Los desafíos de la educación especial en cuarentena: reestructurar las estrategias y articular responsabilidades con las familias

Romina Chas, licenciada en Psicopedagogía, se refirió a los desafíos que implica la virtualidad para la educación especial. En comunicación con Misiones Online, señaló que las medidas adoptadas por la pandemia de Covid-19 implican “una reestructuración”, no obstante explicó que, en función a ello, se pueden repensar los objetivos y desarrollar nuevos proyectos que “apunten a la autonomía de los chicos”.


Mediante la virtualidad se pueden promover otros aprendizajes. Más que una problemática, es una complejidad que abarca tres variables: la primera tiene que ver con las condiciones en la salud de la persona con discapacidad, la segunda se relaciona al equipo terapéutico y la tercera es la familia”, explicó la profesional.

 

Sostuvo que en el primer caso se debe tener en cuenta que, pese a las similitudes en el diagnóstico, cada chico necesita de actividades acordes a su condición de salud; en el segunda caso se refirió a la posibilidad o no de continuar con los tratamientos durante la cuarentena; y respecto al tercer punto resaltó la importancia del rol de la familia frente a estas situaciones.

 

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Romina Chas.

 

Las familias deben acompañar y orientar, pero para eso tienen que disponer de tiempo. De esa forma los chicos pueden darle continuidad a los proyectos pedagógicos, aunque es cierto que también hay familias que no tienen ese tiempo. Todo esto hace a la complejidad de la educación especial en este momento”, manifestó.

 

Consultada sobre si los resultados del aprendizaje vía online difieren de gran manera con aquel que se dá cara a cara, Chas indicó que “la característica que dá el contacto cara a cara es la sincronía de las clases, es decir en el mismo momento. En la virtualidad, y no solo en el caso de los chicos con discapacidad, uno nota que el tiempo de respuesta es distinto y suelen tardar mucho más”.

 

En ese sentido, señaló que lo ideal sería poder trabajar de forma personalizada y mediante proyectos que se adapten a las diversas capacidades y fomenten la autonomía. Entre ellos especificó: “Pueden ser proyectos de huertas, de cocina o de teatro, también de educación física, baile o música. Es posible incluir proyectos de hábitos en general como ser ordenar la ropa o sobre higiene personal”.


Educación especial en tiempos de pandemia: el rol fundamental de las familias

 

La familia es una variable fundamental. Serán determinantes para el andamiaje, más aún en este tiempo, porque los docentes y equipos terapéuticos pueden pueden ser orientadores pero con quien convive el chico es la familia. Ella va a jerarquizar las actividades y será quien le dará la importancia a esos hábitos”, manifestó al respecto.

 

Afirmó que en estos momentos es cuando nos damos cuenta del “gran papel que desempeñan los docentes y las instituciones educativas” y acotó que, desde el rol docente, “es una hermosa oportunidad para que nos demos cuenta de cuán diferente es la realidad de cada estudiante, más de aquellos con alguna discapacidad”.

 

Sobre la atención a chicos con diagnóstico más complejos como lo es la parálisis cerebral, expresó que “estoy convencida de que el rol de los equipos terapéuticos en este tiempo es trabajar, en lo posible, respetando los protocolos de cuidado pero también flexibilizando las intervenciones. Esta situación nos invita a ser lo más creativos y humanos posible, por lo que lejos de tener que poner barreras, también hay que trabajar fuertemente con las familias y tener responsabilidades compartidas”.  


Educación Especial en pandemia: desde un centro terapéutico posadeño aseguran que los chicos demostraron “buena adaptación”

 

Sobre los desafíos en la educación especial durante este tiempo de emergencia sanitaria, Norma Fernández, psicopedagoga y directora del Centro Educativo y Terapéutico de Misiones (Cetim), señaló que los chicos de los diferentes niveles han demostrado buena adaptación a la modalidad online y destacó además el rol de los papás, quienes se vieron más involucrados en el proceso de aprendizaje.

 

A raíz de la pandemia de Covid-19, el sector educativo fue uno de los más golpeados especialmente desde el punto de vista del cambio en la modalidad de la enseñanza. Con las clases virtuales, el hogar fue convirtiéndose en el nuevo aula tanto para estudiantes como para los mismos docentes, hecho que se reflejó en los diversos niveles educativos a lo largo y ancho de todo el país.

 

Resolver cómo cumplir los objetivos pedagógicos a la distancia es un nuevo desafío, sin dudas, pero para las escuelas especiales puede ser aún mayor. Durante todo este tiempo, desde iniciada la cuarentena, Fernández indicó que han trabajado con numerosas estrategias para que los pacientes “no pierdan el hilo”.

 

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La educación especial es transversal al sistema educativo ya que abarca a una población escolar que va desde los primeros días de vida con la atención temprana, englobando a distintos profesionales como ser docentes, psicólogos, psicopedagogos, fonoaudiólogos, kinesiólogos, terapeutas y trabajadores sociales.

 

Desde los más pequeños, ocho años, hasta los más grandes, de hasta 30, han participado de encuentros virtuales con los docentes donde, pese a las diferencias con el trato cara a cara, supieron manejar la situación. En ese sentido, la profesional resaltó el acompañamiento de la gran mayoría de los padres, quienes inclusive se han sorprendido por los avances que manifestaron los chicos.

 

Sostener los vínculos, las prácticas pedagógicas y acompañarlos siempre desde lo emocional son las aristas principales en medio de este panorama actual que toca vivir, aplicando abordajes particulares y pensados para cada uno, ayudándoles a transitar la cuarentena desde un nuevo formato de hacer escuela. 

 

Hoy día, no obstante, aseguró que urge la necesidad de regresar a la presencialidad. Explicó que de cara a esta vuelta, aunque todavía no hay nada definido independientemente de la presentación de los protocolos correspondientes, ya comenzaron a trabajar con los pacientes, quienes en las videollamadas utilizan barbijos o tapabocas para acostumbrarse a su uso una vez abiertas las aulas.

 

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Según especificó, por lo general los encuentros virtuales tienen una duración de entre media hora y 40 minutos, aunque también pueden extenderse hasta una hora o más y siempre están en presencia de los padres. Indicó que realizan diferentes juegos y actividades, y reciben los tratamientos señalados para cada uno, luego también se les brinda un espacio de dispersión donde cantan o bailan al ritmo de alguna canción.

 

Al igual que otros niveles y modalidades del sistema educativo en general, hacen uso de las redes sociales como WhatsApp o Facebook y utilizan cuadernillos impresos que se encargan de repartirlos en cada domicilio con propuestas creativas y flexibles adaptadas a sus capacidades y necesidades.

 

Fernández señaló que en el Centro Educativo y Terapéutico hay alrededor de 100 pacientes entre pequeños en etapa no alfabetizada (menores de 5 años) y aquellos más grandes con quienes se han podido desarrollar las clases virtuales sin inconvenientes, como por ejemplo niños con síndrome de down, ya que además reciben una capacitación sobre el manejo de las herramientas para la conectividad.

 

Sin embargo, como en el caso de pacientes con parálisis cerebral según especificó, necesitan de la atención de sus kinesiólogos. Siguiendo con todas las medidas de seguridad requeridas, tanto para resguardar la salud de los chicos como la de los especialistas que los atienden, explicó que debieron continuar con estos tratamientos bajo la modalidad de atención en la casa.


 

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