Posadas: hallaron sin vida a Cristina Vázquez, la mujer que había sido condenada a prisión perpetua y fue absuelta tras 11 años presa

Los primeros datos dan cuenta que fue encontrada sin vida en su casa de Posadas. Según consta en el parte policial hace días no contestaba el teléfono. La hermana de Cristina Vázquez, fue quien junto a los uniformados la encontró en su domicilio.

 

Miembros de la Policía de Misiones informan que la hermana de Cristina, María Alejandra, de 33 años, se presentó en una dependencia policial, manifestando que su hermana Vázquez Cristina, de 38 años, hace días no le contestaba los mensajes y no atendía los llamados a su puerta.

 

Los uniformados junto a María Alejandra, se trasladaron hasta el domicilio de la antes mencionada, ubicado en el barrio El Palomar de Posadas y constataron que la misma se hallaba sin vida en el sector de ingreso principal al departamento.

 

Cristina Vázquez

La morguera en la casa donde fue encontrada sin vida Cristina Vázquez

 

En cuando a las medidas adoptadas, se solicitó Médico Policial en Turno, Gabinete Psicológico de la Comisaría de la mujer centro, Policía Científica y Morgue Policial.

 

Cristina Vázquez

Cristina Vázquez colaboraba con Cáritas Diocesana

 

El Padre, Alberto Barros, titular de Cáritas de la Diócesis de Posadas, confirmó la noticia a este medio. Había sido alertado por María Alejandra sobre la ausencia de Cristina en los últimos días.

 

¿Quién era Cristina Vázquez?

Cristina Vázquez fue condenada por el asesinato de una anciana en Misiones, pero la Corte Suprema consideró que la sentencia de los tribunales de esa provincia no tenían fundamentos y no respetaron el debido proceso.

 

Cristina Vázquez, una de las dos mujeres que fueron absueltas el diciembre de 2019 por la Corte Suprema de Justicia tras haber permanecido entre 11 y 14 años presas por el asesinato de una anciana en la ciudad de Posadas, aseguró que está “muy contenta” de recuperar la libertad y deseó que su caso “sirva para que los jueces de Misiones y de todo el país cambien” y “cumplan con la ley y la Constitución”.

 

Su historia volvió a los medios de comunicación el jueves último, cuando el máximo tribunal decidió anular la polémica condena a cadena perpetua que pesaba sobre ella y sobre Cecilia Rojas. Ambas habían sido encontradas culpables de matar a Erselida Lelia Dávalos, de 79 años, y sentenciadas tras un cuestionado juicio en su contra.

 

El caso fue revisado más tarde por la Corte, que aceptó un recurso de queja presentado por las defensas de las acusadas y anuló el fallo luego de considerar que no se respetó el debido proceso, por lo que la sentencia no tenía fundamento.

 

“Yo quiero que esta causa, que estos 11 años que estuve presa siendo inocente sirvan para que los jueces, la Justicia misionera y la del país cambien, que simplemente hagan lo que tienen que hacer, que cumplan con la ley, con la Constitución y los códigos”, resaltó Vázquez, en diálogo con la agencia Télam.

 

La mujer, que salió de la cárcel el viernes pasado por la tarde, dijo estar “muy contenta y muy feliz, disfrutando de la libertad” y rodeada de la familia. Además, aseguró que “siempre” pensó que “en algún momento, algún juez, algún tribunal, iba a revisar» su condena e iba a poder demostrar su inocencia.

 

En este sentido, explicó que “empezó a generarse una nueva expectativa” en ella cuando conoció, a través de amigos en común, a integrantes de la Asociación Pensamiento Penal (APP), quienes se preocuparon por su situación. Según contó, los miembros de esta organización ”abrieron todo un panorama distinto en la causa”.

 

Para Vázquez, tanto ella como Rojas fueron encontradas culpables del crimen de Dávalos por ser “mujeres y por no tener recursos, de ser pobres, de no poder pagar un abogado», ya que para los jueces “era solo acusarnos a las dos y no mirar otras hipótesis sobre el crimen”.

 

Ahora que recuperó la libertad, la mujer, que actualmente tiene 36 años, precisó que tiene pensado pasar los festejos de Año Nuevo de forma tranquila, porque sus padres “están viejitos”, y le agradeció a Nora Cortiñas, cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, por haberla ido a visitar este sábado: ”Vino para darme un abrazo y me dijo: ‘Vencimos’».

 

La historia de Vázquez y Rojas comenzó el 27 de julio de 2001, cuando Ersélida Dávalos de Insaurralde, jubilada del Poder Judicial de Misiones, fue asesinada a golpes en la cabeza, presuntamente con un martillo, en su casa de la ciudad de Posadas.

 

La mucama encontró el cadáver de la anciana al día siguiente en el lavadero y se comunicó con la Policía. Tras una primera investigación, las autoridades determinaron que la víctima murió durante un robo en su vivienda y que el o los responsables del hecho se llevaron del lugar dinero y joyas, aunque ni las puertas ni las ventanas del domicilio estaban violentadas. Tampoco pudieron encontrar testigos que acreditaran esta versión.

 

Las acusadas fueron vinculadas al crimen por una señora que dijo haber visto a Ricardo Jara, pareja de Cecilia Rojas, vendiendo algunas de las pertenencias de Dávalos después del homicidio. Vázquez, por su parte, fue señalada como sospechosa por ser conocida de ambos y vecina de la jubilada.

 

Los tres fueron condenados a prisión perpetua. Según el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), esa testigo sólo declaró una vez durante la investigación y jamás volvió a hablar. Tampoco se presentó en el juicio oral a explicar en detalles lo que contó. Por otra parte, las joyas nunca aparecieron.

 

Las dos mujeres fueron detenidas por primera vez en 2002, un tiempo después fueron liberadas y en el 2008 las volvieron a encarcelar. Finalmente, en 2010 recibieron prisión perpetua por “homicidio calificado criminis causa”.

 

La condena fue confirmada por el Superior Tribunal de Justicia de Misiones, pero fue apelada y el caso llegó hasta la Corte Suprema, que en 2016 ordenó revisarlo integralmente y, tras varias idas y vueltas, optó por absolver a las acusadas a través de un duro fallo en el que cuestionó la investigación y el juicio.

 

La defensa de Vázquez siempre planteó que, al momento del crimen, ella se encontraba a ocho kilómetros del lugar del hecho además de que nunca se presentó ninguna prueba científica ni testimonial directa de que haya participado del asesinato.

 

 

 

 

 

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