Reflexión del Pastor David Decena: “Alma y cuerpo”

Vamos a abordar hoy algo que pocas veces se aborda: la dimensión espiritual que hay detrás de lo que hacemos con nuestro cuerpo, y con nuestra alma. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

Con el Nuevo Pacto entendemos que tenemos espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23) solemos pensar que la vida espiritual consiste solamente en atender lo que sucede en nuestro espíritu, porque éste es el que se comunica con el Espíritu de Dios (Romanos 8:16). Pero quedarnos solo con esa idea desconoce lo que sucede en nuestra alma y en nuestro cuerpo, tiene un doble mecanismo: refleja lo que hay en nuestro espíritu, y afecta a nuestro espíritu.

Dos ejemplos sencillos: si miento, estoy reflejando una condición de mi ser interior que evidencia que no estoy escuchando, ni obedeciendo al Espíritu Santo, sino a la naturaleza pecaminosa. A su vez, si jamás había mentido y lo hago, estoy dándole autoridad en mi espíritu, a través de mi cuerpo, a la naturaleza pecaminosa. A largo plazo, eso solo me somete a una cadena de más y más acciones que me alejan del Padre.

Lo mismo podríamos decir de nuestra alma, las emociones que dejamos reflejar hablan del estado de ella. Puede estar muy herida, y eso se verá en nuestra tristeza, orgullo, etc. O puede estar muy sana, y eso se verá en nuestra alegría, paz, etc.

Para un cristiano el espíritu puede ser el centro de su vida, pero lo que sucede en el espíritu está condicionado a lo que hagamos con nuestra alma y nuestro cuerpo. Jesús dijo que uno de los mandamientos más importantes es amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todo nuestro ser (Marcos 12:30).

El Señor tomó estas palabras de Deuteronomio: “Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.”Deuteronomio 6:5 NTV

En el hebreo original hacen referencia a un amor que engloba todo nuestro ser. Lo que significa lo siguiente:

-“Corazón” es Lebáb. Centro de los pensamientos y las emociones.

– “Alma” es Néfesh. Es un alma en sentido espiritual, es el alma eterna, que da vida a la persona. En el Nuevo Pacto podríamos asimilarlo al espíritu.

– “Fuerzas” es Meód. Refiere a una acción con vehemencia y potencia. Por lo que podemos hablar de cuerpo.

Veamos algunos principios que nos servirán para evaluar el estado de nuestro ser, y alinear nuestro cuerpo y emociones a la voluntad del Padre:


1- Lo que hago con mi alma y mi cuerpo habla de mi estado espiritual

Cuando no tenemos conciencia de que Dios espera que le amemos con todo lo que somos, diferenciamos nuestro “creer” en Él, restringiéndolo solo al espíritu. Eso nos lleva a dar lugar a emociones, intenciones y acciones, totalmente ajenas a la vida del Espíritu que Él está queriendo cultivar en nosotros.

No puedo decir que creo en Dios y fornicar. O decir que amo a Dios y dar rienda suelta a la ira, como si no fuera un problema. Pablo habló de esta lucha por quien domina nuestro ser en Gálatas 5:16-18 NTV.

A quien le demos el lugar y la autoridad para guiar nuestra vida terminará dictando cuáles son nuestras emociones y acciones. Cuando no podemos arrodillarnos para orar o adorar; cuando no podemos levantar los brazos al exaltarlo o hablar con Él; cuando no podemos saltar y bailar en su presencia, con vehemencia o alegría, tenemos a nuestro cuerpo y a nuestra alma disociados de lo que decimos qué pasa en nuestro espíritu.

Nuestro desafío es que Dios pueda ver que lo amamos con todo nuestro espíritu, alma y cuerpo. Que nuestras emociones, pensamientos y acciones reflejen ese amor que le tenemos. Esta actitud siempre nos tendrá pegados a su corazón, viviendo en su voluntad y gozando de sus bendiciones.


2- Dios me da la capacidad de someter a mi cuerpo y a mi alma

Muchos de nosotros hemos tardado tiempo en comprender que podíamos someter a nuestra alma y a nuestro cuerpo para hacer la voluntad de Dios. Esto en la Biblia se conoce como dominio propio. El problema surge porque a veces no sentimos ganas de hacer lo que sabemos que debemos hacer, es más tenemos muchas ganas de hacer todo lo contrario a lo que Dios nos llama a hacer.

Esta es la lucha entre el espíritu y la carne, la “carne” no refiere al cuerpo, sino a la naturaleza que nos lleva a pecar. A través de nuestras emociones, pensamientos y acciones. Pero Pablo nos da una clave para tener victoria y alinear nuestro cuerpo y nuestra alma con lo que vive nuestro espíritu:

“¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero solo una persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar! Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire. Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado”.1 Corintios 9:24-27 NTV

La clave está en aprender a disciplinarme a mí mismo. Otras versiones en vez de “disciplino” dicen “someto”. Someter a mi cuerpo significa que lo empujo a los deseos de Dios. Lucho contra lo que tengo que luchar, con todas mis fuerzas, para ser lo que Dios espera. Y el Espíritu me capacita para lograrlo cuando ve en mi la determinación


3- Mi búsqueda espiritual provocará que mi alma y mi cuerpo deseen a Dios


Es importante saber que no podemos vivir toda nuestra vida cristiana sufriendo por no poder tener nuestro espíritu, alma y cuerpo alineados a la voluntad del Padre. Algunos tienen esa visión de la vida cristiana. Necesitamos llegar al punto en que nuestra entrega provoque lo que describió el rey David: “Oh Dios, tú eres mi Dios; ¡de todo corazón te busco! Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua”. Salmos 63:1 NTV

Este pasaje expresa un deseo natural que brotaba del alma y el cuerpo de David, él había adorado a Dios desde muy pequeño, y permanecer en la presencia de Dios lo llevó a anhelarlo con todo su ser.

Podemos ver esta realidad años después, cuando David trajo el arca a Jerusalén (2 Samuel 6). Siendo ya rey, entró bailando, cantando a los gritos, y expresándole a Dios todo el amor que sentía por Él.

Muchas veces la falta de libertad física y emocional tienen que ver con heridas en el ser interior que no fueron sanas, y nos impiden reflejar lo que sentimos por Dios. Por eso necesitamos tratar lo que hay en nuestro corazón, y buscar ser sanos. Lo más importante es que nada sea un límite para amar, adorar, buscar, y servir a Dios con todo lo que somos. ¡Somos más que vencedores!

 

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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