Cómo es la nueva vida en la cárcel de los rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa: comparten todos el mismo celular y leen novelas

A ocho meses del crimen, los rugbiers, se amoldan en la atmósfera de la Alcaidía N° 3 de La Plata con libros como “El Señor de los Anillos” y salidas al patio. La causa en su contra se acerca al cierre y la elevación a juicio.

Los presos los habían marcado al comienzo. “No son como nosotros, son logis”, decía un hombre del hampa que conoce bien la atmósfera de la Alcaidía N° 3 de La Plata en Melchor Romero, sobrepoblada con rastreros, ladrones de motos y celulares, dealers, violentos que golpearon a sus novias, una cárcel de gallos y bravos, una cárcel que es usualmente la primera de muchos en la periferia platense, presos jóvenes y enojados.

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Máximo Thomsen (20), Ciro Pertossi (20), Luciano Pertossi (18), Lucas Pertossi (21), Enzo Comelli (20), Matías Benicelli (20), Blas Cinalli (19) y Ayrton Viollaz (21), los ocho acusados de matar a patadas en el cráneo a Fernando Báez Sosa, alojados en el pabellón 6 de la N° 3, salían tres horas por día al patio, donde de vez en cuando escuchaban los insultos de los detenidos, los mismos que escuchaban en su primer lugar de encierro, el penal de Dolores. Estaban aislados del resto de la población. Con el tiempo, los insultos desaparecieron. “Son uno más”, decía un jefe penitenciario a Infobae dos meses atrás.

 

Hoy, los ocho protagonistas de uno de los crímenes más resonantes de la historia reciente continúan su vida tumbera. Hasta ahora, su conducta es buena: no se los acusa de protagonizar ningún incidente.

 

“Mantienen un perfil muy bajo. No han hecho peticiones a los agentes penitenciarios. No se advierte liderazgo de ninguno de ellos sobre los otros, y se comportan con respeto hacia el personal”, asegura una fuente penitenciaria.

 

 

Continúan aislados, según confiaron fuentes penitenciarias a Télam. De lunes a viernes, al igual que el resto de la población carcelaria, todavía tienen permitido permanecer tres horas al aire libre en el patio del Pabellón 6, donde suelen caminar, sentarse al sol y compartir charlas.

 

La pandemia introdujo fuertes cambios en la vida de los presos: canceló las visitas hasta nuevo aviso, pero un fallo judicial permitió el uso de celulares con WhatsApp para comunicarse con familiares y amigos y así aliviar el encierro. Los rugbiers cuentan con un solo teléfono celular que comparten los ocho y con el cual se comunican con sus familiares mediante llamadas o mensajes de texto, ya que no tienen habilitada ninguna red social.

 

 

“Todos leen algo, algunos libros históricos, otros novelas», coinciden las fuentes. Por ejemplo, Máximo Thomsen, uno de los más complicados en el expediente luego de que se revelara mediante una pericia de la Policía Federal que con su zapatilla de lona negra encontrada en la casa que compartían los acusados en Villa Gesell se golpeó a Fernando, «es un apasionado de la novela épica y de fantasía y siempre tiene en sus manos algún libro de la saga de ‘El Señor de los Anillos’ o de ‘Game of Thrones’”, graficó la fuente consultada.

 

Mientras tanto, la fiscal a cargo de la causa, Verónica Zamboni, entra en la recta final del plazo legal de diez meses para cerrar la causa y elevarla a juicio, con una imputación que puede llevar a los ocho a una pena de prisión perpetua. La producción de pruebas todavía no terminaba dos meses atrás: Zamboni planea pedir nuevas declaraciones testimoniales en las próximas semanas.

 

 

 

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