Fue robada al nacer y sufrió abusos de quienes creía sus padres: hoy busca a su verdadera madre que sería misionera

La historia de Marcela Zaleski parece una película de terror. Fue apropiada al nacer y entregada a unas personas a los que llamó padres gran parte de su vida. Su infancia estuvo marcada por el maltrato, el abuso y la violencia. A sus quince años, luego de organizar ella misma su fiesta, fue convocada por estas personas quienes atinaron a decir ‘¿Qué pensarías si te dijera que no sos hija nuestra?’ Tras esa pregunta y una serie de emociones, Marcela armaba el rompecabezas. A esa edad trató de encontrar alguna pista que la lleve hacia sus orígenes. Hoy, a sus 54 años y avanzando hacia su sanidad, se aferra a los pocos datos que un «tío» – quien fue el entregador y cómplice de su robo- decidió darle: tu madre biológica era una jovencita misionera, hija de los dueños de una estancia que se embarazó del mayordomo.

Marcela Zaleski. Misiones Online

 

Mensaje de Marcela para su madre

«Tengo muchas ganas de conocerte. Tengo entendido que estuvimos juntas los primeros tres días de mi vida y dentro de mí conservo la sensación de estar entre tus brazos. No sé si fue, pero quiero volver a vivir esa sensación. Necesito conocer lo que es el amor de madre. No me interesa porqué me dejaste o porqué nos separamos, no me interesa. Necesito abrazarla y darle muchos besos. Necesito eso.

 

Marcela espera encontrar a su madre que sería de Misiones
Marcela espera encontrar a su madre que sería de Misiones

 

Marcela y la incansable esperanza de conocer a su madre

El calvario de Marcela Zaleski empezó desde su nacimiento, pero los vagos recuerdos de su infancia no están marcados por los juegos y las risas que deberían disfrutar los niños, sino por una madre, que solo transitaba el día entre sus deberes domésticos y el abuso físico, sexual y psicológico al que sometía a su supuesta hija.

 

Hasta ese día  Andrés González era su papá, un hombre de campo y sin estudios. «Mi viejo era muy bueno de buen corazón, a diferencia de ella que buscaba todo con maldad, pero él nunca tuvo una instrucción, venía del campo en el que trabajó desde los 7 años (…) era un hombre criado muy a lo bruto y actuaba así».

 

padre y madre
Andrés González y Catalina Volicakis

 

«Desde que tengo memoria no me sentí identificada en el hogar en el que vivía y no sabía porqué. El primer recuerdo que tengo es a mis tres años cuando me entero de la existencia de Jesús y que había un paraíso. En esa idea vi una esperanza, por eso lo primero que hice fue pedirle que me lleve, se lo pedía por favor».

 

Y es que el hogar que formaba Catalina Volicakis y Andrés González distaba mucho de ser acogedor. Caracterizado por las peleas, insultos y los problemas psiquiátricos de Volicakis, cada vez la situación empeoraba.

 

Cuando Marcela llegó – o la trajeron- a su casa, ellos llevaban 10 años de casados. De niña durmió en el living hasta que a los seis años le construyeron un dormitorio que era prácticamente un pasadizo sin privacidad alguna.

Recuerda con una especie de nostalgia que no tuvo experiencias positivos en los primeros años de su vida y que no encontró a alguna persona que crea en la palabra de una niña que sufría.

 

 

«La única persona en la que encontré consuelo, por así decirlo, fue en la hermana de mi madre.  uando tuve 13 años y la hermana menor de Catalina me dijo: ‘no le des bola a tu vieja, es una hincha pelotas, cuando yo me iba al cine con Héctor-quien era su pareja- ella se iba y se sentaba al medio’, me sentí comprendida por alguien».

 

Una fiesta de 15 años para el olvido

 

 

Marcela recuerda que la celebración por sus quince años no fue la fiesta soñada. «Siempre debíamos estar ajustando la economía, pero no por necesidad, sino sobretodo por la obsesión que tenía Andrés de ahorrar. Decía ‘el ahorro es la base de la fortuna’. Me encantaba la idea de una fiesta especial y cuando yo quería cambiar algún detalle de la fiesta me decía: ‘me tenés podrido yo te voy a dar esta plata y vos verás lo que hacés con esto».

 

Más allá de que la fiesta no fue la que Marcela esperaba, se vio en el desafío de organizar su celebración con los recursos limitados que le habían dado, eso incluía el álbum de fotos, para el que no alcanzó presupuesto y tuvo que armarlo ella misma «yo hice todo, compre el vestido con lo que me alcanzó, la torta, e incluso el álbum tuve que hacerlo yo misma y hasta el día de hoy lo conservo. Hoy lo miro y digo qué porquería y qué crueldad, qué les costaba comprarme uno…»

 

A la semana de su cumpleaños,  González convocó una reunión familiar que daría explicación a los cuestionamientos que siempre tuvo en su interior de niña.

 

Rememora el llamado de su padre y su madre – sus apropiadores- sentados a la mesa. Ella, Catalina, lloraba como nunca la había visto y lo primero que pensó es que se iban a separar.

 

«Cuando pensé que se iban a divorciar me dio alegría porque todo era un horror, porque me tenían harta por sus peleas todos los días y cuando la vi llorar (a Catalina)  y me dije: ‘por suerte se van a separar’, porque él la golpeaba mucho y ella lo puteaba y ella me pegaba a mí. Luego me dije para mí misma ¿con quién me voy a quedar?, con la vieja no me quedo ni loca (…) de los dos el menos malo me parecía mi viejo».

 

«Fue la primera y la única reunión que convocó y allí me preguntó ¿Qué pensarías si te dijera que no sos hija nuestra?’ y yo decía que siempre había vivido con ellos (…) ahora recién entiendo y comprendo que no eran mis padres adoptivos, sino mis apropiadores».

 

Con esa crudeza y sin asumir responsabilidad alguna González no supo responder el origen de la niña que había tomado como suya. Solo le dijo que el intermediario para esa transacción  había sido el tío «traki», hermano de su madre. «Cuando le pregunté de dónde era mi verdadera mamá, me dijo: ‘Te lo juro que no lo sé, sino te lo diría»

 

Y es que «Traki pensó que robarse un bebé y dársela a su hermana curaría los problemas emocionales y psiquiátricos que ella atravesaba.

 

«Como mi madre vivía enferma y amenazaba con suicidarse, al hermano no se le ocurrió mejor idea que traerle un bebé porque pensaba que se le iba a pasar, pero fue un horror».

 

Traki vivía en Mar del Plata. Después de esa noticia fue a los 16 años a conversar con su tío. No recuerda a ciencia cierta qué le dijo. A los 20 años ya decidida en encontrar a su mamá volvió a Mar del Plata.

 

“Le insistí muchísimo. Y de tanto insistir me contó una historia que por mucho tiempo pensé que era mentira. Me dijo que mi mamá biológica era una chica muy joven, hija de los dueños de una estancia en Misiones. Que quedó embarazada del mayordomo y que la familia la mandó a Mar del Plata, no sólo a parirme sino a pasar el embarazo lejos».

 

Luego, su tío le dio el apellido de la partera que atendió a su madre. Su apellido era Rosenthal. «Traki dijo que nací en la casa de la partera y mi mamá biológica me tuvo con ella mis 3 primeros días de vida». 

 

Para Marcela a los 20 años era una gran pista. Se dispuso a buscar en la guía telefónica y para su lamentable suerte, los Rosenthal en Mar del Plata sobreabundaban.

 

«Busqué en la guía telefónica y habían como tres mil Rosenthal. Era imposible llamar a uno por uno«, recordó la frustración que sintió.

 

De esta manera transcurrió el tiempo, entre sanar y reaprender. Marcela sostiene que el modelo que tuvo de familia hizo que ella replicara eso en sus relaciones. Hoy  cada vez más sana, busca a su madre con la esperanza de darle un abrazo.

 

Recordó que hace unos años Catalina, la mujer que la crió tuvo que regresar a casa de Marcela por los problemas de salud que sufría, entre otros motivos. Esa llegada ocasionó un impacto terrible en la vida de Marcela.

 

«Una vez que ella está acá en casa, cada vez fue peor y mentalmente me volví a instalar en mi infancia. La vieja andaba desnuda y cuando vos tardabas minutos, ella te puteaba era un infierno total, tuve que ir a tres terapias porque todo se hizo muy difícil y yo no tenía ganas de vivir. Un día una de las terapeutas me dijo:  ‘Marcela vos estás conviviendo con tu abusadora, para mí ese fue el titular de un diario, yo no me había dado por enterada, había vuelto a naturalizar tantas cosas que si no me lo dice la terapeuta nunca iba a entenderlo«.

 

Un día, en una conversación el diseñador Roberto Piazza, este le dio un consejo que le ayudó mucho. Piazza que luchó contra el abuso sexual en menores y cuya lucha que terminó plasmada en la «Ley Piazza» que  se trató de una reforma trascendental al artículo 63 del Código penal que modificó los plazos de prescripción en casos de abuso sexual infantil.

 

Según Infobae, a finales del 2015 la norma volvió a reformarse y el tiempo de prescripción comenzó a computarse a partir del momento de la denuncia. Esto significó un mayor amparo a los que sufrieron delitos contra la integridad sexual y que, mayoritariamente, suelen animarse a denunciar el hecho muchos años más tarde.

 

Piazza le recomendó denunciar a sus apropiadores y los cómplices, por ser su derecho y porque le ayudaría a estar mejor. «No pensaba que hacer la denuncia me iba a sanar, pero me ayudó muchísimo. La denuncia también me sirvió para internar a mi madre, que cuando volvió a vivir conmigo seguía abusando de mí».

 

«El Día del Amigo del 2019 interné a mi apropiadora y me hice un regalo para el día del amigo», contó Marcela.  Catalina murió el 9 de mayo en plena cuarentena. Tenía 91 años, vivía en un geriátrico y tenía Alzheimer.

 

Marcela se enteró de que existía algo llamado “Family tree”, el único recurso con el que cuentan “los otros apropiados”, es decir, los niños que fueron apropiados fuera de los límites de tiempo de la última dictadura militar.

 

Según Infobae,  el Family Tree es un estudio de ADN que se hace en un banco genético mundial y te dice, por un lado, cuáles son tus etnias (de qué regiones eran tus ancestros: porcentaje de sangre europea, nativo americana, judía, etc.), y por otro lado, compara tu muestra con todas las muestras ya ingresadas y te dice si hay gente en el banco que comparta segmentos de ADN con la persona.

 

Cuando después de unos meses se animó a comprar el kit y ver los resultados, las palabras de su tío resonaron nuevamente en su mente y «Misiones» volvió a estar más cerca, y es que los familiares, aunque no pudieron definir los más cercanos, tienen apellido del lado brasileño y la tierra colorada se caracteriza por su constante compartir con sus vecinos Paraguay y Brasil.

 

Hoy Marcela tiene hijos y nietos, pero el deseo de conocer a su madre la inunda todos los días. Por ello, emprendió una búsqueda que le permita cumplir su sueño y aprender como ella dice a pintar la vida con más colores.

 

Lista de apellidos coincidentes más próximos, según resultados del Family Tree DNA:

-Liate Verilos -do prado – Fonseca -Paiva -Sales -Dias – Swerts (France) -Tavares -Alves -Teixeira -Malta -Areas -Braga -Borges -Bernardes da Silveira -Coutinho -da Costa Marques -de Jesus -da Silveira -da Silva -de Santo Antônio -de Belém -da Conceição – da Esperança – da Câmara -de Magalhães -da Parada -de Andrade -de Ascenção -da Silveira -Terra -de Mello -Dias -Dutra Caldeira -Escobar -Ferreira -Pedrosa -Gonçalves -Garcia Pereira -Garcia Pereira -Sobrinho -Garcia Pereira II -Homem da Silveira -Homem da Silveira Filho -Justiniano -Luís -Machado -Modesto -Simões -Pimentel -Pereira -Rita de Jesus -Rodrigues -Simoes -Simões -Santo Antônio -Teixeira da Mota

 

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