«A mi papá no lo va a devolver nadie, pero hubo un abandono de persona importante. No solo por no seguirlo en este tiempo, sino por no ir ni a retirar el cadáver. Voy a hacer la denuncia contra el municipio y todo lo que tenga que hacer para que a nadie más le pase lo mismo: que alguien que no tiene obra social ni empleo quede abandonado con un diagnóstico de coronavirus. Andrea Blanco habló ayer y lloraba. Su papá, Tomás Blanco, murió el domingo, a las 6:30, cinco días después de haber sido diagnosticado como positivo.
Blanco, de 54 años, vivía con su pareja en un monoambiente de Ingeniero Budge, en el partido de Lomas de Zamora Era vidriero y perdió su empleo en negro en una fábrica por la pandemia. El viernes 24 de julio lo hisoparon en la UPA de Lomas de Zamora, adonde lo derivaron desde el hospital Alende, de Ingeniero Budge, después de varias consultas por un cuadro gripal. El martes 28 de julio, su hija Andrea -que vive en Villa Carlos Paz– llamó hasta que le indicaron que era positivo y que le harían seguimiento telefónico.
«En la UPA le dijeron que se fuera a su casa y que se aislara, que en 72 horas estaría el resultado. Después de cuatro días de espera y con su salud empeorando, llamamos nosotros. Nos dicen que esperemos 10 minutos, que se transformaron en dos horas. Nos dan el resultado y nos señalan que se quede en su domicilio. Tomaron sus datos y nos dieron unos números de teléfono. Allí comenzó la odisea», relata Andrea.
Andrea Blanco, hija de la víctima
«Él era paciente de riesgo tenía hipertensión, problemas de corazón, mal de chagas y diabetes -describe la hija-. En el número que le dan me dicen que el protocolo es así, que a pesar de ser de riesgo los médicos consideran que no era para internación. Como no lo llamaban a diario, yo me comunicaba a esos números».
En su crónica, la hija señala que lo contactaron el miércoles: «Al otro día pedí que fueran a verlo porque empeoraba y respondieron que estaban ‘en camino’, pero nunca llegaron. Al día siguiente llamé de nuevo, prometieron hablar y nada. Lo mismo fue en las jornadas siguientes». El relato prosigue: «Yo hablaba y les decía que tenía las manos moradas, dolor de espalda y falta de oxígeno. La respuesta era siempre ‘es propio del virus’. Un día les pregunté ¿cómo saben si satura bien?’ ‘Los médicos saben’, me respondieron. ‘Si se descompone, que llame a la ambulancia'».
El domingo a las 5:30, se descompensó, su compañera llamó y la ambulancia llegó una hora y media después. Blanco estaba muerto. «Se fueron diciendo que ya iban a volver. No dejaron ningún certificado. Solo plantearon que era ‘muerte natural por el virus'», relata la hija. Como nadie más se comunicó, ella insistió y la respuesta fue que se había hecho lo debido; terminó haciendo los trámites desde Córdoba con una funeraria que le pidió de contado $40.000 para retirar el cuerpo cumpliendo el protocolo.
«Todo el día nos llevó conseguir ese dinero. Su pareja estuvo con él en la misma habitación todo ese tiempo -continúa-. A ella nunca la hisoparon, dieron por sentado que tenía el virus igual que él. Está sola y aislada». La hija radicó la denuncia contra el municipio de Lomas de Zamora, en el Ministerio Público Fiscal de esa localidad, donde le indicaron que la enviara por correo electrónico que recibirá el comprobante correspondiente.
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(La Nación)