Coronavirus: desde el Incucai advierten que «todo el sistema de trasplantes de órganos pudo adaptarse a la nueva situación (de pandemia)»

El presidente del Incucai, Carlos Soratti explicó cómo hizo el organismo para funcionar en el contexto de pandemia. En todo el 2020 hubo 768 trasplantes de órganos.

 

Pese a que el azote de la pandemia modifica drásticamente a la Argentina, diversas actividades se mantienen en pie y continúan su marcha gracias a los esfuerzos mancomunados de distintos actores sociales. Una de ellas es el trasplante de órganos que, mediante el rol del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), prosigue con su función sanitaria en todo el país.

 

Según datos actualizados de ese organismo, durante el período comprendido entre el 20 de marzo y el 12 de agosto, se realizaron 160 procesos de donación de órganos y tejidos en 19 jurisdicciones. En tanto, hubo 768 trasplantes de órganos y 438 trasplantes de córneas en la Argentina durante todo el 2020.

 

En diálogo con el medio Ámbito, el Dr. Carlos Soratti, presidente del Incucai desde marzo pasado y laureado especialista en la disciplina, explica cómo hizo el Instituto para superar los desafíos propios del contexto y lograr la continuidad de una política sanitaria clave, que tiene a la Argentina como uno de sus máximos referentes a nivel mundial.

 

Periodista: ¿Cómo fue el proceso de adaptación del Incucai al contexto de pandemia?

Carlos Soratti: Antes de las primeras medidas que se tomaron a comienzos de marzo, empezamos a prestarle atención a lo que venía pasando en los países europeos, sobre todo en España, con quien tenemos un vínculo cercano y una comunicación bastante fluida. La Organización Nacional de Trasplante de España emitía información para estar al tanto de lo que pasó allá cuando eclosionó la pandemia. Veníamos pensando qué medidas adoptar para poder sostener la actividad de donación y trasplante, aún ante la pandemia, y preparar el sistema sanitario. Eso ocurrió en la medida en que las primeras decisiones tomadas por las autoridades apuntaban a una fase de contención, como corresponde cada vez que hay una amenaza pandémica con un virus nuevo, para preparar el sistema sanitario a fin de mitigar el impacto. En alguna medida, nosotros estábamos comprendidos en eso.

Empezamos a trabajar internamente en el Incucai y a reunirnos con organismos provinciales por vía virtual. Consensuamos protocolos de actuación, o sea, criterios para seleccionar un donante, lo que implicaba garantizar la seguridad de la no transmisión al receptor, pero también la seguridad de los equipos que intervienen en el proceso. Eso motivó un primer protocolo: nos ayudó mucho conocer el caso español. Ese protocolo tomó vigencia aún antes de haber declarado el aislamiento, allá por mediados de marzo.

P.: ¿Qué respuesta hubo por parte de los demás organismos?

C.S.: Mantuvimos un contacto muy fluido con los organismos provinciales de ablación e implante que conforman el sistema federal. Por otro lado, fue importante la relación con las sociedades científicas, como la Sociedad Argentina de Trasplante y la Sociedad Argentina de Infectología, que nos permitió armar un comité conjunto, con el cual se trabajaba en la actualización periódica de las recomendaciones hechas desde la visión de la infectología y de la visión del trasplante para estos procedimientos específicos. El marco siempre fue todo lo que el Ministerio de Salud publicaba como recomendación para la población en general y para los trabajadores del sistema sanitario.

Tuvimos que atender a las medidas de restricción, que condujeron a la suspensión de vuelos y de los desplazamientos entre provincias, e incluso al interior de cada institución, con el licenciamiento de los mayores de 60 años, y demás. Todo eso fue generando cambios en los organismos del Estado y hubo que adaptarse. Con todo, tuvimos la posibilidad de suplir las limitaciones logísticas con los recursos disponibles, siempre con la coordinación del Incucai y el vínculo con las provincias.

P.: ¿Cómo se suplió el transporte de órganos y material sanitario luego de la cancelación de los vuelos comerciales?

C.S.: Al no haber vuelos comerciales -gran parte de la logística de donación y trasplantes se realiza utilizándolos, ya que el donante puede estar en cualquier provincia, pero las listas de distribución son nacionales- tuvimos que generar una logística diferente. Se pudo sostener la actividad tanto en trasplantes de órganos, tejidos y células; se pudieron resolver los problemas que limitaban de manera importante, de modo que se cubrieron las urgencias. Por ejemplo, la cirugía oftalmológica estaba muy deprimida porque el riesgo de contagio es alto; sin embargo, los trasplantes de córnea en las situaciones de urgencia se fueron resolviendo. Los trasplantes se pudieron sostener, en niveles más bajos, pero se pudieron sostener. Los viajes de órganos siguieron siendo por vía aérea pero por vuelos sanitarios contratados. Se introdujeron una serie de mecanismos que permitieron preservar un porcentaje importante de las oportunidades de trasplante.

P.: Muchos de los trasplantes de médula ósea se realizan con donantes de otros países y viceversa. ¿Se pudo sostener esa actividad?

C.S.: Se realizaron también trasplantes de médula, aun cuando los donantes provenían de otros países. Se utilizaron vuelos de carga para trasladar unidades de células de Europa a Buenos Aires. Hubo varios donantes de otros países para receptores de Argentina y también al revés. Todos esos procesos se pudieron sostener. El impacto del Covid-19 sobre el sistema donación y trasplante fue importante en el mundo entero, pero al menos se puso muchas ganas y mucho esfuerzo para sostener la actividad.

P.: ¿De qué se trata el «care of crew», la modalidad para trasladar unidades de células a lo largo del mundo?

C.S.: Lo habitual era que las unidades de células viajaran mediante vuelos comerciales, a través de empresas que las recogían en su lugar de origen, se hacían cargo de su transporte, y acompañaban, aún en esos vuelos, hasta la entrega de las unidades en la institución de trasplante. Al suspenderse los vuelos comerciales, hubo muchos casos inicialmente en las que esas unidades de células venían bajo la responsabilidad y protección de las tripulaciones de los vuelos de carga. Eso fue un hecho muy valorado, porque fue una actitud de colaboración de las tripulaciones de las empresas aéreas. Después de los primeros, que fueron los más difíciles de coordinar, se empezó a instalar una serie de acuerdos con otros registros nacionales de países europeos, que empezaban a generar una logística coordinada entre ellos. Creo que todo el sistema pudo adaptarse a la nueva situación; pudo reconocer que iba a haber una disminución y generar todas las modificaciones que faciliten eso. Desde el 20 de marzo se realizaron más de 150 trasplantes de órganos y 100 trasplantes de córneas. También continuaron los trasplantes de médula.

P.: ¿Qué rol tiene el Ministerio de Salud en política de trasplantes?

C.S.: Todo lo que digo no fue un invento nuestro, sino que es una política formal del Ministerio de Salud de la Nación compartida por los ministerios provinciales. El sistema se inserta en todos los sistemas provinciales de manera muy íntima. Hubiera sido absolutamente imposible sin el Ministerio, porque, además, muchas de estas cosas se pudieron hacer por la participación de diversas instituciones del Gobierno. Por ejemplo, para traer unidades de células debieron intervenir la Cancillería, las embajadas, el Ministerio; hubo procesos de trasplante en instituciones argentinas de receptores uruguayos con donantes uruguayos. Eso también fue posible concretarlo con la intervención de diferentes áreas. Hubo una cooperación institucionalmente muy grande para sostener la actividad.

P.: ¿Cree que el Incucai saldrá fortalecido después de la experiencia durante la pandemia?

C.S.: Todos hemos aprendido muchas cosas. Es un proceso muy duro, muy difícil y con mucho sacrificio, pero también con mucho aprendizaje. Muchas modalidades de trabajo que hemos experimentado en este tiempo, como el home office, creo que van a continuar, en su medida y de la manera que vaya siendo valiosa. El Incucai sigue funcionando a pleno, pero de manera presencial y continuada solamente lo hace la Coordinación Operativa Nacional. Gran parte de la gestión administrativa se desarrolla desde las computadoras conectadas de forma remota. Hemos verificado que eso hace que las cosas funcionen. En cuanto a la operatividad, ya estamos pensando cómo se irán restableciendo esos mecanismos. Creo que habrá muchas cosas que se habrán fortalecido y muchas otras que seguir aprendiendo.

P.: Más allá de la política de trasplantes, como profesional de la salud, ¿qué opinión tiene de las medidas adoptadas por el Gobierno para enfrentar al coronavirus?

C.S.: Argentina tuvo la virtud de poder hacer un análisis inicial correcto y tomar las medidas adecuadas, porque en la primera etapa, que duró hasta mediados de mayo, se ganó un tiempo de enorme de valor, que permitió contener el desarrollo de la pandemia en el país, aprender cómo había que combatirla y prevenirla, pero, sobre todo, generar en los sistemas sanitarios el incremento de la capacidad que permitiera atender lo que ya se conocía. Por eso se reforzó el equipamiento en las terapias intensivas, se ajustaron los protocolos, las dobles circulaciones y las áreas diferenciadas en la instituciones, etc. Todo eso fue posible gracias a esta etapa de contención tan eficaz que atravesó la Argentina en el comienzo. La seguimos peleando aún en momentos tan críticos como este. Estamos atravesando un escenario complejo. Sin embargo se ganó tiempo en fortalecer la capacidad de respuesta.

 

Fuente: Ámbito Financiero

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