Nutrición: la dieta cetogénica ¿una moda o tratamiento eficaz?

Estamos próximos al verano y, en muchos casos, aparece el deseo de bajar de peso en estos meses previos. Entre las dietas más conocidas para adelgazar de manera rápida se encuentra la famosa “dieta cetogénica”, conocida por provocar un importante descenso de peso en quienes la practican. Sin embargo, debemos conocer sus efectos adversos y hasta peligrosos para la salud si se la realiza sin supervisión y por mucho tiempo. 

 

Esta dieta consiste básicamente en eliminar los hidratos de carbono de la alimentación diaria, siendo alta en grasas y moderada en proteínas. Incluye muchas carnes de todo tipo (entre ellas procesadas), huevos, salchichas, quesos, nueces, manteca, aceites, semillas y algunas verduras. Elimina todo tipo de harinas, productos derivados como los panificados y pastas, también arroz, avena, maíz, vegetales con almidón como papas, batatas y mandioca, y todo tipo de dulces. 

 

Esta ausencia de hidratos de carbono hace que el cuerpo libere cetonas en el torrente sanguíneo. La mayoría de las células utilizan, en primer lugar, el azúcar de la sangre, que proviene de los carbohidratos, como la principal fuente de energía del cuerpo. En ausencia de la circulación de azúcar, proveniente de los alimentos, en la sangre comenzamos a descomponer la grasa almacenada en moléculas llamadas cuerpos cetónicos o cetonas.

 

Una vez que sucede este proceso, la mayoría de las células utilizarán cuerpos cetónicos para generar energía hasta que volvamos a comer carbohidratos nuevamente. El cambio, de usar la glucosa circulante a pasar a la descomposición de la grasa almacenada como fuente de energía, generalmente ocurre durante dos o cuatro días de comer menos de 20 a 50 gramos de carbohidratos por día.

 

Dentro de las principales consecuencias de llevar una alimentación de este estilo son: cansancio, náuseas, vómitos, estreñimiento y problemas de sueño, halitosis, aumento de colesterol total y colesterol malo (LDL) debido al alto aporte de grasas saturadas y poco aporte de fibras, posibles lesiones musculares, aumento de ácido úrico, entre otros. 

 

Además, son muy frecuentes los efectos rebote en este tipo de dietas tan restrictivas, ya que no es posible mantenerlas por mucho tiempo debido a que el cuerpo no se puede adaptar porque los hidratos de carbono son la principal fuente de energía para todas las funciones del cuerpo. 

 

Hasta la fecha no hay base científica que demuestre que esta dieta mejore la salud por sí sola. Además, la perdida de peso que provoca no precisamente es perdida de grasa corporal, sino que, muchas veces, se pierde masa muscular, lo cual no es un logro para mejorar nuestra composición corporal de manera saludable. 

 

Si bien, hay casos particulares donde se aplica este tipo de dieta, se lo lleva a cabo por patologías específicas del paciente donde se ha comprobado su eficacia y es controlada estrictamente por profesionales tratantes. 

 

Tomemos conciencia de que la forma saludable de bajar de peso y mantenerlo en el tiempo, sin dañar la salud, es a través de un cambio de hábitos, paso a paso, con la ayuda y guía de profesionales capacitados para ello, en conjunto con un plan de actividad física regular adaptado a nuestras necesidades y posibilidades individuales. 

 

Lic. Romina Krauss-Nutricionista

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