años Juan Bautista “Tata” Yofre, escritor y por entonces asesor del presidente Carlos Menem, en una nota sobre la visita de la banda publicada en la revista Rolling Stone.

 

Se cuenta allí que luego de una clase impartida por un agente del MI6, el servicio de inteligencia británico, sobre las relaciones políticas entre Argentina y Gran Bretaña luego de la Guerra de Malvinas, los Stones fueron hacia la residencia de Olivos donde el presidente Menem los esperaba con un traje color crema.

 

“¡Follow me!”, les dijo, con inglés de acento riojano, y los condujo hacia un salón repleto de curiosos, con una mesa en la que había pizza, champagne, empanadas y vino tinto de las bodegas Menem”, reconstruye la crónica escrita por Javier Sinay.

 

Entre bromas sobre el estadio de River dónde tocó la banda, “el estadio más importante del mundo”, algo de política internacional y, según los presentes en el encuentro, un apoyo explícito de Mick Jagger (“quienes gobiernan bien merecen la chance de una reelección”), el encuentro terminó con los habanos que Menem recibía de Fidel Castro y la histórica foto en la que Keith Richards y Ron Wood lo rodean y lo abrazan.

 

Claro que aunque se trate de uno de los más recordados cruces entre el mundo de la política de aquellos años y el universo del espectáculo, lo cierto es que en los 90, con la llegada de muchos artistas internacionales a la Argentina, esa novedosa sinergia era bastante usual. Por la quinta de Olivos antes había pasado Michael Jackson junto a su comitiva cuando llegó al país durante su gira mundial Dangerous.

 

 

A pesar de que hoy las imágenes del rey del pop junto a Menem y los niños que lo acompañaban en sus viajes, tras las denuncias de abusos que muchos de ellos dicen haber sufrido por parte del cantante tienen un impacto negativo, en su momento reflejaban los tiempos de bonanza del país y la apertura al mundo que pregonaba aquél gobierno.

 

También es cierto que no todos los puntos de contacto entre el presidente y los músicos que llegaban a la Argentina se prestaban para la sonrisa y la foto. A fines de 1992, la banda norteamericana Guns n’ Roses iba a tocar por primera vez en el país para emoción de sus muchos fanáticos que esperaban con ansias los recitales de diciembre.

 

Sin embargo, un rumor que indicaba que el cantante Axel Rose había quemado una bandera argentina durante un show en París y que había dicho que se limpiaría las botas después de pisar tierra argentina, cambió celebración por preocupación. Aquel despropósito que algunos medios fustigaban hizo que el presidente diera un mensaje televisivo instando al público a no asistir al recital en River.

 

“Lo lógico hubiera sido prohibirlos, pero esto en el mundo, con toda seguridad, hubiera servido para que nos criticaran y nos tildaran de autoritarios”, decía Menem en aquel discurso. “Yo les pediría a los organizadores, a los que traen a los artistas, que tengan mucho cuidado con la elección de estos grupos, que son verdaderos forajidos”, concluía aquella vez que por unos días el mundo del espectáculo que tanto le gustaba frecuentar se volvió su enemigo. Al menos públicamente.

 

No sería la última aunque las cosas resultaron bastante distintas. En 1994, Oliver Stone visitó la Argentina con la intención de empezar a producir una película sobre Eva Perón. En ese viaje el director de Pelotón y JFK se reunió con el presidente Menem que pareció darle el visto bueno al proyecto que tenía a Michelle Pfeiffer como protagonista.

 

Sin embargo, cuando se comenzó a difundir que Stone haría una adaptación del musical Evita, de Andrew Lloyd Webber, al tiempo que la cúpula del Partido Justicialista expresó públicamente su desacuerdo con el contenido de la obra, el apoyo presidencial se diluyó. Hasta que en 1996 Madonna decidió protagonizar el film bajo las órdenes del director Alan Parker.

 

Para muchos, que aquella película obtuviera el beneplácito del gobierno que se le había negado antes a Stone tuvo directa relación con las reuniones entre la cantante y el presidente Menem. En el diario de rodaje de Madonna, que la revista Vanity Fair publicó hace unos años, la reina del pop menciona a Menem como un hombre “encantador”.

 

“Me sorprendió cuánto me gustó”, decía Madonna en uno de los pasajes de su diario. “Me fui flotando. Su magia funcionó sobre mí”, contaba la estrella que luego describió la reunión y sus impresiones del presidente en detalle: “El (Menem) estaba rodeado de unos hombres de aspecto sospechoso, y de una mujer muy hermosa y formal que hizo de traductora. Nos sentamos enseguida, y sus ojos se paseaban por cada pulgada de mi cuerpo, mirando a través mío. Un hombre muy seductor. Me di cuenta que tiene pies pequeños y que se tiñe el pelo de negro. Me dijo que me parecía a Evita, a la que él conoció cuando era muy joven”.

 

Años después de la filmación de la película de la que también participaron Antonio Banderas y Jonathan Pryce, que interpretaba a Perón, los recuerdos de aquel tiempo volvieron al ámbito público cuando Vanity Fair incluyó en su nota sobre el rodaje pasajes en los que Madonna hablaba de aquel encuentro: “No me sacaba los ojos de encima”. “Lo agarré mirando el bretel de mi corpiño, que apenas se podía ver. El siguió haciendo esto toda la noche, con sus ojos perforadores, y cuando lo descubría mirando, sus ojos se quedaban con los míos”.

 

Más allá de las reuniones de protocolo al estilo Menem, en los años 90 el expresidente estableció vínculos amistosos con reconocidas figuras del espectáculo local. Gerardo Sofovich fue uno de sus defensores más leales.

 

El productor y conductor que fue nombrado interventor del canal público en 1991, función que dejó un año después acusado de una defraudación por 36 millones de dólares, siempre expresó su admiración por Menem. Hace unos años, en una entrevista con LA NACIÓN, el fallecido conductor declaró: “Sigo siendo amigo de Carlos. Él rema contra el viento. Es un animal político, que va a morir haciendo política. Carlos fue eficaz. Sé cuáles fueron las asignaturas pendientes que dejó, las discutí con él. La historia va a decir que el balance fue positivo. Se hizo una demonización muy grande de Menem y muy injusta”.

 

Otro de los defensores del expresidente en el mundo artístico fue un tanto más inesperado y dio pie a una de las anécdotas más recordadas de sus últimos años en el poder. Además de una de las imágenes más sorprendentes. Esa en la que Menem está sentado frente a un teclado acompañado por Charly García, ambos luciendo el brazalete de “Say No More” que el músico utilizaba por aquella época.

 

En 1999, la visita de personajes del deporte, la cultura y el espectáculo eran un ritual que se repetía todos los martes en la quinta de Olivos. Y García era una figurita difícil que el presidente insistía en invitar. Como contó el propio músico meses después de aquel encuentro: ”Eso me pareció alucinante, un acto casi de (Andy) Warhol. Y me pareció que fue cholulez mutua. El fue muy valiente. Me gustó que yo no pude ir un par de veces y él insistió directamente por teléfono. Me encantó que se pusiera el brazalete de Say No More y cuando se animó con el piano. Además, no estaba en campaña ni me podía utilizar para nada. Creo que realmente fue el acto de un fan”, resumía García a su estilo aquel encuentro que incluyó un mini recital que quedó grabado en un disco de edición limitada -poco más de 300 copias repartidas entre los dos “Charly”- que el músico tituló Charly & Charly en vivo en Olivos.

 

Tal vez el punto más alto de la relación del expresidente con los famosos fue su casamiento con Cecilia Bolocco. La conductora televisiva chilena y ex Miss Mundo lo había entrevistado en 1999, en Anillaco, y de aquel compromiso profesional nació un vínculo sentimental que fascinó a los chimenteros de ambos lados de la cordillera. Unos meses antes de que se casaran en el pueblo natal de Menem dónde se habían conocido, Bolocco habló de su romance en el living de Susana Gimenez.

 

“Tiene un ángel particular, único. No es alto, pero irradia una energía tan potente”, decía la periodista que ante la curiosidad de Giménez sobre los regalos que había recibido de parte de su enamorado repitió casi exactamente lo que años antes había dicho Madonna. “No me mandó nada. Pero me miró a los ojos, y fue suficiente”, contó Bolocco en el programa sobre su romance nacido frente a las cámaras que culminó en 2007, después de seis años de matrimonio y el nacimiento de Máximo, el hijo de ambos.

 

 

Fuente: La Nación

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