La asustadiza Tapicurú, con sus largas plumas iridiscentes atraen la mirada en la selva misionera

Esta hermosa ave integrante de la familia Threskiornithidae, como también son los Cuervillos, Bandurrias y la Espátula rosada. Agrupa a ocho especies en nuestro país, seis de las cuáles podemos observar en Misiones. También hay Tapicurú en el norte de Corrientes, el extremo este de Chaco y de Formosa; además de algunos registros en el noreste de Santa Fe.

 

 

A través de una alianza con Aves Argentinasla centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.

 

Hoy te presentamos a esta hermosa ave, el Tapicurú (Mesembrinilis cayennensis), un integrante de la familia Threskiornithidae, como también son los Cuervillos, Bandurrias y la Espátula rosada; y que agrupa ocho especies en nuestro país, seis de las cuáles podemos observar en Misiones, también en el norte de Corrientes, el extremo este de Chaco y de Formosa; además de algunos registros en el noreste de Santa Fe.

 

Se distribuye ampliamente por Centro América y Sudamérica, desde Honduras hasta la Argentina, siempre vinculada a selvas y bosques tropicales y subtropicales. Se la encuentra en el noreste del país, habitando la provincia de Misiones, el norte de Corrientes, el extremo este de Chaco y de Formosa; además de algunos registros en el noreste de Santa Fe.

 

Es un ave muy similar en su aspecto a los Cuervillos, aunque más robusto, pero difiere significativamente en sus hábitos. Su tamaño es entre 47 y 56 centímetros, y su peso varía de 700 a 785 gramos. No presenta dimorfismo ni dicromatismo entre ambos sexos. Su plumaje es uniformemente oscuro, de color pardo oliváceo, pero con llamativos reflejos.

 

Foto: Damián Lozano

 

La frente y garganta son de color gris al igual que una pequeña porción de su cara desnuda. Una característica muy particular de la especie, es la presencia en el cuello dorsal y nuca, de largas plumas iridiscentes, muy llamativas con incidencia de buena luz, y que suelen presentarse erizadas.

 

La espalda y alas tienen reflejos verde bronceados, y las remeras primarias y secundarias, reflejos azul metálicos. Su largo y curvo pico, así como sus cortas patas, que en vuelo no sobrepasan la cola, son verdosos. El iris es de color marrón. Los juveniles son parecidos a los adultos pero sin brillos ni plumas iridiscentes, y presentan un anillo periocular blanco.

 

Es un ave de comportamiento arisco y desconfiado, que no forma bandadas, sino que es más bien de hábitos solitarios, o bien anda en parejas, y rara vez en grupos reducidos.  Se los encuentra en ambientes selváticos y boscosos, donde haya presencia de agua permanente, como ser las orillas de ríos o arroyos, o bien en lagunas y áreas inundadas o pantanosas, rodeadas de vegetación. Es muy arborícola, y estando posada, suele pasar desapercibida sino no vuela o vocaliza.

 

Mayormente, tiene actividad crepuscular, o bien en las primeras horas del día. Es entonces, cuando podemos escuchar su inconfundible vocalización, sonora y estridente, que suena como “coro..coro..coro..coro”, y de esta onomatopeya es que toma otros nombres vulgares en su amplia distribución.

 

Foto: Marcelo Javier Wioneczak

 

Al emitirla, inclina el pico hacia arriba y sacude la cabeza y cuello rápidamente. Otras  voces más agudas, suelen a veces realizarlas varios individuos juntos, a modo “de conversación”. Puede suceder que sus voces sean confundidas a la distancia, con las del Anó grande (Crotophaga major), que es una presencia habitual en los mismos ambientes. Su vuelo es breve, de aleteos pesados y bruscos, llevando el cuello extendido, como todos los Cuervillos y Bandurrias.

 

Se alimenta introduciendo el pico en aguas someras, o sea poco profundas, y consume principalmente invertebrados como insectos, lombrices, crustáceos y moluscos. . Algunos autores, comentan que también podría alimentarse ocasionalmente de plantas acuáticas.

 

Sus hábitos reproductivos, son poco conocidos, pero a diferencia de la mayoría de los miembros de la familia, anida en forma solitaria y la presencia de su nido es poco conspicua. En la temporada de cría, muy variable a lo largo de su distribución, construye un nido poco elaborado sobre ramas altas de árboles, menudo sobre ríos o arroyos. Emplea palitos finos algunas y hierbas, tiene forma de plataforma laxa y poco profunda.

 

La postura habitual es de dos de color verde oliva, muy llamativos. Ciertos autores mencionan que la postura podría ser de hasta 4 huevos, pero solo se criarían dos pichones. Estos permanecen unos 23 días en el nido.  Algunos nidos podrían ser reutilizados varios años.

 

Si bien su estado de conservación no es preocupante a nivel global, según la UICN, sus poblaciones en algunos sitios, tienden a decrecer por la destrucción de su hábitat debido a la acción humana, contaminación y eventualmente la caza.

 

Su presencia no es rara por ejemplo en el Parque Nacional Iguazú, o en los riachos más importantes  del este de Formosa, como el Pilagá o el Monte Lindo. Cuando visites la selva sobre los ríos y arroyos, desplázate sigilosamente y en silencio, quien dice que puedas observar al Tapicurú, pero recuerda, es muy asustadizo!!.

 

 

 

Por Damián Lozano y Alejandro Di Giacomo / Aves Argentinas

Foto de Portada: Marcelo Javier Wioneczak

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