Cáritas, la UCA y la Comisión Nacional de Justicia y Paz sobre derechos humanos por tierra, techo y trabajo: “Deben estar basados en la cultura del diálogo”

Entre las conclusiones del seminario virtual «Hacia una Argentina con Desarrollo Humano Integral. Tierra, Techo y Trabajo en la perspectiva de la fraternidad y la amistad social»,  organizado esta semana, representantes de las instituciones académicas, de la Iglesia y la Justicia reflexionaron que “dialogar no es negociar, sino que es buscar el bien común para todos, discutir y buscar soluciones”.

 

Cáritas Argentina, la Comisión Nacional de Justicia y Paz, y la Universidad Católica Argentina (UCA), realizaron el pasado miércoles 11 de noviembre el primer encuentro del seminario «Hacia una Argentina con Desarrollo Humano Integral. Tierra, Techo y Trabajo en la perspectiva de la fraternidad y la amistad social», de la que participaron en línea más de 200 personas que asistieron a las conferencias y sesiones de trabajo.

 

El seminario contó con palabras de apertura del rector de la UCA, Dr. Miguel Ángel Schiavone, Mons. Carlos Tissera, presidente de Cáritas Argentina y Emilio Inzaurraga, presidente de la Comisión de Justicia y Paz.

Mons. Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, expuso sobre “El diálogo como camino de construcción de la fraternidad y la amistad social” a partir de la encíclica Fratelli Tutti: “Si bien el Papa Francisco había comenzado a escribir Fratelli Tutti antes de la pandemia, es notable que a partir de marzo haya ido preparando de un modo particular esta encíclica, poniéndola en un contexto de vivir la crisis como una verdadera oportunidad”. “Varias veces, el Papa, expresó que después de la pandemia no podíamos volver a la normalidad. ¿Qué normalidad sería la de encontrarnos en un mundo que ha profundizado su inequidad haciendo reaparecer con más fuerza otras pandemias como las del hambre y la desocupación?”

 

 

Cultura del diálogo

“Y en este sentido nos decía que tenemos que animarnos a una nueva imaginación de lo posible desde el realismo que solo el Evangelio nos puede dar. Es necesario que nos demos la oportunidad de hacer surgir nuevas formas de creatividad, de fraternidad y de solidaridad. Es la ocasión propicia para replantear las bases mismas de la convivencia social. Tocar las bases de la convivencia social supone un inmenso cambio cultural que el intenta describir en esta Encíclica.”

 

Para Mons. Ojea, “toda la encíclica es una invitación a un profundo cambio cultural”, proponiéndonos “La cultura del diálogo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio”. Seguidamente, se preguntó: “¿Qué modo tenemos nosotros de conjugar la diferencia en un mundo donde ya no se debaten ideas, en el debate político, por ejemplo, sino que se intenta destruir al adversario?”.

 

Dijo entonces que, frente a esta situación, “hay que buscar un profundo cambio basado en la cultura del encuentro, que necesita apoyarse en un consenso, una base común, que debe estar afirmado en valores, y el Papa nos dice que el valor común que podemos encontrar es el valor de la dignidad suprema de la persona humana”. “Tiene que ser un consenso por convicción, un trabajo que viene del pueblo hacia arriba” concluyó.

 

“En el dialogo podemos encontrar tensiones, pero justamente en la resolución de una tensión está el progreso de la humanidad. La unidad es superior al conflicto, pero el conflicto debe ser asumido intentando caminar armónicamente a semejanza de la figura del poliedro”.  

 

Por último, puntualizó que “el pacto social debe ser cultural, y el acuerdo debe apoyarse culturalmente en el pueblo, en lo que este va elaborando a través de sus relaciones, no debe ser un acuerdo de una élite de economistas o académicos, sino los acuerdos no tienen futuro”.  “La paz es trabajosa, la paz es artesanal y de alguna manera la falsa tolerancia tiene que abrir paso a un realismo dialoguista”.

 

 

Panel de expertos

Guillermo Fernández (ACIERA), Ariel Eichbaum (AMIA), Aníbal Bachir Bakir (CIRA) y Jorge Knoblovits (DAIA), cada uno desde su tradición religiosa y desde su experiencia, expresaron su mirada sobre el diálogo como camino de construcción de la fraternidad y la amistad social.

Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación y miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, se refirió a los procesos de diálogo y las características y desafíos que tenemos por delante. Resaltó que “no puedo pretender ir al encuentro del otro si antes no me encontré a mí mismo”. “Se trata de no convertir al diálogo en un negocio personal sino de consolidarlo como una construcción comunitaria”, destacó.

 

Señaló también que “el diálogo no es un aturdimiento entre los que ya tienen voz sino darle la oportunidad de darles voz a los que no la tienen”.  Seguido, Béliz destacó “la Mesa contra el Hambre, como gran prioridad nacional, porque es una gran convocatoria a todos los sectores para superar una tragedia que vivimos en la Argentina”. “El próximo Consejo Económico y Social se pondrá en marcha como ámbito permanente para consagrar los mecanismos de diálogo, para derrotar a la dictadura de la imposibilidad”, afirmó.

 

Llamó a “construir la hospitalidad en medio de un hospital de campaña, que es la Argentina de hoy, donde hay que atender todo al mismo tiempo, y donde parece que no hay espacio para detenerse a dialogar”. En ese marco, destacó que es “muy importante el derrame de arriba hacia abajo del ejemplo de los dirigentes”, y consideró “la judicialización de la política” como “una trampa perversa, que busca eliminar a otro de a través de la judicialización”. Por último, subrayó que la Argentina “tiene tierra de sobra, alimentación de sobra para todo el mundo, y está todo por hacer, por eso es tan relevante el diálogo como sanación”.

 

Ecología integral

Mons. Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal para la Pastoral de Villas disertó sobre Tierra, Techo y Trabajo en la perspectiva de una ecología integral. Comenzó hablando del número de la pobreza actual, un dato “incontrastable” de la realidad, al asegurar que en el país «resulta imprescindible para la amistad social, superar la distancia con los últimos, con los más pobres”, y opinó que “esta grieta es más profunda que las políticas o ideológicas”, porque estas últimas pueden cambiar.

 

Indicó que el primer paso de este camino es: “Sostener la escucha atenta de los más pequeños y pobres, de los más rotos, de los últimos. Sus preguntas, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones, poseen valor hermenéutico de la realidad”.

 

 

Dialogar no es negociar

Carrara rescató la importancia del diálogo y recordó las palabras de Francisco en este sentido: “Dialogar no es negociar. Sino que es buscar el bien común para todos, discutir y buscar soluciones. En el diálogo tiene lugar el conflicto y no debemos tenerle miedo, sino aceptarlo y poder transformarlo en eslabón de un nuevo proceso. El mejor modo es construir juntos y hacer proyectos, no solo entre los católicos sino en todos los que tienen buena voluntad. Sin diálogo no es posible comprender las posiciones del otro”, explicó.

 

Más adelante, el obispo mencionó la mesa que habla acerca de la tierra: “La tierra es nuestra casa común, por eso toda familia tiene derecho a un pedazo de tierra. Dios quiere la felicidad de sus hijos, también en esta tierra”. Sobre el techo, indicó, que “familia y vivienda van de la mano. Pero, además, un techo para que sea hogar tiene una dimensión comunitaria, y es el barrio. En los barrios populares se viven los valores comunitarios de gratuidad y reciprocidad a partir del sentido de un nosotros barrial. La integración urbana busca promover la cultura del encuentro”. En tercer lugar, se refirió al trabajo: “No existe peor pobreza que la que no permite ganarse el pan con un trabajo digno. Hay que asegurarlo a todos y hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, sus talentos, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre. Ayudarlos con dinero debe ser una solución provisoria.

 

El objetivo es permitirles una vida digna a través del trabajo. No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo”. Y prosiguió: “El trabajo no es solo un modo de ganarse el pan sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para compartir dones y para sentirse corresponsables en el perfeccionamiento del mundo y a vivir como pueblo”.

 

“En definitiva”, mencionó monseñor Carrara, “tierra, techo y trabajo para el desarrollo de una Argentina integral, tienen que ver con crear puestos de trabajo, poblar la patria con nuevos pueblos jóvenes, integrar ciudades con acceso al pueblo y a la vivienda social, conectar territorio con una red nacional de transporte, reactivar la producción ciudadano la casa común, etcétera”.

 

Con la introducción de Ana Lourdes Súarez se realizó el panel Diagnóstico de los problemas del desarrollo social y territorial argentino en el que expusieron Agustín Salvia, Guillermo Neiman, y Lucas González. La última parte del seminario contó con propuestas para el desarrollo social y territorial argentino Tierra, Techo y Trabajo estructuradas en tres sesiones paralelas: Trabajo y empleabilidad, Vivienda, hábitat e integración sociourbana y Tierra y producción agraria sustentable e inclusiva.

 

Juan Cruz Hermida presentó las tres sesiones temáticas y la introducción de la mesa sobre trabajo y empleabilidad estuvo a cargo de Eduardo Lépore. Expusieron Laura Gimenez, Guillermo Zucotti, Paula Abal Medina, Franca Venturi, Ernesto Tocker, Pablo Topet y Guillermo Pérez Sosto. Se destacó la centralidad del trabajo como articulador de la vida económica y social y garante de la paz social.

 

La necesidad de lograr acuerdos entre los sectores de la producción y del trabajo para delinear y establecer políticas de largo plazo que promuevan las fuentes de trabajo y la generación de empleos de calidad. El entendimiento de que el crecimiento económico es una condición necesaria, pero no suficiente para ese objetivo.

 

La prioridad que en esa comprensión tiene la implementación de una estrategia de formalización de la economía informal y popular.

 

En torno a ello, se puntualizó en particular: la asistencia técnica, financiera y tecnológica para la mejora de la productividad de las micro, pequeñas y medianas empresas y de los sectores económicos informales y de la economía popular; la formación para el trabajo y el fortalecimiento de los servicios de empleo y de protección ante el desempleo; el impulso a la organización y representación colectiva de los sectores informales y de la economía popular; la regulación del trabajo autogestinado y de su cobertura por parte de la seguridad social; el reordenamiento de las políticas públicas realzando el rol del ministerio de trabajo nacional y de las administraciones locales del trabajo.

 

La sesión de Vivienda, hábitat e integración sociourbana contó con la introducción de Horacio Cristiani y participaron Fernanda Miño, Ana Pastor, Nicolás Caropresi, Andrea Poretti, Araceli Ledesma, Diego Fonseca y Alejandro Amor.  

 

En la sesión se puntualizó sobre el rol de las organizaciones y de las parroquias ante las desigualdades y se remarcó la importancia de la integración social urbana de los barrios. Asimismo, se habló del acceso justo al hábitat y del problema que se vio agudizado en la pandemia, que no es solo de los sectores populares, sino que también hay personas con trabajos bien pagos que tampoco acceden a la vivienda propia.

 

Por otro lado, se habló de la pandemia como aceleradora de procesos de exclusión: la exclusión del trabajo, de los servicios y de la vivienda es algo que se repite a nivel mundial para un cuarto de la sociedad en la que vivimos, no solo en Argentina.

 

Se remarcó que el acceso a la vivienda digna y adecuada no solo es un derecho, sino una parte que compone un todo. Asimismo, la organización Techo explicó que la acción de esa organización social es ayudar a superar la situación de pobreza de habitantes de barrios populares con el acompañamiento de voluntarios.

 

Ser Comunidad, una asociación que se encuentra en Bahía Blanca, contó sobre los dos planes de vivienda social realizados con Cáritas. Por último, se mencionaron los barrios populares que hay en la Capital y se indicó que su integración no es cuestión de un derrame hacia sectores más humildes, sino entender los problemas, escuchar a las personas, ver sus características y desde ahí construir esa integración como un barrio más de la ciudad.

 

 

El panel de la mesa temática Tierra y producción agraria sustentable e inclusiva, coordinado por Carlos Vigil, reflejó el complejo y pluriforme universo de la ruralidad en el país. Expusieron Susana Mirassuo, Dardo Chiesa, Eduardo Cerdá, Carlos Achetoni, Adriana Arnaldo, José Luis Castillo y Juan Manuel Rossi.  

 

Cada panelista aportó su visión y experiencia destacando la necesidad de diálogo dentro del sector y con todos los actores de la sociedad, celebrando la realización de espacios como este Seminario. En varias intervenciones se señalaron los cambios que se vienen dando en el mundo rural, varios de ellos negativos – desaparición de productores medianos y chicos, concentración de la tierra, migraciones, agresiones ambientales – pero también se destacaron aspectos positivos que buscan desarrollar potencialidades para acrecentar su aporte y corregir errores.

 

En tal sentido, se dijo que existen conocimientos y experiencias en sistemas de producción social y ambientalmente sustentables, que muchos productores ya incorporaron o están dispuestos a hacerlo, por lo menos gradualmente. Es necesario apoyar las experiencias agroecológicas actuales y propiciar nuevas (la Argentina es el primer país de América Latina que tiene una Dirección Nacional en la materia).

 

Difundir buenas prácticas e investigar nuevas modalidades. Controlar los abusos, ya que hay leyes que no se cumplen, sus disposiciones están demoradas (por ejemplo, la ley de agricultura familiar) o vacíos legales que es imperioso cubrir. Comprender que el “suelo” es un ser vivo; si se mata se destruye toda posibilidad de producción (en este aspecto, se alertó sobre el exponencial crecimiento de aplicación de agroquímicos).

 

Nadie desea un campo sin gente, pueblos sin destino, economías regionales pobres ni destrucción ambiental. Se insistió que los procesos de cambio se dan cuando se modifica la comprensión del mundo y el modo de vivir en él.  En esta línea trabajan organismos científicos y técnicos relacionados con la producción agraria (como INTA, SENASA, universidades y gobiernos locales), es lo que desea la mayoría de la ruralidad y se esperan políticas que, tomando en cuenta la diversidad de situaciones, los alienten.

 

Los poderes legislativos de las siguientes provincias declararon de interés el seminario: Buenos Aires, Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, La Pampa, Mendoza, Misiones, San Juan, San Luis y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

 

Tendrá su segunda reunión el próximo miércoles 25 de noviembre y propone un ámbito de encuentro plural para el intercambio de los actores representativos de los sectores políticos, sociales y académicos nacionales respecto de los problemas del desarrollo social y territorial argentino y sus posibles soluciones.

 

En consideración de la reciente carta encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social, se procura colaborar en la construcción de alternativas prioritarias para la formulación de políticas basadas en el compromiso con la cultura del encuentro y el diálogo social en la generación de consensos para el bien común.    

 

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