Se cumplen 75 años del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, Japón aún llora a sus muertos

A las 8.15 del 6 de agosto de 1945 la bomba atómica cayó sobre la ciudad y en 9 segundos mató a 100 mil personas. Fue la destrucción total y el infierno en la Tierra

Los efectos de la bomba atómica en Hiroshima persisten hasta la fecha, dice el titular de la ONU y lamenta que 75 años después no se haya aprendido que esas armas no refuerzan, sino que disminuyen la seguridad de los países. “Hoy, un mundo sin armas nucleares parece alejarse más de nuestro alcance”, la división y la desconfianza amenazan con regresar a la humanidad a una carrera balística sin control, advierte.

75 años de que Estados Unidos lanzara dos bombas atómicas sobre Japón, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente, el recuerdo de aquel infierno constituye una advertencia imborrable sobre el peligro que enfrenta la humanidad cuando utiliza la energía nuclear con fines no pacíficos.

El primero de esos artefactos, nacidos tras las investigaciones llevadas a cabo en el laboratorio estadounidense de los Álamos, en Nuevo México, bajo la dirección del ciéntifico Julius Robert Oppenheimer, se lanzó el 6 de agosto sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Era la respuesta de una carta enviada por el físico alemán Albert Einstein al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, que sentó las bases de la energía atómica.

Tras la llegada al poder de los nazis, liderados por Adolf Hitler, Einsten abandonó Alemania en 1933 y se instaló en Estados Unidos. En aquellos años se había desatado una carrera por construir la primera bomba nuclear.

Después de que el explosivo fuera lanzado por el bombardero B-29, llamado «Enola Gay», murieron 140.000 personas de un total de 350.000 que vivían en esa ciudad del oeste de Japón, mientras decenas de miles sufrieron por años los efectos de la radiación.

En cuestión de segundos, la mayoría de las construcciones se convirtieron en simples escombros.

Se cree que alrededor de 80.000 personas murieron como resultado directo de la explosión, mientras otras 35.000 resultaron heridas.

Tres días después de Hiroshima, el 9 de agosto de 1945, el Gobierno del presidente estadounidense Harry S. Truman ordenó arrojar una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, en la costa sudoeste de Japón, matando a por lo menos 50.000 personas.

La bomba que cayó sobre Hiroshima, llamada «Little Boy» (niño pequeño), fue construida con uranio y detonó con una potencia de alrededor de 15 kilotones de TNT.

En cambio, el artefacto «Fat Man» (Hombre gordo»), que fue arrojado sobre Nagasaki, tenía una energía de aproximadamente 20 kilotones de TNT.

Si bien existe polémica sobre si era necesario lanzar estas dos bombas atómicas, la versión oficial del Gobierno de Truman señaló que los ataques fueron decisivos para lograr la rendición de Japón.

bombardeo en Hiroshima
A las 8.15 de la mañana del 6 de agosto de 1945 el Enola Gay lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima (REUTERS)

Sin aprender la lección

“Setenta y cinco años son demasiados para no haber aprendido que poseer armas nucleares disminuye la seguridad en vez de reforzarla. Hoy, un mundo sin esas armas parece alejarse más y más de nuestro alcance”, lamentó Guterres, titular de la ONU.

La red de control de armas y los instrumentos creados durante la Guerra Fría y los años que le siguieron para propiciar la confianza y la transparencia se están deshilachando, agregó.

El titular de la ONU advirtió que la división, la desconfianza y la falta de diálogo amenazan con una vuelta a la carrera balística incontrolada.

Los países con armas nucleares modernizan sus arsenales y desarrollan armamento y vehículos nuevos para utilizarlo.

 

Alto riesgo

“El riesgo de que las armas nucleares se usen ya sea intencionalmente, por accidente o por falta de cálculo es demasiado alto como para que continúe esa tendencia”, apuntó.

Guterres llamó una vez más a todos los Estados, especialmente a los poseedores de armas atómicas, a regresar a la senda de la eliminación total de ese armamento.

Hizo referencia al repetido compromiso de los países con esa causa y afirmó que ahora es el momento para el diálogo, las medidas de fomento de confianza y el principio de la reducción de los arsenales nucleares.

La pandemia expone debilidades como la amenaza nuclear

El 75 aniversario de la devastación de Hiroshima y Nagasaki ocurre en el marco de la pandemia de COVID-19, una calamidad que ha expuesto las múltiples debilidades del mundo, entre ellas la de la amenaza nuclear, añadió.

Y la única forma de acabar con esa amenaza “es eliminar totalmente las armas nucleares”, puntualizó.

Antes de terminar su mensaje, Guterres invitó a los jóvenes y a la sociedad civil en su conjunto a impulsar la causa del desarme y reiteró que las Naciones Unidas seguirán trabajando para conseguir el objetivo común de lograr un mundo libre de armas nucleares.

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