El Picaflor Tijereta, un grande entre los pequeños

Los picaflores están entre las aves más pequeñas del mundo, que como sabemos –ya que hemos comentado en columnas anteriores– habitan exclusivamente el continente americano y cuentan con características únicas. Pero el Picaflor Tijereta es una “joya alada” que se ha incorporado hace poco tiempo a la avifauna argentina.

 

 

En una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.

 

En esta oportunidad presentamos al Picaflor Tijereta (Eupetomenamacroura), una joya alada que se ha incorporado hace poco tiempo a la avifauna argentina. Se distribuye por el centro y este de Sudamérica desde las Guayanas, ampliamente por el Brasil, en el norte de Paraguay, extremo este de Bolivia, y en nuestro país en Misiones y extremo norte de Corrientes.

 

Foto: Marcos Sosa

Los paisanos Mbya lo llaman Mainôomainumbí, su nombre en guaraní sería Mainumbíjetapa, en Brasil es conocido como Beija-flor-tesoura, y en inglés tiene el nombre de Swallow-tailedHummingbird, es decir Picaflor cola de golondrina. Entre las más de 30 especies que habitan nuestro país, este picaflor figura entre los tres de mayor tamaño diferenciándose del resto de la familia, junto con sus congéneres el Picaflor gigante (Patagonas gigas) y el Picaflor cometa (Sapphosparganura), estos últimos representantes más bien andinos de la familia.

 

Es un Picaflor inconfundible, no solo por su tamaño, ya que mide entre 15 y 19 centímetros de longitud, de los cuáles 2/3 corresponden a su cola, y pesa entre 8 y 9 gr., sino también por su coloración que muestra un llamativo patrón tricolor azul-verde-azul.

 

De este modo, la cabeza, el cuello y la parte superior del pecho son de un color azul violeta intenso; el resto del cuerpo incluyendo espalda, resto del pecho y partes ventrales, y las alas son verde oscuro iridiscente. La rabadilla y la cola son azul violeta intenso. Su cola muy larga y notablemente furcada, da nombre a la especie.

Foto: Dante Rektor.

 

Tiene un pico corto y oscuro, de unos 2 cm de longitud y apenas curvo. No presenta dimorfismo sexual, aunque las hembras son de menor tamaño y de plumaje más apagado que en los machos. Los juveniles son similares a las hembras, pero tendrían plumas parduscas o agrisadas en la cabeza y partes ventrales.

 

Es de hábitos solitarios, muy territoriales y agresivos, más aún cuando protegen un recurso alimenticio importante, tanto en flores como en bebederos artificiales. También puede capturar insectos en vuelo.

 

Prefiere los estratos medios de vegetación en hábitats abiertos y semiabiertos como bordes de selvas, plantaciones, kaa´puerá (capueras) y áreas urbanas. Los jardines son una excelente opción para intentar verlo, más aún donde hay bebederos artificiales (con uso responsable y cuidados necesarios) donde suele aparecer fugazmente. Su vuelo parce ser algo más lento que en los picaflores más pequeños. Emite una voz fuerte y repetida. En los llamativos vuelos de cortejo, los machos ascienden en forma simultánea y en zigzag junto con una hembra.

Foto: Marcos Sosa

Los datos conocidos de reproducción provienen de Brasil, donde anida entre octubre y marzo, con algunos registros más tempranos en algunos estados de la costa atlántica. Como sucede y es conocido para todos los picaflores, la hembra está a cargo de todos los cuidados parentales, desde la construcción del nido, hasta el cuidado de los pichones ya volantones.

 

Construye una copa abierta en ramas horizontales en arbustos o árboles, a media altura entre 1 y 3 metros de altura. La postura es de dos huevos blancos, cuya incubación demanda unos 15 o días, y los pichones permanecen en el nido entre 22 y 24 días. Los primeros días los pichones regresan por la noche al nido, y siguen junto a la hembra por 2 o 3 semanas más.

 

Como ya se mencionó, su presencia en Argentina es relativamente reciente. Se considera como primer registro en nuestro país, la observación en el Parque Nacional Iguazú en el año 1993.

 

Foto: Carlos Mocciola 

 

Luego de unos años, comienza una sostenida colonización de nuevas localidades en el norte misionero, y fue registrado por numerosos observadores y fotógrafos. Su presencia por ejemplo, se hizo frecuente por ejemplo en el Jardín de los Picaflores de Puerto Iguazú. A partir del año 2010 ya es registrado en Posadas y otras localidades del sur provincial, y a fines del 2017 ya ingresa en el nordeste de Corrientes, donde parece también avanzar hacia el sur, sobre el río Uruguay.

 

Su expansión tan rápida y efectiva, podría ser consecuencia del avance de la deforestación en la distribución original de la especie, como se supone que también está sucediendo con otras especies en expansión reciente como la Torcacita escamada (Scardafellasquammata), la Mosqueta pico pala (Todirostrumcinereum) y la Ratona grande (Campylorhynchusturdinus).

 

De todos modos, y a pesar de que su expansión e ingreso a nuestra avifauna, sería consecuencia de la pérdida de su hábitat original en otras tierras, la presencia del Picaflor tijereta llena de color y belleza el nordeste argentino, y más aún la provincia de Misiones.

 

 

 

Por Marcos Sosa, con la colaboración de Alejandro Di Giácomo / Aves Argentinas

Foto de portada: Dante Rektor.

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