Reflexión del Pastor David Decena: «Cultura del Reino IV. Un nuevo lenguaje»

La cultura de la que somos parte se manifiesta en nuestro lenguaje. Hay tonadas propias de regiones determinadas, palabras que se usan solo en algunas culturas, y así podríamos seguir. Lo cierto es que las palabras expresan la identidad de un ser humano, y por lo tanto la cultura a la que pertenece. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

 

Cuando hablamos del Reino de Dios, también hablamos de un lenguaje. La manera de hablar de un seguidor de Jesús refleja su pertenencia, y trasmite una realidad que trasciende la lógica. Por eso, cuando las multitudes escucharon a Jesús hablar sintieron que tenía algo distinto respecto a los religiosos que conocían.

 

Hablaba con autoridad, y eso generaba asombro “Allí también la gente quedó asombrada de su enseñanza, porque hablaba con autoridad” dice Lucas 4:32 NTV.

 

A sus discípulos les pasó lo mismo. Nuestro caminar con Jesús siempre se evidenciará en nuestras palabras.

 

“Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús” Hechos 4:13 NVI.

 

Después de esto, es evidente que estamos delante de algo muy espiritual. No podemos ignorar que cualquier expresión cultural, como lo que mostramos con nuestras palabras, esconde una realidad espiritual. Por eso, tenemos impresiones variadas según a quién escuchamos hablar.

 

¿A quién no le sucedió eso? Hay personas que nos dejan una sensación negativa, y otras a las que podríamos estar escuchando todo el tiempo por lo que imparten con sus palabras. ¿En qué grupo queremos estar nosotros? Veamos algunos elementos fundamentales del lenguaje en el Reino:

 

1) Lenguaje de fe

El lenguaje de un ciudadano del Reino está cargado de fe. Por eso, ante cualquier imposibilidad habla lo que no es como si ya fuese (Hebreos 11:1 NVI), porque camina con la certeza de que Jesús ya ganó en la cruz todo lo que necesita ver realizado. Esta fe necesariamente se traducirá en palabras. En este sentido, la fe no es abstracta. Sino que se manifestará en nuestras acciones y en nuestra manera de hablar.

 

El ser humano se siente desafiado por lo imposible. Cada vez que existe algo difícil de ser realizado, tendemos a buscar verlo. Es como si nuestro origen espiritual nos llamara constantemente a romper los límites de lo posible. Por eso, cuando la cultura del Reino se evidencia en nuestro lenguaje, las personas se sentirán atraídas. En un mundo en donde la incredulidad es moneda corriente, la fe se vuelve un faro que alumbra el camino. Aunque todos desean ver lo imposible ser realizado, en cualquier plano, es normal ver cuánto cuesta creer en eso.

 

Además, entendamos que el lenguaje de fe es evidencia de la cultura del Reino porque manifiesta la manera de hablar del Rey. Para Él, la muerte, la enfermedad, la opresión, la pobreza, el desánimo y todo lo negativo que se nos pueda cruzar por la cabeza no son un límite. Hablar con fe es hablar el lenguaje de nuestro Padre. Esto se manifestó en toda la vida de Jesús. Por eso, por ejemplo, pudo de decir que la hija de Jairo no estaba muerta, sino tan solo dormida (Marcos 5:36 a 42 NVI). Lo mismo dijo respecto a Lázaro. La fe no niega la realidad, sino que la interpreta a través de los ojos de Dios. El que habla con fe invita al cielo a irrumpir en la tierra. Así, con sus palabras, puede transformar una vida, cambiar un ambiente, afectar a todo un territorio, o marcar la historia, como lo hizo Jesús y todos los héroes de la fe, renombrados o anónimos.

 

2) Valoración

La cultura del Reino nos lleva a valorar a todos, y esto se evidencia en nuestras palabras. El mundo tiene tan incorporados los insultos, que en el lenguaje cotidiano de muchos se volvió casi un adorno. La desvalorización es tanta, que hasta le buscamos un sentido amistoso a las groserías para que sean parte normal de nuestras conversaciones cotidianas. Ahora bien, Jesús dio valor a toda persona que se cruzó por su camino. ¿Cómo podemos nosotros actuar de una manera distinta?

 

Cuando el Señor se encontró con Zaqueo subido a un árbol, y fue a comer a su casa, jamás dijo algo que haya hecho sentir mal a este recaudador de impuestos, que era tan mal visto por todos. Quizás, los que conocían a Jesús esperaban que le dijera unas cuántas cosas, así comprendía su error. Pero la honra y el valor que sintió Zaqueo con la presencia y las palabras del Maestro fueron suficientes. Entre la comida y la conversación que compartieron, Zaqueo experimentó un cambio instantáneo (Lucas 19:1 a 10 NVI). Amar le da lugar al Espíritu Santo para traer arrepentimiento al corazón más duro.

 

¿Tenemos conciencia de lo que las palabras de valoración pueden provocar en nuestra vida y en nuestro entorno? Deberíamos empezar diciendo que nosotros mismos necesitamos valorarnos con nuestras palabras, y confiar que Dios nos creó y dio todo lo necesario para que enfrentemos cualquier desafío y cumplamos nuestro propósito en la tierra. Pero la gente que nos rodea también está esperando el valor que podemos darle. La humanidad fue marcada por el rechazo, pero nuestras palabras pueden ser equivalentes a un abrazo amoroso de Abba.

 

Las palabras se transforman en dagas que matan sueños, rompen familias, y abortan propósitos. Midamos el peso de nuestras palabras, y veamos sus frutos. Nuestro futuro, y el de la gente que Dios puso en nuestro camino, depende de eso.

 

3) Agradecimiento

No podemos terminar de hablar de este nuevo lenguaje sin mencionar el agradecimiento. ¡Un seguidor de Jesús siempre será una persona agradecida! Por eso Pablo, entre algunos consejos a la iglesia en Tesalónica, les dijo que “sean agradecidos en toda circunstancia” (1 Tesalonicenses 5:18 NTV). Cuando estamos en Cristo, y sabemos que todas las cosas nos ayudan para bien, dejamos la queja, la crítica y la murmuración de lado, para caminar con un corazón agradecido. En este sentido, el agradecimiento expresa nuestra seguridad de que la mano de Dios está detrás de todo lo que vivimos. Fuimos escogidos por Él, ¿cómo nuestra historia podría terminar mal?

 

El agradecimiento nos lleva a dar un golpe de efecto contra la cultura de este mundo, tan atada a la queja y al desagradecimiento. En los últimos años con la escuela de EDES hemos honrado a muchos servidores de la ciudad, como ser, enfermeros, policías, bomberos, recolectores de basuras entre otros, y en sus rostros se vislumbraban lágrimas. La reacción más usual, se resume en la palabra de uno de ellos: “Lo normal es que nos insulten, o se quejen contra nosotros, pero no recuerdo que alguien nos haya agradecido o reconocido por nuestro trabajo”. ¿Qué más se puede agregar a estas palabras?

 

Si podemos ser agradecidos con Dios por lo que nos permite vivir, con los amigos, la familia, la gente que Él pone en nuestras vidas, y aquellos que son parte de nuestras ciudades, le estamos dando al mundo una oportunidad de transformación con la cultura del Reino.

 

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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