La Confederación Económica de Misiones despidió a Pancho Szychowski y reconoció la impronta que dejó el empresario yerbatero

La Confederación Económica de Misiones (CEM) despidió al empresario yerbatero “Pancho” Szychowski, quien falleció en la tarde del miércoles a los 94 años. Fue uno de los referentes históricos del desarrollo de la industria de la yerba mate en la Argentina, que condujo durante décadas la firma La Cachuera, cuyo principal marca es yerba Mate y arroz “Amanda”, distribuidos en todo el país. 

 

Szychowski, fue el patriarca de una familia yerbatera con gran influencia de la economía de Misiones durante décadas. Es por eso que desde la CEM despidieron con gran pesar al empresario yerbatero. 

 

“La CEM lamenta con profundo pesar la partida de Juan Alfredo «Pancho» Szychowski, empresario yerbatero y dirigente gremial empresario que deja su impronta en todo Misiones. Lo tendremos siempre presente”

 

El empresario yerbatero estuvo internado durante el mes de Junio en el sanatorio Boratti de Posadas, luego de dar positivo para coronavirus  y luego de tres semanas superó la enfermedad.  Y  tan solo 7 meses después y a sus 94 años, dejó este mundo pero dejo su impronta en el sector yerbatero de Misiones y la región. 

 

 Pancho Szychowski
La CEM despidió a Pancho Szychowski en su cuenta de Twitter.

 

La influencia de Pancho Szychowski en la industria yerbatera 

En sus comienzos como yerbatero, en 1917, don Juan Szychowski plantó 15 hectáreas. “Esto es interesante para la historia de Misiones, porque los primeros colonos se dedicaban a plantar trigo, maíz, para alimentación propia y vender los excedentes, además de poroto, batata y mandioca, que conocieron después. Y les dedicaban las mejores tierras a esos cultivos”, señaló su nieto. Su padre le dio impulso vital a la plantación.

 

Recuerda como, en su niñez, colaboraba toda la familia en combatir una plaga terrible, la hormiga. “En una noche, les hacía desastres. Ya era plaga nacional en aquella época y continúa siéndolo. Tenían el problema de la hormiga y de la langosta, pero resulta que la langosta no comía la yerba. Entonces encontraron un tremendo alivio en esa plantación. Y cuando éramos chicos todavía, con mi hermano y mi hermana, a la tardecita, teníamos que cortar gajos de paraíso y juntar en el campo ortiga brava que les gustaba a las hormigas. Entonces se le ponía alrededor de la mina para que se entretengan y no vayan al cultivo”.

 

Comenzó entonces un período en el que los colonos dedicaron sus mejores tierras a la yerba mate, valiosa e inmune a las hormigas. “Y entonces en Misiones surgió un cultivo de minifundio que fue la fortaleza de los períodos de crisis de la yerba”. “El consumo y la producción habían crecido y era tan rentable que vinieron capitales externos a la zona de Pindapoy, Centinela, ingleses, en la zona sureste de Misiones polacos y ucranios, en Santo Pipó suizos, en Eldorado, alemanes, y Oberá era un crisol de razas desde noruegos, polacos, nórdicos, ingleses a suecos y finlandeses”, agregó.

 

 

Y fue precisamente en Apóstoles donde la historia de La Cachuera, la producción inicial de yerba de la familia, dio un vuelco esencial. Luego de 1931, cuando don Juan ya había inaugurado su tercer molino donde hoy está el museo, conoció al mecánico norteamericano Lucio Paniagua, con taller en Apóstoles. “Había comprado un Ruby que consumía mucho combustible y decidió visitarlo. Al verlo a Paniagua, con guardapolvo gris y sin una mancha de grasa, preguntó por el mecánico. Y el hombre respondió: ‘el mecánico soy yo’, lo que sorprendió a mi padre porque antes el mecánico era de mayor prestigio cuanto más engrasado”.

 

 

Paniagua solucionó el problema en un santiamén. “Vamos a arrancarlo dijo el mecánico y papá le advirtió ‘cuidado que patea’ (habitual en los antiguos autos que se ponían en marcha a manija). Le dio media manija y ya arrancó, con un andar espectacular”. De allí surgió una amistad que se afianzó por el gusto común por la mecánica. “Cuando Paniagua visitó ese tercer molino, no daba crédito a lo que veía. Era muy culto y entablaron una amistad muy sincera por lo que luego lo invitó a asociarse”.

 

Corría 1937 y soñaba con su molino de yerba, superando la etapa de los molinos dedicados al maíz y al arroz. “Pero le faltaba capital y gracias a la sociedad con Paniagua logró el molino que él quería hacer.Así que el primer molino de la Cachuera fue en sociedad con un norteamericano. Un descendiente de españoles que vino a recalar a Apóstoles porque el único hermano de su señora, de apellido Arranz, había viajado a la Argentina a plantar yerba mate y se radicó cerca de San José”.

 

Al final se cumplió su sueño y nació la firma Juan Szychowski y Compañía, hasta que los Paniagua se mudaron a Bolivia. “El matrimonio había tenido una sola hija que se había casado con un ingeniero en minas que trabajaba en Bolivia en las minas de plata de Patiño. En Potosí. Este Patiño llegó a acuñar moneda y vivía en París donde era uno de los magnates más grandes. Era su única hija, quedó embarazada, y la esposa María, que era un amor, consideró que era su deber estar al lado de su hija y le vendieron a Papá la parte del molino y se fueron a Bolivia”.

 

La firma pasó entonces a llamarse Juan Szychowski e hijos y comenzaba la historia de una yerba que dejó su huella en el paladar argentino y de otras latitudes donde se exporta. Más tarde los Paniagua se radicaron en Florida, Buenos Aires, y Lucio instaló su taller en la Avenida Maipú, de Olivos, donde recibían a menudo la visita de Pancho, cuando este hacía el servicio militar en Buenos Aires.

 

“Los domingos, cuando hacia el servicio militar en la Armada (primero como chofer en Puerto Belgrano y el segundo año como furriel en la Dirección General de Material Naval de Buenos Aires), iba a visitarlos y él me enseñaba a soldar con autógena y soldadura eléctrica; eran amorosos y tenían un gran amor a mi padre. Y a nosotros, los hijos que para ellos eran como sus hijos”, recordó.

 

 

El gobierno peronista había eliminado la excepción del servicio militar para los universitarios. Por ello retrasó sus estudios de Ingeniería Química que había iniciado en 1948 en Santa Fe. Sus compañeros y amigos “Titín” Tabbiay Larguía, entre otros, ya estaban en tercero. “Ya estaban en tercer año y yo debía todavía dos materias de primero, me desanimé y le hablé a Papá. Antes no había una evaluación para ver qué carrera seguir, y esto lo resolví tomando unos chopp en el Club Tokio, frente a la Plaza 9 de Julio junto al “Flaco” Tabbia, el hermano de Titín, y Julio Hierro hijo de un vidriero”.

 

Luego le propuso a su padre estudiar Agronomía, pero recibió el llamado de su padre quien amenazó con cerrar el molino si los hijos no se hacían cargo. Corría 1951 y en 1955, cuando La Cachuera aún era una pequeña empresa, Juan Alfredo debió salir a buscar trabajo afuera. La primera propuesta fue trabajar en la Estancia Villa Corina, con 16 mil hectáreas y 10.000 cabezas de ganado. Luego propuso instalar un molino yerbatero y como uno de la familia propietaria se opuso, decidió marcharse.

 

Más tarde volvió de Corrientes a Posadas, donde se casó con María Aleida Torres, recientemente fallecida. “Mi señora era parte de la sociedad de Posadas y acá vivía en su ambiente, su clima, con primas, amistades, toda una parte social. Me ofrecieron que administrara el Molino Mañanita, creado por el español Generoso Escudero, cuya esposa profesora de francés había sido profesora mía del Colegio Nacional”. Su labor allí fue exitosa y luego vino su etapa de viajante.

 

En el borde de los años 60, un hermano de “Pancho” intentó comprar la empresa fundada por Juan Szychowski. “Pero vivía mi madre, que sobrevivió 14 años a mi Papá y vender la empresa y llevarla a vivir en una casita en Apóstoles hubiera significado su muerte en 30 días. Era un desafío muy grande, porque financieramente (La Cachuera) estaba en la lona y con mucha deuda. Y asumí la administración desde 1966 hasta el 2010”, relató.

 

“Logré hacer con trabajo, con honestidad, sobre todo con mucha honestidad, la empresa que es hoy. La tomé con 7 obreros y la dejé con 550, todos operarios, todos contentos e inscriptos, y 70 administrativos. Dos molinos de yerba para el mercado interno, uno para exportación, dos molinos de arroz, uno en Posadas, en Villa Lanús, y otro muy grande en Ita Ibaté, con silos, secado de arroz; y cultivamos entre 1200 y 1400 hectáreas anuales de arroz”.

 

Los datos son concluyentes y los subraya con una frase. “En yerba, La Cachuera figuraba por el número 87 entre los 100 molinos que había en el país y lo posicioné como el segundo molino en importancia del país. El principal es Taragüi y el segundo Amanda. Y la principal exportadora de yerba mate de la Argentina”.

 

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