Reflexión del Pastor David Decena: “Cultura del Reino VII- Excelencia, el imán del cielo”

La excelencia es una expresión de sabiduría, que expresa que hacemos lo que hacemos de la mejor manera posible. Una acción u objeto excelente despierta la atención de aquellos que lo contemplan, porque genera un impacto en su interior. Quienes contemplen algo hecho con excelencia, evidencian el impacto con su asombro, atracción y satisfacción.

 

Si algo sabemos respecto a la excelencia es que es la manera en la que Dios trabaja. Por eso, toda descripción de su presencia, o de una intervención suya, se destaca por su belleza y majestad. La perfección es el sello del Padre, y un norte para sus hijos (Mateo 5:48). En este sentido, y como hijos de Dios, tenemos que ser conocidos por hacer lo que hacemos de la mejor manera.

 

En un mundo atado a la mediocridad, siempre que una persona haga algo excelente, se destacará entre la multitud. Porque la excelencia refleja la realidad del cielo y, por lo tanto, nos atrae como con un imán a él.

 

Cuando leemos la descripción de la nueva Jerusalén, en Apocalipsis 21, vamos una imagen impactante del cielo: «Las doce puertas eran doce perlas, y cada puerta estaba hecha de una sola perla. La calle principal de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente» Apocalipsis 21:21 NVI

 

Lo que describe este capítulo es excelencia pura. En pocas palabras, Juan relató algo del esplendor y de la belleza que rodea a Dios, y en la que habitaremos por la eternidad.

 

Creo que nadie en la Biblia ejemplificó tan bien algunos elementos que nos pueden llevar a entender mejor este valor del Reino. Así que, observaremos la vida de Salomón para poder crecer a otro nivel de excelencia.

 

 

1- La excelencia expresa con hechos algo que está en nuestro espíritu

La relación de Salomón con la excelencia nació por la sabiduría. Cuando Dios le dio la oportunidad de pedir lo que quiera, Salomón dijo en 2 Crónicas 1:10-12 NTV

 

La palabra de Dios se cumplió, y Salomón pasó a la historia como un rey sabio, a quien todos iban a consultar. Lo que sucedió en el espíritu de Salomón fue transformador. De pronto, todo lo que comenzó a verse en su reino era excelente. Por eso, cuando lo visitó la reina de Sabá se quedó impactada (1 Reyes 10:4-5 NTV). La descripción que muestra este pasaje nos hace ver que todo lo que Salomón hacía reflejaba excelencia.

 

El principio espiritual que se esconde detrás es sencillo: si abrazamos la sabiduría, la excelencia será una realidad en nuestro espíritu que plasmaremos en todo lo que hacemos. Esto mismo quedo claro en la vida de Daniel. La Biblia dice que él tenía un “espíritu superior” que lo llevó a ser mejor en todos los aspectos. Porque la excelencia que cultivemos en nuestro interior, se verá en todo lo que hagamos en nuestro entorno. «Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino» Daniel 6:3 RVR1960.

 

 

2- La excelencia es el resultado de entender la naturaleza de Dios

Cuando Salomón quiso construir el templo, contactó con el rey de Tiro, que había sido amigo de su padre, para que lo ayudará con materiales. Una de las cosas más llamativas de su mensaje es su visión de quién es Dios en 2 Crónicas 2:5-6 NTV. La revelación de Salomón sobre Dios es que era el más grande de todos. No había otro dios como Él. Y esta aclaración Salomón la hace porque está hablándole a un rey que tenía muchos dioses.

 

El hijo de David trataba de mostrarle que su construcción debía ser magnifica porque estaba ante un ser demasiado grande. Esta revelación también aparece en la carta a los Colosenses: «Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente» Colosenses 3:23 NTV

 

Hacer las cosas como para el Señor significa que dimensionamos a qué Dios servimos. Cuando entendemos quién es Él, y tenemos temor a su persona, nuestros actos lo reflejan. ¿Cómo ser mediocres con un Dios tan magnifico? Es imposible. Por eso, no dejemos de buscar conocerlo más.

 

 

3 – La excelencia pone el resultado por encima de los costos

La sabiduría de Salomón lo llevó a querer ser excelente en todo lo que hacía. Por eso, no escatimó gastos, ni tiempo, para tener resultados excelentes. «Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra» 1° Reyes 7:13-14 RVR1960

 

Con tal de hacer el templo de Jerusalén y su palacio, con la mayor excelencia posible, Salomón mandó a traer a alguien que residía fuera de su nación. A la persona excelente le preocupa cuál sea el resultado final de lo que está haciendo. En este sentido, el rey evidentemente no encontró otro en su propia nación que trabajara el bronce como Hiram, y lo mandó a traer de afuera.

 

¿A nosotros nos da lo mismo cuál es el resultado final de lo que hacemos? Quizás alguno podría pensar que lo pudo hacer porque tenía recursos, pero a decir la verdad no era uno de los reyes más ricos de toda la tierra, y aun así pudo hacer algo tan excelente que marcó la historia de la humanidad.

 

Excelencia es hacer lo mejor que podemos hacer con lo poco que tenemos. Pasa más bien por una actitud que persigue un buen resultado, que por centrarnos en lo que no tenemos.

 

El tiempo también es un costo que deberíamos tener en cuenta. A la persona excelente no le interesa esperar con tal de tener un buen resultado. Por eso, el templo de Jerusalén tardó 7 años en ser construido. Pero el impacto de su obra fue tal, que hasta el día de hoy su ubicación original es uno de los lugares más convocantes de todo el mundo.

 

 

4- La excelencia nos lleva a ser un faro de influencia para muchos

No solo la reina de Sabá fue a verlo, sino que 1° Reyes aclara lo siguiente: «Gente de todas las naciones lo visitaba para consultarlo y escuchar la sabiduría que Dios le había dado» 1° Reyes 10:24 NTV

 

Cuando la sabiduría abunda en nosotros, y se refleja en la excelencia de todo lo que hacemos, nuestra influencia comienza a ir en aumento. Toda persona excelente es convocada y demandada por otros. Lo que el mundo no sabe, cada vez que ve algo excelente, es que su atracción no es solo a un objeto o una persona, sino hacia el cielo. Lo que está detrás de la influencia es esa realidad divina que reflejamos al ser excelentes.

 

Necesitamos ser la mejor influencia para este mundo. Sin importar a lo que nos dediquemos, en ese ámbito tenemos que dar lo mejor. No solo vamos a estar dejando bien parado a Dios, sino que podremos ser luz en todo lugar. Que seamos un faro como plomeros, dentistas, abogados, albañiles, empresarios, o el rubro que sea. Pero este mundo necesita ser atraído con la excelencia por los hijos de Dios.

 

 

5 – La excelencia nos abre puertas que otros se le cierran

Por último, este mismo pasaje de 1° Reyes muestra un dato más impactante que está relacionado con lo anterior:

«Año tras año, cada visitante le llevaba regalos de plata y oro, ropa, armas, especias, caballos y mulas» 1° Reyes 10:25 NTV

 

Cuando somos personas excelentes se nos abren puertas imposibles, a las que otros no pueden acceder. Por eso, era tal la sabiduría de Salomón que le traían riquezas tan solo para complacerlo. De la misma manera, la excelencia nos llevará a encontrar gracia con personas que no le dan gracia a todo el mundo. Nos llevará a tener puertas laborales que a otros se le cierran. Nos llevará a acceder a recursos que a muchos les están negados.

 

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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