La risa, una medida de la felicidad laboral y una causa de la performance empresaria

¿Cuántas veces te has reído hoy?

 

Si hiciéramos hoy una encuesta a todos los empleados de un número de empresas significativo, la respuesta mayoritaria sería un número bastante pequeño, y la fuerte sensación de no ser tanto como deberían haber hecho.

 

Muchos sociólogos y psicólogos nos dicen que estamos tan abrumados por lo triste o agresivo de las cosas que leemos en revistas y periódicos, escuchamos en la radio, o vemos en la televisión, que nos estamos olvidando de reír.

 

Y hablamos de “olvidar” porque no siempre fue así.

 

De niños, éramos maestros en reír. Algunas investigaciones sostienen que, mientras que los adultos se ríen en promedio unas 15 veces al día, los niños pequeños logran hasta 400 risas en el mismo lapso.

 

En nuestros cursos, seminarios, entrenamientos e incluso en sesiones de relevamiento y diagnóstico, utilizamos la risa como disparador de varias cosas:

 

  • Baja bloqueos y barreras en las personas
  • Hace olvidar por un rato los problemas laborales
  • Genera empatía entre los participantes
  • Reduce el cansancio
  • Fomenta la creatividad
  • Favorece la participación
  • Relaja, reduce el estrés y aumenta la energía
  • Potencia la secreción de las hormonas de la felicidad: serotonina, endocrinas, adrenalina y dopamina
  • Mejora los sentimientos positivos y fortalece nuestras relaciones con los demás

 

Al utilizarla, facilitamos la comprensión, la adopción de nuevos paradigmas, el trabajo en equipo y todo esto mejora el resultado final.

 

Pero esto de fomentar la risa, no debiera estar circunscripto a una actividad como la capacitación o intervenciones externas, sino que debiera ser parte del día a día en las organizaciones.

 

Casi se podría decir que, provocar la risa y usarla como motor, es una competencia infaltable en un buen líder, y un maravilloso fomentador del buen clima laboral.

 

Y hacer esto no tiene que ver con ser un payaso a tiempo completo, sino con utilizar chistes y bromas de buen gusto cada vez que sea conveniente, sonreír cuando se habla con otros, quitarle la formalidad acartonada a lo que se hace (que nada tiene que ver con la seriedad al hacerlo), y preocuparse porque el estado de felicidad en donde se encuentre, sea constante, o al menos, que ocupe gran parte del día.

 

En mi vida profesional, he logrado esto en la mayoría de mis equipos de trabajo en distintas organizaciones, pero solo porque fui siempre consciente de sus beneficios y de su correlato con la mejor performance, algo que podría ser considerado como una razón un poco egoísta, pero que no dañó a nadie, y dio excelentes resultados.

 

Por supuesto, esto no se hace de un día para otro y requiere un entrenamiento y un ejercicio consciente, pero si te consideras un buen líder o quieres serlo, prepara tu «risómetro» y comienza a medir los resultados de practicarlo.

 

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(*) Por Daniel Sachi 

Director General de ROI Agile International 

 

 

 

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