Misiones, después de Andresito

La captura del Comandante General Andrés Guacurarí y Artigas, en junio de 1819, fue un golpe brutal para la Liga de los Pueblos Libres. Durante los cuatro años de su gobierno, Andresito se había consolidado como el líder de una importante porción de la población guaraní-misionera. Además, su figura contaba con el respeto de sus pares de las provincias y el apoyo total del Protector José Artigas, quien siempre avaló sus decisiones, salvo en el caso del sitio de San Borja, que había quedado lejano en el tiempo, ya que data de 1816.

 

Los guaraníes tenían un mecanismo de legitimación de los liderazgos muy particular y específico, basado en la autonomía de cada cacique, el que podía establecer alianzas cambiantes con otros caciques, según las circunstancias. La captura de Andresito implicó la necesidad de encontrar un nuevo referente capaz de aglutinar bajo su mando a las poblaciones dispersas.

 

 

De inmediato, Artigas convocó a una reunión en Asunción del Cambay, a la que asistió en persona para legitimar la elección de Pantaleón Sotelo como nuevo Comandante General. Como vimos, Sotelo morirá en Tacuarembó, quedando acéfalo el gobierno misionero. El 5 de marzo de 1820, las tropas proclamaron al comandante Francisco Sití como máxima autoridad misionera. Sití era un experimentado oficial cuya trayectoria justificaba su designación.

 

A Sití le tocó lidiar con la guerra entre Ramírez y Artigas, en la que, cercado, terminará por optar por el primero. Cuando Ramírez impuso la supremacía entrerriana sobre Misiones y Corrientes, Sití lo enfrentará con más dignidad que fuerza de combate. Finalmente, preferirá el exilio en las Misiones Orientales que seguir una guerra que solo acabaría con el exterminio de sus paisanos.

 

Luego de Sití, se sucederán algunas autoridades de escasa relevancia y de nula autoridad territorial. La experiencia de la provincia Federal de Misiones concluyó en derrota. Una derrota acorde a lo utópico del proyecto artiguista, ese proyecto que había convertido a los misioneros de entonces en protagonistas de su propio destino.

 

 

·         El título de esta nota relacionada pertenece al libro del maestro Jorge Machón, Misiones después de Andresito, Posadas, 2003.

 

 

Por Pablo Camogli

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