El síndrome de la rana hervida

Quiero dejarles un pequeño espacio para la reflexión que puede ayudarlos muchísimo a ver las relaciones desde otra perspectiva. Así que hoy me gustaría hablarles del síndrome de la rana hervida.

 

Es un fenómeno que experimentamos muchas personas, pero que también nos puede ocurrir como sociedad. Las malas relaciones mantenidas en el tiempo pueden desembocar en el síndrome de la rana hervida.

 

Nos viene a decir que, cuando nos adaptamos muy progresivamente, casi de forma imperceptible, a algo que nos puede causar mucho dolor, nuestra conciencia reacciona tarde.

 

Muchas veces, tan tarde que no podemos revertir los daños que ya están hechos.

 

La premisa dice lo siguiente:

 

Si pones una rana en agua hirviendo, automáticamente saltará porque notará el contraste térmico.

Pero si la pones en un recipiente con agua tibia y la temperatura va subiendo lentamente, acabará cocida y acabará muriendo porque no podrá saltar.

 

Esta es una metáfora de que, a veces, la incapacidad e incluso la falta de voluntad que tenemos las personas de ser conscientes del ambiente en el que estamos sumergidos, nos pueden acabar «cociendo».

Haciendo daño.

 

Según la fábula original de Olivier Clerc, la rana está en un cazo con agua tibia, nadando tranquilamente.

La temperatura sube tan lentamente que simplemente se va adaptando y regulando su temperatura mientras que sigue nadando.

Llega un día que la temperatura es demasiado alta para nadar.

 

Ella está «adaptada», aguanta el calor, pero se siente alicaída y ya no tiene fuerzas para nadar. Mucho menos para saltar.

Hasta que llega el momento en el que no aguanta más y acaba cocida.

Y así nos sucede muchas veces a los humanos.

 

Nos pasa como sociedad en muchos casos y en nuestras relaciones o situaciones del día a día (pareja, trabajo, familiares, amigos, etc.).

Pero también nos ocurre con la salud, malos hábitos o estilo de vida.

 

Es decir, seguimos malos hábitos o mantenemos malas situaciones que, aparentemente, son poco relevantes, hasta que surge un síntoma mucho más fuerte y mucho más evidente. El problema es que puede ser tarde para reaccionar.

 

En el campo de las relaciones humanas es fácil de ver (desde afuera) situaciones de estrés sostenido en el tiempo que acaban costando problemas de salud por no decir basta.

 

Soportar un maltrato constante de una tercera persona que hace sentir mal a la otra hasta creer que no se puede salir de ahí debido a cierta dependencia. No hablo ni siquiera de maltrato físico, sino de otras personas que no te hacen sentir bien consciente o inconscientemente.

 

Relaciones amorosas que empiezan mal o se tuercen, se aguanta todo lo que se puede «por amor» y acaban todavía peor generando situaciones muy incómodas o una mala vida.

 

Una adaptación progresiva al sufrimiento.

 

La presentación de esta analogía tiene un objetivo muy simple: es una invitación a la reflexión. Una invitación a ser verdaderamente consciente de la importancia de la calidad de las relaciones humanas.

 

Las malas relaciones mantenidas en el tiempo pueden desembocar en el síndrome de la rana hervida.

¿La solución? Ser consciente de la calidad de tus relaciones para saber cuándo aguantar y cuándo es peligroso.

 

 

Por Álex Rovira.

@alexroviracelma  

 

(*) Escritor y formador. Autor de varios libros como «La Brújula Interior», «La Buena Suerte» , “La vida que mereces”, entre otros.

En 2020 lanzó su nuevo programa “Cómo crear Buenas Relaciones personales o profesionales que generan felicidad”.

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