Reflexión del pastor David Decena: «Cultura del Reino VI- Creatividad (la chispa inicial)»

Si comenzamos a leer la Biblia desde el principio, descubriremos que el primer atributo que Dios muestra de sí mismo es su capacidad creativa (Génesis 1:1). No podemos hablar de la cultura del Reino de Dios sin hablar de creatividad. Hacerlo nos lleva a recordar que el mismo relato de la creación muestra a la humanidad siendo moldeada a imagen y semejanza del creador.

 

La creatividad es la chispa inicial que dio vida a todo lo que vemos hoy. Es uno de los elementos fundamentales de esa “imagen y semejanza” con la que fuimos creados, y por lo tanto una pieza central de la cultura del Reino. En el Rey todo es creatividad. Es el Dios que no conoce imposibles, por eso de la nada crea algo.

 

Yendo a una definición más formal, se entiende por creatividad a la capacidad de generar un pensamiento original que genere una solución para un problema o una mejora en un ámbito determinado. En este sentido, la creatividad permite generar ideas o conceptos que llevan al surgimiento de algo nuevo.

 

¿Por qué a veces nos encontramos tan desprovistos de creatividad para enfrentar la vida? El orígen de esto puede ser doble. En primer lugar, la cultura de este mundo, influenciada por el enemigo, nos lleva a ser formados con una capacidad creativa limitada. En segundo lugar, la religiosidad con la que el enemigo afectó a la iglesia por mucho tiempo, funcionó de limitante para que la creatividad fluya en quienes más debería fluir.

 

Ahora bien, los hijos de Dios tienen al Espíritu Santo, y por lo tanto deberían ser conocidos en la tierra por dar solución a todos los problemas que existen. Que se nos haya revelado Cristo significa que tenemos acceso a todo lo que este mundo necesita:

 

“Quiero que ellos cobren ánimo y estén bien unidos con fuertes lazos de amor. Quiero que tengan la plena confianza de que entienden el misterioso plan de Dios, que es Cristo mismo. En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento” Colosenses 2:2-3 NTV.

 

Veamos, a través del relato de la creación, tres piezas fundamentales para hacer de la creatividad parte normal de nuestra cultura.

1- Imaginar

La creación arranca con Dios creando los cielos y la tierra. En Génesis 1 cada elemento creado por el Creador es fruto de una orden. Por ejemplo, “¡Que exista la luz!” (Génesis 1:3 NVI)

 

Ahora bien, todo lo que se dice con palabras primero existió como un pensamiento. Lo que Génesis 1:3 nos aclara es que luz primero fue una idea en la mente del Creador, para luego ser llamada a la existencia.

 

La imaginación es fundamental para concebir ideas que transformen nuestra vida, y la vida de la gente que nos rodea. Dios primero soñó y diseñó cada cosa que luego creó. Por eso, la creación de algo nuevo depende del estado de nuestros pensamientos. Si ellos son un ámbito de libertad, el Espíritu Santo, que es la fuente de la creatividad, podrá concertarnos con el cielo para recepcionar las ideas más increíbles. Debemos apropiarnos de estas palabras que están en 1 Corintios 2:9-12 (NTV)

 

¡Imagínense cómo podríamos ser luz en el mundo accediendo a lo que ningún ojo vio, oído escuchó o mente imaginó! Como dijo Pablo, a través del Espíritu, que va a las profundidades de Dios, podemos acceder a esta realidad. Si nuestra imaginación está constantemente atada al pasado, a ideas negativas o de fracasado, el Espíritu no está operando con libertad en nosotros. Deberíamos comenzar a orar por libertad, cortar con cualquier hábito o relación que contamine nuestra manera de pensar, y renunciar a esa realidad. Llenemos nuestros pensamientos de Dios, y fluyamos en una imaginación santificada sin límites.

 

 

2- Exteriorizar

Lo primero que Génesis 1 registra explícitamente del proceso creativo no fue lo qué pasó por su mente, sino lo que exteriorizó de su mente. Podemos exteriorizar no solo a través de palabras, sino de escritos o hechos que reflejen nuestras ideas. Este principio del proceso creativo es fundamental por dos cuestiones. Por un lado, la declaración de una idea habla de nuestra fe en la posibilidad de algo que a otros les resulta imposible. La fe es el lenguaje del Reino, y nosotros estamos llamados a ver y hacer lo imposible. Si no existe nada imposible para Dios, tampoco lo hay para nosotros. Esto debe ser evidente no solo en nuestra manera de pensar, sino en lo que declaremos con nuestras palabras y acciones.

 

Por otro lado, el proceso creativo solo concluye cuando exteriorizamos palabras y acciones concretas. Todo Génesis 1 pareciera seguir a un plan de trabajo de 7 días. Cada día tenía algo concreto que debió ser forjado. Por eso, no hay creatividad sin planificación. Lo que comienza como una idea, debe ser hablado, orado, escrito y diagramado, para trabajar sobre eso.

 

El Reino no hace distinción para operar. Por eso, no podemos ser ilusos en esperar que caiga algo del cielo, cuando el cielo ya nos está dando elementos para que accionemos. Con que el cielo nos dé una idea, el resto pasará por nuestra acción.

 

Sobran los ejemplos de esto. Veamos, Josué 5:13- 14 (NVI), en donde el comandante del ejército del Señor se presentó a Josué para traerle órdenes. Estamos viendo el origen de la idea creativa que permitió luego conquistar a Jericó (Josué 6). Lo mismo podríamos decir de David y sus ideas respecto a honrar a Dios y a su presencia. Su creatividad le permitió traer a la tierra modelos de adoración que solo existen en el cielo. De pronto, armó una tienda de reunión con adoración las 24 horas, e ideó la construcción de un templo que concretó su hijo Salomón. David tenía una imaginación santificada que llamó la atención del cielo, y trajo bendición sobre su vida y el reino de Israel.

 

Un elemento más que es parte de la imaginación y la exteriorización es la libertad. Es imposible la existencia de creatividad sin libertad. Y si la creatividad del Reino está ligada a la persona del Espíritu Santo, que ya en la creación incubó todo lo que era soltado, su persona es fundamental hoy para nuestras vidas. Por eso la religiosidad ahoga a la creatividad, porque no le permite exteriorizar sus ideas a las personas, y la lleva a controlar su manera de pensar. Pero una iglesia en donde la cultura del Reino está establecida tenemos la libertad para que el Espíritu Santo nos guíe y para que la creatividad fluya.

 

 

3 – Descansar

El plan de trabajo de Dios incluyó el descanso. El séptimo día el Creador colgó los guantes de trabajo “porque había terminado la obra que había emprendido” (Génesis 2:1 – 3 NVI). Como muchos ya sabrán, el descanso en el día sábado pasó a ser parte de la ley, y aún fue incluido por Dios en los 10 Mandamientos (Éxodo 20:8 – 11 NVI). Y el motivo de su inclusión es que Dios mismo descansó.

 

El foco en el día de reposo va más allá de honrar un día particular. Tiene que ver con el trabajo duro de 6 días, y la necesidad de desconectar nuestra vida de la rutina para conectarla con Dios, y reposar nuestro ser para que éste nos permita seguir operando con la misma capacidad creativa.

 

Una mente cansada no soluciona problemas. Dios es sabio en darnos el ejemplo que debemos seguir para nuestro propio bienestar.

 

Jesús mismo, en su ministerio, jamás predicó contra el descanso. Lo que sí, no tuvo problema en romperlo si era necesario porque la circunstancia lo ameritaba. Él no divinizó un día, sino que dependió de Dios por encima de todo.

 

Los que seguimos a Jesús tenemos en su persona descanso. Pero, para eso, es importante poder enfocarnos en Él. Y para enfocarnos, es una necesidad desconectarnos del resto. No importa tanto qué día sea, sino lo que hagamos con nuestra semana. Necesitamos tomar un día en la semana en donde nos desenchufamos de nuestra rutina para enfocarnos en Dios, para descansar nuestro cuerpo y nuestra mente. Los frutos de esta decisión serán beneficiosos para desarrollar nuestra capacidad creativa, y para nuestra salud espiritual.

 

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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