Reflexión del pastor David Decena: “La economía del Reino”

Jesús habló sobre los bienes materiales varias veces, para darnos luz sobre el lugar que las riquezas deben ocupar en la vida de un seguidor suyo. Sencillamente no podemos amar al dinero, pero no amar al dinero no significa detestarlo. Muchas veces el que no ama al dinero, se tira al extremo de considerarlo diabólico, pero no es ni lo uno, ni lo otro. El deseo de Dios es mostrarnos que en Cristo lo tenemos todo y no nos falta nada.

 

“Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él. – Hay una cosa que todavía no has hecho- le dijo. Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme. Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones. Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!. Los discípulos quedaron asombrados de sus palabras.

 

Pero Jesús volvió a decir: Queridos hijos, es muy difícil entrar en el reino de Dios. De hecho ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!. Los discípulos quedaron atónitos. -Entonces, ¿quién podrá ser salvo?- preguntaron. Jesús los miró fijamente y dijo: humanamente hablando, es imposible, pero no para Dios. Con Dios, todo es posible. Entonces Pedro comenzó a hablar. -Nosotros hemos dejado todo para seguirte- dijo. -Así es- respondió Jesús, y les aseguro que todo el que haya dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o bienes por mi causa y por la Buena Noticia recibirá ahora a cambio cien veces más el número de casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y bienes, junto con persecución; y en el mundo que vendrá, esa persona tendrá la vida eterna». Marcos 10:21-30 NTV.

 

La cultura del Reino nos plantea un desafío de cambio en todos los frentes. Eso incluye nuestra relación con los bienes materiales. Jesús habló sobre el asunto en distintas ocasiones, para darnos luz sobre el lugar que las riquezas deben ocupar en la vida de un seguidor suyo. Sencillamente no podemos amar al dinero, no amar al dinero no significa detestarlo. Muchas veces el que no ama al dinero, se tiró al extremo de considerarlo diabólico, pero no es ni lo uno, ni lo otro.

 

El deseo de Dios es mostrarnos que en Cristo lo tenemos todo y no nos falta nada. Pablo habla sobre esto en Colosenses 2:10 (NTV). Y su visión sobre todo lo que hay en Cristo incluye a los bienes materiales en Filipenses 4:19 (NTV). Jesús mismo dijo que vino a darnos una vida abundante, y como vemos en sus palabras en Marcos 10, evidentemente no tiene problema con la provisión material.

 

 


1- En el Reino los bienes materiales no son el problema, sino el amor a ellos

Pablo dijo que el amor al dinero “es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas”(1 Timoteo 6:10 NTV). Esto no fue un invento de Él, sino una revelación que Jesús mismo dio. Cuando vemos la recomendación de Jesús al rico encontramos que su problema era el amor al dinero.

 

La única forma que tenía para enfrentar esta situación era renunciar a lo que era un ídolo en su vida. Si somos discípulos de Jesús nuestro tesoro debe ser Él y nadie más. Porque como Él mismo dijo: “Donde esté tu tesoro allí también estará tu corazón”. Solo Jesús debe tener nuestro enfoque.

 

Es más, Jesús en ese mismo episodio, y a pesar de advertir lo difícil que era para los ricos entrar al Reino, aclaró que no hay nada imposible para Dios. Entonces, si no pasa por ser rico o pobre, sino por el estado de nuestro corazón, ¿cómo está éste?

 

2- En el Reino las riquezas son un medio, no un fin

Los evangelios registran a un grupo de mujeres de alto status socioeconómico (Lucas 8:3), y a individuos como José de Arimatea, que le dio a Jesús una sepultura digna una persona de buena posición económica (Lucas 23:50 al 53).

 

La revelación detrás de esto es que las riquezas muchas veces son útiles y hasta fundamentales para extender el Reino en la tierra. El problema surge cuando las riquezas son un fin que queremos alcanzar y no un medio para algo superior.

 

La iglesia primitiva tampoco tuvo problemas con administrar el dinero para los fines del Reino lo vemos en Hechos 4:32-35 NTV

 

Veamos que los apóstoles mismos recibían el dinero y lo administraban para determinados fines que tenían relación con la tarea que Dios les había asignado. Si nuestras intenciones son buenas, y deseamos la voluntad de Dios, podemos esperar confiados de que Él no dejará de proveernos los medios para alcanzar ese fin para el cual nos llamó. ¡Jamás habrá un justo desamparado ni su descendencia que mendigue el pan!

 

 

3- En el Reino nada es nuestro, aunque lo tenemos todo

Una de las revelaciones más grandes que se esconden en la economía del Reino es que somos administradores de bienes que no nos pertenecen. El dueño y proveedor es nuestro Padre. En lo que a generosidad respecta, el diezmo no es un techo, sino un piso. Mi techo es todo lo que poseo. Sobre todo, eso Dios me puso como administrador, y así como me dio lo que tengo, me lo puede demandar. Jesús no tuvo problema en sugerir al rico que vendiera todo.

 

En el principio de la iglesia, muchos eran movidos por el Espíritu a vender sus propiedades y entregar sus ganancias a los apóstoles (Hechos 4:32 al 35). Ese fue el caso de Bernabé, quien luego sería un reconocido apóstol junto con Pablo. Al ser administradores de todo lo que Dios nos da, debemos ser generosos con la seguridad de que Él no nos dejará faltar nada. Jesús nos advirtió sobre las preocupaciones porque los bienes materiales, haciendo ver que ellas no pueden quitarnos la paz.

 

 

4- En el Reino nuestra abundancia está determinada por nuestra generosidad, y nuestra generosidad por nuestra dependencia

En Marcos 10 Jesús fue claro respecto a la abundancia que desata la generosidad y el desprendimiento, dijo que recibiríamos 100 veces más en la tierra de aquello que diéramos. El problema es que nos cuesta creer esto hasta verlo, pero no funciona así la fe tenemos que creer, accionar, y recién allí veremos.

 

La clave detrás de la abundancia del Reino está en que la economía deje de ser un peso que carga nuestro corazón. Es imposible que vivamos en la generosidad radical que tuvo la iglesia primitiva si vivimos preocupados por llegar a fin de mes.

 

Esto se refleja en el “gran gozo” que tuvo la primera iglesia. O casualidad esta idea aparece al lado de “generosidad” en Hechos 2:44-46 NTV
Cuando dependemos del Espíritu de Dios, estamos a merced de su guía. Muchos de nosotros hemos obedecido a la generosidad radical a la que nos empujaba, y eso ha provocado que se abran puertas de abundancia inesperadas. La vida abundante que Jesús vino a darnos es de sorpresas inesperadas, pero, para vivir eso, debemos confiar en Él y depender por completo de que, así como nos da, nos pide. Y Él sabe todo.

 

Pensemos en Abraham, nuestro padre en la fe, él nos introdujo al diezmo, haciéndolo antes que nadie (Génesis 14:17). Y además ni siquiera mezquinó al hijo prometido, que había tardado 25 años en llegar, cuando Dios se lo pidió (Génesis 22). Lo que tuvo Abraham y nosotros necesitamos, es una confianza ciega en Dios respecto a que la bendición, en todos los ámbitos, viene de Él.

 

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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