Inmigrante forma parte del servicio penitenciario en Misiones

Toca sus anillos, junta las manos y luego mira sus palmas, mientras piensa las respuestas. ¿Porqué Argentina, porqué Misiones y porqué el Servicio Penitenciario?. Quizás durante el silencio, en su mente las imágenes de una infancia y adolescencia complicada reforzaron la decisión de dejar Haití para emigrar a la Argentina, cambió el futuro de ella, su marido e hijos. La historia de una familia inmigrante.

 

Minouche Nozil tiene 35 años, hija de madre soltera, llegó a Misiones hace 14 años junto a su pareja para estudiar y progresar académica y laboralmente. Es licenciada en Enfermería y no siente que es insignia de la lucha de igualdad porque cree que en Misiones todos tienen las mismas chances de crecer. “Estoy convencida que hay que creer y luchar por lo que uno sueña”, sentenció.

 

Remarca con un tono de voz firme, que fue difícil la carrera como para cualquier estudiante. Ella tenía un impedimento más complejo que los demás, debía traducir los apuntes palabra por palabra para aprender el idioma y así poder, estudiar. Con ayuda de compañeros y su familia, logró su meta en cuatro años.

 

 

La decisión de pertenecer al Servicio Penitenciario Provincial nació por medio de una amiga que integra la fuerza y que le transmitió la vocación. Relata que, además, cada vez que iba a la facultad desde el albergue universitario, situado en Miguel Lanús, observaba a los cadetes formados izando las banderas. “ver la prolijidad, el sentimiento patrio y la camisa celeste me motivaron a buscar los recursos y aprendizajes para poder ser parte de la Institución Penitenciaria”, mencionó Minouche. Sabe que ser parte de una fuerza de seguridad y enfermera la convirtió en personal esencial durante la pandemia.

 

Actualmente integra la División Sanidad del Instituto Universitario de Seguridad sede Servicio Penitenciario de Misiones, en donde cumple la función de auxiliar de enfermería, profesión que eligió durante su infancia. Recuerda que ayudaba a todos sus compañeros de la escuela cuando sufrían alguna lesión en los juegos del recreo.

 

 

Junto a su pareja, que es licenciado en trabajo social y próximo a recibirse en una maestría, están convencidos que en la tierra colorada sus hijos tendrán oportunidades totalmente diferentes a las de ellos. “Miro a mis niños y veo una infancia distinta con otra calidad de vida; que con esfuerzo conseguimos, migré para progresar, para estudiar”.

 

Cuna de inmigrantes, crisol de razas y tierra de segundas oportunidades, hoy Minouche y su familia agradece a Misiones por permitir hacer realidad sus sueños.

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