Granja Biodinámica: tecnología, creatividad juvenil y la decisión de un padre que multiplicó la potencialidad del suelo misionero a fuerza de tesón y fe

Paz, simpleza, unidad con la naturaleza, alegría… forman parte del lenguaje diario de la familia Furlán (papá Juan Carlos e hijos Camilo y Jazmín), protagonistas por estos días de una explosión comunicativa con centro en la “Granja Biodinámica El Ceibalito” ubicada a pocos kilómetros de Posadas, en la zona rural de Cerro Corá.

 

El trío que compone la familia humana se amplía con los integrantes del mundo animal compuesto por gatos, perros, conejos, chanchos, gallinas de todos los colores, una vaca que restó de cuando se vendieron otras cuatro para convertir el dinero de la venta en una serie de implementos necesarios para armar un sistema de recolección de agua de lluvia, sumamente necesaria en este lugar que no para de crecer, entre otras especies que conviven en un espacio ganado al monte y a la vera de una vertiente.

 

Acá todo tiene su razón de ser…y de estar, en armonía con la naturaleza en el más amplio sentido de la palabra, ya que se realiza un aprovechamiento integral de todas las partes que constituyen este microespacio desde donde se difunden formas, maneras, métodos técnicos y humanos para obtener el sustento diario, sin dañar al ambiente natural.

 

Alejados del mundanal barullo de las ciudades, dos adolescentes acompañan a un padre preocupado en proponer una nueva forma de relación entre humanos, plantas y animales. Así, es posible visualizar al paso, la presencia y convivencia armónica de distintas especies que crecen, se reproducen y viven arrullados apenas por la brisa fresca del monte misionero, el canto de los pájaros y la paz que habita en esos cuerpos que “volvieron al origen”.

 

Es la forma en que Furlán explica esta obsesión por la tierra, por el trabajo de mantenerla viva y por optimizar los generosos obsequios que ella aporta a quien la cultiva y nutre.

 

El “juego” de crear y recrear

No es difícil entonces entender cómo un jovencito de 15 años se apasionó de pronto en la tarea de buscar soluciones tecnológicas a las necesidades de cada actividad que los ocupan en la chacra a la que denominaron “Granja biodinámica”, concepto diferencial con el que presentan al mundo la obra familiar de “El Ceibalito”.

 

Camilo tiene una sonrisa amplia y una mirada tímida que transforma sus ojos cuando de tecnología se trata. Soñaba con las soluciones que el sistema “Arduino” podría proporcionar para cada una de las necesidades técnicas que se presentan en la cotidianeidad de la granja.

 

Con un celular “que no sirve para mucho” y con una conexión a internet deficiente se las ingenió para inventar un método de medición de temperatura de las pilas de compostaje que arma junto a su padre Juan Carlos y su hermana Jazmín.

 

La publicación del sistema que nació fruto de su ingenio y curiosidad fue la punta del iceberg que ayudó a visibilizar los diferentes aspectos de este emprendimiento familiar nacido de los sueños “locos” de quien abandonó la comodidad de la ciudad hace algunos años, para invertir tiempo, paciencia y pasión a esta actividad compartida entre dos generaciones Furlán.

 

La primera respuesta tecnológica llegó hace un tiempo de la mano de Marandú Comunicación, la empresa estatal misionera que hizo posible la conexión de internet necesaria para ampliar los conocimientos y brindar un salto de calidad en los incipientes emprendimientos tecnológicos de Camilo adolescente, pensados para la chacra.

 

Luego fue la Escuela de Robótica que le obsequió un kit de robótica y decidió la apertura de una sede en Cerro Corá; más tarde llegó la computadora, donada por la Fundación Ferroclub del Nordeste y la multiplicación de una historia hecha con la enorme alegría de quien disfruta del conocimiento y de su aplicación para resolver los desafíos diarios de vivir y convivir con la Naturaleza, de manera sustentable y creativa.

 

Aunque la humildad propia de los grandes no le permite pedir, es evidente que su actividad se vería notablemente beneficiada con la incorporación de un Smartphone (teléfono inteligente) con mayores posibilidades que el viejo aparato con el que solía desplazarse varios metros a la redonda, buscando señales para comunicarse.

El agua bendita que cae del cielo

El proyecto último que los tuvo ocupados en los últimos días fue el de recoger agua de lluvia para mantener con la humedad suficiente todo el sistema ideado para obtener un compostaje adecuado para volver a nutrir el suelo de cultivo. Para su obtención, debieron vender cuatro ejemplar de ganado que tenían y así lograron comprar los implementos necesarios para la recolección y distribución del agua de lluvia que por estos días fue generosa, después de una sequía que los afectó como al resto de la provincia.

 

Sin embargo, una perforación sería la solución definitiva para enfrentar la actividad de una granja que creció con la pandemia y las actividades que realiza Furlán padre para difundir entre los colonos de la zona cada uno de los avances obtenidos en su propiedad. Por ahora es solo una meta a largo plazo, ya que con lo que obtienen de la granja no podrían hacer realidad una perforación que les provea del vital elemento en cantidad suficiente para familia, animales y plantas.

 

Aunque no hablen de “planes o proyectos”, en carpeta está la pronta puesta en red de una página web, un canal de YouTube y la ampliación de las redes sociales para que la experiencia “El Ceibalito” llegue a más hogares, contagie a más jóvenes y familias, para de esa forma hacer crecer la comunidad (común+unidad) de seres que hagan de este planeta un mejor lugar para vivir.

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