Artigas y Azara en las Misiones Orientales

Los caminos de José Artigas y de Misiones comenzaron a entrecruzarse en forma temprana. Mucho tiempo antes de la revolución o de que Andrés Guacurarí fuera el comandante que liderara a nuestra provincia en el marco de la Liga de los Pueblos Libres, ya la presencia de Artigas se había hecho sentir en las antiguas Misiones. El por entonces oficial de Blandengues fue parte de la comitiva que acompañó al naturalista coronel Félix de Azara en la implementación del plan colonizador para la frontera, entre las posesiones portuguesas y españolas, en la margen oriental del río Uruguay.

 

En 1800, el Marqués de Avilés, uno de los virreyes más activos que tuvo el virreinato del Río de la Plata, diseñó un plan de ocupación efectiva del territorio en disputa con Portugal. Entre ellos, los siete pueblos de las antiguas Misiones jesuítico-guaraníes asentados en la margen izquierda del Uruguay: las famosas Misiones Orientales. Con tal fin, propuso la creación de colonias agrícolas-ganaderas, comenzando con San Gabriel del Batoví, en las nacientes del río Ibicuí, actualmente en el estado brasileño de Rio Grande do Sul.

 

 

Mapa con la ubicación de la colonia Batoví, realización propia con base en Maeder y Gutiérrez, Atlas histórico del nordeste argentino, 1995

 

Como vimos en la nota central, José Artigas desempeñó un papel importante en aquella campaña, en la que comenzó a mostrar su inclinación en pos de mejorar las condiciones de vida y el acceso al uso de la tierra de los sectores más bajos de la sociedad. En unos pocos meses de actuación, Azara y Artigas habían logrado una incipiente colonización en la zona, la que fue drásticamente interrumpida, en 1801, por la invasión lusitana a las Misiones Orientales. Los siete antiguos pueblos jesuíticos y todo el espacio bajo su jurisdicción fueron ocupados por la fuerza armada y, desde entonces, perduran en manos del Brasil.

 

 

 

Artigas no olvidaría aquella ocupación, como tampoco lo harían los guaraníes de la margen occidental. La recuperación de ese territorio será un objetivo explícito para Andresito y para la Liga de los Pueblos Libres en su conjunto. Tan es así que 1816, el ejército guaraní-misionero al mando de Guacurarí atravesó el Uruguay y le puso un férreo sitio a San Borja, al que los portugueses lograron romper gracias al urgente envío de refuerzos desde Porto Alegre y a la demora del comandante misionero en ordenar el asalto al pueblo.

 

 

 

Por Pablo Camogli 

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