Rubén Najle, con el ojo en la noticia y la cámara en la vida

Ver una película en compañía del presidente Perón en el microcine de Olivos, pasear por Europa con un Maradona aún inocente del daño que le ocasionaron después la fama y su voraz entorno, volar con Alfonsín en un helicóptero baleado por francotiradores en la toma de La Tablada, sobrevivir al infernal tiroteo en la Masacre de Ezeiza, o grabar al líder libio Khadaffi, en un increíble paisaje del África con reminiscencias de las Mil y Una Noches.

 

Esas pinceladas no alcanzan a para el fresco de una vida intensa. La del camarógrafo Rubén Najle. Aventura, agendas burocráticas también, otra vez un paisaje de balas, de sangre y de muerte en la Masacre de Ezeiza, cubriendo la feroz lucha en los duros bordes del peronismo por controlar un palco al que el líder justicialista no llegaría para reencontrarse con su pueblo, en ese acto del 20 de junio de 1974.

 

A lo largo de su carrera de cazador de imágenes noticiosas pasaron 13 presidentes (7 de facto y 6 democráticos). Y muchísimas horas de viajes y de coberturas que lo privaron de momentos familiares. Por eso, al hacer su resumen le agradeció a su esposa, su compañera de toda una vida sacrificada.

 

 

Y ante la pregunta del montón ¿sabías de los desaparecidos?, respondió que nunca tuvo el menor atisbo de esa tragedia de los años de plomo, que aún es una herida abierta en la Argentina.

 

Las imágenes que captó -en un ciclo que Rubén tituló “lo que mis ojos han visto a través de mi cámara”- están en la videoteca de la Tevé Pública, en el Archivo General de la Nación, en You Tube y “otras fueron secuestradas por distintos gobiernos de facto”.

 

En esos archivos, y también en YouTube, figuran momentos únicos, como la vista de la Ciudad de Buenos Aires -por primera vez desde el aire y en vivo para “Despertar al País” con Daniel Mendoza-, el lanzamiento de la nave espacial Columbia con dos astronautas en 1981, o la imagen de las Cataratas con un hilo de agua, secas, el 8 de marzo de 1978.

 

Estas experiencias deberían ir a las aulas de periodismo, que suelen fatigar profes algo teóricos, que hablan de Barbara Walters o de Hugh Downs a la hora de ir a la galería de próceres. Y no está mal, pero acá, ahora, en este escenario regional, en el momento que quieran o pidan, tienen a quien se alimentó de noticias toda su vida. Y está en Misiones: debemos invitarlo a las redacciones, porque si cuenta su experiencia a uno o varios periodistas, valdrá por una cátedra completa de periodismo.

 

  

 

¿Habrá un seminario universitario que se denomine Rubén Najle, como bien podría llamarse Carlos Correa, José María Arrúa, Silvio Orlando Romero, Olga Kolesnicoff, Rafael Rovira Vilella o Aníbal Cambas?. Por qué no este intelectual misionero, para aprender aquello de periodístico que cristalizó como historiador.

 

El lenguaje es una magia y la escritura, heredera del relato oral, de la voz cautivante, de la respiración del narrador y del mester de juglaría. Pero la imagen y, sobre todo, la filmada, la que capta el camarógrafo completa y desborda un espacio de comunicación único.

 

El camarógrafo Rubén Najle -misionero por elección, pues continuó en Posadas su trabajo de llenar nuestros ojos con su mirada- eligió esa misión de capturar imágenes para nuestra información.

 

 

¿Por qué el tres veces presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón; cómo esa cobertura con el mejor jugador de la historia futbolística gaucha en gira europea; dónde la sangre derramada de este suelo generoso y cruel al mismo tiempo?

 

-“Vení, vení, quedate conmigo, y vemos juntos los mensajes”.

 

La voz de Raúl Alfonsín, el presidente radical que inauguró en 1983 la restauración democrática luego de los años de plomo, sonó cercana, amable, casi del vecino campechano de Chascomús que era, en los oídos de Rubén.

 

 

Estaban en Nueva York (1984) para hablar ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Y Alfonsín, en su suite del hotel, revisaba mensajes de mandatarios que pasaron antes por el escenario de la asamblea.

 

En “Lo que mis ojos han visto a través de mi cámara”, este profesional de la noticia resumió algunas de las coberturas del Rubén Najle camarógrafo en el área de Noticias de L.S 82 TV Canal 7, luego ATC 7 y Televisión Pública.

 

En épocas en que no existía la tecnología actual para la transmisión de imágenes, se las ingenió y salió adelante. Entre sus logros, figura su participación en “60 Minutos”, un noticiero que llegó a tener 44 puntos de rating, entre 1979 y 1982. Integró el equipo junto a José Gómez Fuentes, María Larreta, Silvia Fernández Barrio, Mónica Gutiérrez, Nicolás Kasanzew, Oscar Otranto, Betty Elizalde, Enrique Alejandro Mancini, y como Productor Ejecutivo, Horacio Larrosa.

 

A partir de 1992, como Productor y Cronista, comenzó junto a Sebastián, su hijo, una nueva etapa en Misiones -donde aún reside con su familia- con la tarea de corresponsal de la TV Pública y Telefe Noticias en la Tierra Colorada.

 

Ya existía el celular y también el comienzo de la telefonía celular fue parte de sus coberturas, porque el 1 de noviembre de 1989 en los jardines de la Residencia Presidencial de Olivos, enfocó al presidente Carlos Menen recibiendo el primer llamado de la interventora en la ex ENTEL María Julia Alsogaray. Las pilas del aparato ocupaban una valija portátil de 4 kilos. La idea de importar esa tecnología había sido del exministro de Obras Publicas de Alfonsín, Rodolfo Terragno.

 

 

Su ingreso al viejo Canal 7 pionero de la televisión argentina, se produjo hace 50 años, nada menos. Y como fue anotando en cuadernos los detalles de sus notas, recuerda que su primera cobertura fue el cambio en la cúpula del gobierno de la dictadura militar de entonces. Roberto M. Levingston reemplazó a Juan Carlos Onganía, jaqueado por el Cordobazo y el secuestro y asesinato del expresidente -también de facto- general Eugenio Aramburu.

 

Y si de coberturas sangrientas se trata, a Najle le tocó cubrir casi de entrada lo concerniente al crimen de Eugenio Aramburu. El canal montó una guardia frente al domicilio del militar que había sido secuestrado por Montoneros.
Allí estuvo Najle con su cámara hasta el 17 de julio de 1970 cuando el cadáver del general fue hallado en un rancho de Timote, provincia de Buenos Aires.

 

El reguero de sangre que se inició con ese crimen, no solo fue el bautismo cruel y terrorífico de Montoneros, sino que bañó de plomo, heridos, cárcel, sufrimiento y muerte la década del ’70. Como una réplica del sismo violento que recorría el continente, le tocó en agosto de 1970 la cobertura del secuestro y asesinato de Dan Anthony Mitrione, agente del FBI y asesor de la dictadura uruguaya, secuestrado y muerto por Tupamaros en Montevideo.

 

Empapada en sangre la Argentina, la siguiente cobertura fue la toma del Penal de Rawson y la huida de militantes del ERP, FAR y Montoneros, parte de ellos recapturados y asesinados (16) en la denominada Masacre de Trelew, el 22 de agosto de 1972.

 

Otros 6 lograron subir a un avión de Austral, cuyo rumbo fue desviado a Chile. De ellos solo sobrevive Fernando Vaca Narvaja (abuelo paterno de la nieta de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner), mientras que Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna completaron el grupo.

 

Con la asunción de Héctor J. Cámpora el 25 de mayo de 1973, a Najle le tocó cubrir otro episodio violento. Con su cámara registró las febriles negociaciones para liberar a presos políticos del Penal de Villa Devoto.

 

“Afuera golpeaban el portón principal hasta que un camión de culata intentó derribarlo. De lograrlo, hubiese sido un baño de sangre, ya que el personal penitenciario estaba preparado para impedirlo. No solo liberaron a los presos políticos sino que, aprovechando las circunstancias, se fugaron peligrosos delincuentes que tenían prisión perpetua”, contó.

 

 

Y enseguida, el 20 de junio de 1973, otra matanza, esta vez masiva, entre militantes del peronismo que disputaron a balazos el control de una multitud que aguardaba el regreso de Juan Domingo Perón de su exilio en España.

 

Najle estuvo allí, testigo privilegiado de la acción de hombres armados al mando del coronel retirado Jorge Osinde, controlando desde el palco (en el Puente 12, cruce de la Riccheri y Ruta 205) que no se acercaran columnas de la izquierda peronista. Estimó que “cerca de 2 millones de personas habían llegado de distintos puntos del país”.

 

Osinde y los suyos, más francotiradores desde los árboles, dispararon contra columnas de FAR y Montoneros que avanzaban hacia el palco. “Comenzamos la cobertura desde arriba del palco y cuando la situación era incontrolable, tuvimos que realizarla desde la parte trasera. Observamos que había un verdadero arsenal de armamentos bajo sus ponchos o escondidas en los estuches de los instrumentos de la Orquesta que iba a participar del festejo. Durante el enfrentamiento, tuvimos que estar cuerpo a tierra para poder seguir documentando los momentos que se estaban viviendo”. El avión en el que venía Perón desde Europa aterrizó en la Base Aérea de Morón y el saldo del tiroteo, recuerda Najle, fue de al menos 13 muertos y 365 heridos.

 

 

Febrero de 1975, otra vez la pólvora y la violencia en Tucumán. Fue el suelo selvático y subtropical que eligió el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) para iniciar la guerrilla rural. Buscaban la secesión de la provincia y ser reconocidos en la ONU, se supo luego.

 

“Fueron momentos muy difíciles que tuvimos que enfrentar, ya que era tan grande la incertidumbre que no se sabía por dónde podía provenir el peligro de un accidente o tal vez de la muerte”, anotó Najle el 9 de febrero de 1975.
Y en el exterior también. Porque al viajar a Medio Oriente, con una mirada sobre los sitios en los que vivió Jesús, le tocó pasar por la Beirut, capital de Líbano, lacerada por la guerra entre cristianos y musulmanes. Bombardeos, balas y combates.

 

De vuelta en la Argentina, el 5 de octubre de 1975, el copamiento del Regimiento N° 29 de Monte de Formosa, por parte de Montoneros cuyos integrantes asesinaron a 12 militares, en su mayoría soldados conscriptos, a un policía, perdiendo a 9 integrantes en el asalto.

 

Y la guerra, en 1982. De nuevo la historia de sangre. El 24 de abril de ese año, ya recuperadas transitoriamente las Islas Malvinas, el cuaderno le recuerda a Rubén que estaba en la confitería del Canal 7, ATC entonces, con su colega Alfredo Lamela.

 

“Inmediatamente nos pusimos de acuerdo. Alfredo quería viajar a Malvinas ya que no lo pudo hacer el 2 de abril”. A Najle le tocó cubrir en Washington la gestión del canciller Nicanor Costa Méndez ante la OEA, pidiendo respaldo para la Argentina. Durante el conflicto, viajó junto a Sergio Rubin a Roma para grabar un mensaje de Juan Pablo II al pueblo argentino, antes de su viaje a Buenos Aires, el 11 de junio, días antes de la rendición.

 

Y en el último año del gobierno de Raúl Alfonsín, otra vez la violencia, la incertidumbre y la sangre. Estertores de la Argentina de los ’70. Rubén y su cámara embarcaron junto al mandatario en el helicóptero presidencial, rumbo al Regimiento de Infantería Mecanizada III General Belgrano de La Tablada.

 

“En inmediaciones del Regimiento, pasamos por un tanque de agua comunitario desde donde nos empiezan a disparar ya que todavía quedaban francotiradores, por suerte ningún proyectil impactó contra el helicóptero”, contó sobre ese 24 de enero de 1989.

 

Cuando Alfonsín inició el recorrido, seguido por la cámara de Najle, aún se oían disparos “al parecer desde el Casino de Suboficiales”. Un panorama desolador, con los 33 muertos del MPT (Movimiento Todos Por la Patria) que lideraba Enrique Gorriarán Merlo y los 17 caídos del Ejército, de las policías Federal y Bonaerense y civiles. “Los cuerpos estaban totalmente calcinados y mutilados. Algunos, decapitados”, recuerda.

 

 

Le tocó luego, el 3 de diciembre de 1990 -presidencia de Carlos Menem-, cubrir el cuarto levantamiento desde la recuperación de la democracia en 1983. Lo lideró el héroe de Malvinas, Mohamed Alí Seineldín, cuyos seguidores ocuparon el Edificio Libertador, el Regimiento I de Infantería Patricios, dependencias del Batallón de Intendencia 601 de El Palomar y la Fábrica de Tanques Medianos de Boulogne, donde estuvo Najle. El saldo, otra vez, de 13 muertos -varios de ellos civiles- y más de 300 heridos.

 

Es implacable recuerdo en el cuaderno de Najle repasa día a día su trayectoria. Viajó, por aire, tierra, nieve, hielo y agua en los más impensados vehículos, desde el Concorde el avión supersónico hasta el sencillo Piper, pasando por el trineo antártico de la Base Marambio, el Portaaviones 25 de Mayo, lanchas de Prefectura, y demás. La lista es larga.

 

En esos años, compartió coberturas periodísticas con figuras del periodismo, como Betty Elizalde, María Larreta, José Gómez Fuentes, Horacio Larrosa, Nicolás Kasanzew, Silvia Fernández Barrios, Daniel Mendoza, Mariano Grondona, Canela, Mónica Cahen D´Anvers, Roberto Maidana, Carlos Campolongo, Mónica Gutiérrez, Horacio García Blanco, Enrique Macaya Márquez, Marcelo Araujo, Mauro Viale, Nancy Pasos, Osvaldo Granados, Sergio Rubín, Liliana López Foresi, Fernando Bravo, Andino padre, Edgardo Antoniana, Cecilia Zuberbühler. También con el fotógrafo presidencial Víctor Bugge, con quien compartió por años la actividad oficial en viajes y en la Casa Rosada.

 

¿Cómo era Perón en el trato? El camarógrafo lo recuerda llano, sencillo, afectuoso. Cubrió todo durante la tercera presidencia del líder justicialista. “Como sus actividades oficiales no eran muy intensas, ello le permitía tener momentos de esparcimiento. Tal es así que por la tarde, cuando su agenda se lo permitía, le gustaba ver los últimos estrenos de películas tanto nacionales como internacionales. Y en dos oportunidades nos invitó junto a sus colaboradores más cercanos a compartir ese momento en el microcine de la Residencia; en otra oportunidad nos invitó a una cena junto a su custodia”.

 

En enero de 1974 conoció a otro líder internacional, de final trágico, Muhammad Gadafi. También lo encontró sencillo y lejos de la figura internacional de confrontación y violencia, que caracterizaba al presidente libio. Se firmó un acuerdo de compra de petróleo beneficiosa para la Argentina, recordó. Pero la lista de pedidos era larga y la delegación argentina debió esperar 15 días.

 

“La delegación retornó después de una visita oficial de 15 días, excepto mi compañero y yo que permanecimos 10 días más invitados por el Gobierno Libio para recorrer el país y poder registrar imágenes”, anotó Najle señalando que por primera vez un avión de Aerolíneas Argentinas aterrizaba en tierras árabes.

 

Abril de 1974 fue el comienzo de las obras de Yacyretá, con lo que sus visitas a la zona se hicieron más frecuentes, enviado por el Canal. El 1 de mayo de ese año, inolvidable porque Perón dio su discurso a la Plaza de Mayo repleta, rompiendo relaciones con el sector denominado la “Tendencia” que durante horas insultó a su esposa y vice del país, María Estela Martínez, y al poderoso ministro José López Rega. Con su cámara, Najle grabó al creador del justicialismo, desde un balcón contiguo.

 

 

“Les dijo estúpidos e imberbes, echando de la Plaza de Mayo a los montoneros”, recordó sobre aquel momento histórico. Esa vez, el jefe justicialista vio cómo se abría la grieta, en la refriega que siguió a sus palabras, anticipando los días de violencia fratricida previos al golpe de marzo de 1976.

 

Luego del fallecimiento del tres veces presidente de la Argentina el 1 de julio de 1974, tuvo la misión de recorrer lugares de interés religioso en Egipto, Siria, Líbano e Italia. Acompañado por el padre Jesús Hernández y el director artístico de Canal 7, Horacio Larrosa, recorrió la casa de la infancia de Jesús, en Egipto, el templo en Siria del Sagrado Cinturón de la Virgen, Malula el único lugar en el mundo donde se habla arameo, el idioma de Cristo, y los sitios donde Pablo de Tarso se convirtió y recuperó la vista, ambos en Damasco, capital siria. Luego de visitar los campos de concentración palestinos, ya en Roma, recorrieron el Vaticano, el Castillo de Santo Ángelo y la Basílica de San Pedro.

 

Y en el último golpe del siglo -también antes de este período democrático- Rubén Najle fue testigo directo de los últimos momentos del gobierno de María Estela Martínez de Perón.

 

La rutina de Isabel -como le decían a la presidenta- incluyó la recepción de credenciales del nuevo embajador de Suecia, el saludo en el Área Presidencial a una funcionaria amiga y cuando el 24 de marzo de 1976 ya había avanzado media hora, la partida en helicóptero.

 

“Se despidió de unos pocos, que estábamos allí cerca del despacho Presidencial. Por lo que se podía oír, Isabel insistía que quería hacer en automóvil el trayecto a la Residencia de Olivos, pero le impusieron que tenía que ser por vía aérea, lo que no imaginó que el destino de la aeronave no iba hacer Olivos sino el Aeroparque Militar donde finalmente quedó detenida y desde allí fue trasladada a Neuquén, a la Residencia El Messidor”, recordó.

 

A las 8 del día del golpe se presentó al Canal, bajo un estricto control militar. “El Ejército se hizo cargo del Canal acompañado por la Fuerza Aérea y la Armada, quienes ocuparon junto a civiles cargos jerárquicos y gerenciales de la empresa”.

 

Otra noticia que lo acercó a su destino en Misiones, más adelante, fue la sequía que dejó a Cataratas del Iguazú con un volumen de 50 metros cúbicos de agua, en lugar de los 1.500 de su caudal normal.

 

 

Llegó a Iguazú con el periodista Daniel Mendoza con quien recorrió en helicóptero la Garganta del Diablo reducido a un pedregal desnudo. Tomaban una panorámica cuando el piloto realizó una “zambullida” inesperada.

 

Así lo recordó Najle: “Daniel iba relatando uno de los espectáculos más imponentes de la naturaleza, ya que en décadas no se había visto la sequía tan importante, pero cuando la aeronave se estabilizó y sin aviso previo, el piloto realiza una caída libre ( 80 metros de profundidad). Daniel (Mendoza) no lo soportó; se descompuso y yo tuve doble tarea, reanimarlo y, a la vez, continuar grabando esa majestuosa belleza”.

 

Ya en 1978, cubrió la final Argentina-Holanda del Mundial ’78 dentro del campo de juego. Y al año siguiente, el 14 de mayo de 1979, inició la gira del Campeón del Mundo a Europa y EE.UU. con el ya fulgurante Diego Maradona en el equipo.

 

Un raro comentarista, el símbolo de River, Amadeo Labruna, junto a Mauro Viale, comentaba en estudios los envíos de Najle de los partidos amistosos. En la gira, los comentaristas fueron Enrique Macaya Márquez y Héctor Drazer.
Sin la tecnología actual, debía enviar los casetes de notas por Aerolíneas Argentinas. “Pero, en el caso de Irlanda y Escocia tenía que ir todos los días a despachar los casetes desde Londres. En la estación área buscaba algún pasajero de buena voluntad que me llevara el casete en mano y explicarles que en Ezeiza iba a estar una persona del canal que lo iba a recibir. Muchos desconfiaban y no querían recibirlo, pero con mucha paciencia lograba enviarlo”, relató el periodista sobre los pobres recursos de esa época.

 

Najle recordó que al cubrir el partido con Escocia, en Glasgow, la sorpresa fue que la BBC se negó a transmitir directo a la Argentina, porque cubría un partido local.

 

“Busqué una productora para transmitirlo vía satélite en diferido. Grababa con la cámara que llevé y cada 15’ una moto de las 5 que había contratado, llevaba el casete a la productora y así pude lograr que el partido se viera 25’ más tarde de haber comenzado”. Una hazaña de las que el público no suele enterarse.

 

 

Julio Grondona, quien asumió en la AFA un mes antes del viaje, presidía la delegación, mientras el equipo estaba integrado entre otros por Diego Maradona, Matildo Fillol, Olguin, Tarantini, Traverso, Barbas, Oviedo, Valencia, René Houseman, Outes, Rinaldi, Gallegos, Luque, Pasarella, y como DT César Luis Menotti. Visitaron Italia, España, Inglaterra, Escocia, Irlanda Suiza y EE.UU. compartiendo los días con el plantel campeón. El viaje de Londres a N. York lo hizo en el Concorde, en 5,10 horas. “La mitad del tiempo de un avión convencional. Y tuve el privilegio de estar en la cabina cuando aterrizamos en Nueva York. ¡Una experiencia única!”.

 

En 1979, con Leopoldo Galtieri como Comandante en Jefe del Ejército y miembro de la Junta Militar, a Rubén y su cámara les tocó cubrir señales previas de la tragedia futura de la Argentina.

 

Debilitado el presidente de facto, el general Roberto Viola, Galtieri viajó a EE.UU. en agosto de ese año ’79. Lo hizo otra vez en noviembre siguiente, y recibió tantos elogios que creyó sellada una alianza irrompible con los norteamericanos. Además, la prensa de ese país lo consideró un “general majestuoso”, lo que infló aún más su vanidad.

 

Galtieri -recordó Najle de esa cobertura- asistió a la XIV Conferencia de Ejércitos Americanos , celebrada en el Fuerte Lesley J. MacNair cerca de Washington. “Tal vez fue una excusa participar de esta conferencia y así poder recibir el apoyo para convertirse en el nuevo presidente de facto de la Argentina. Se reunió con importantes funcionarios de Ronald Reagan y con su vicepresidente George H. Bush”, agregó.

 

Como trasfondo del espíritu de esa época, con un general del Ejército argentino recogiendo apoyos en una potencia extranjera, subrayó: “Durante su estadía solo recibió elogios y lo consideraban con una personalidad majestuosa y el mismo Galtieri se sentía “un niño mimado” del Gobierno de EE.UU. Cosa que en los hechos fue defraudada en las negociaciones y en la parte operativa de la Guerra de las Islas Malvinas”.

 

A fines de 1979, Galtieri ya era presidente en el penúltimo recambio de la dictadura. La tecnología les permitió un avance en 1980, justo cuando el canal que entonces era ATC Argentina Televisora Color se mudó al moderno edificio actual de Figueroa Alcorta y Tagle. “Dejamos atrás el celuloide y el video en blanco y negro”, recordó el hombre de la cámara.

 

A principios de 1980 cubrió la actuación de Frank Sinatra en el Maracaná de Rio de Janeiro, con 170.000 personas un récor de público en espectáculos al aire libre. “Esta cobertura, la realicé con María Larreta, a tan solo 20 metros del cantante”. En noviembre de 1981 viajó a cubrir el lanzamiento del Columbia, la nave espacial tripulada que partió de Cabo Cañaveral.

 

Luego de Malvinas, antes mencionadas, el viaje de Juan Pablo II y la derrota militar que marcó el final de la dictadura, la cámara de Rubén Najle captó las imágenes del cierre de campaña de Raúl Alfonsín, el 26 de octubre de 1983. Fue una demostración de multitudes por la democracia frente al Obelisco de Buenos Aires. Más de un millón de personas. La mayoría jóvenes. Luego del triunfo de este candidato radical, también asistió a su asunción presidencial el 10 de diciembre. “Como muy pocas veces, el Salón Blanco de la Casa de Gobierno se vio con una algarabía sin igual”, señaló.

 

 

Sus coberturas siguientes corresponden ya a la historia de los argentinos contemporáneos. El viaje de Alfonsín a Nueva York para hablar ante la ONU y reunirse con el presidente Ronald Reagan. Viajó junto a Roberto Maidana y Mónica Cahen D’Anvers.

 

Luego, en mayo de 1985, el Juicio a las Juntas Militares, y al ritmo de la personalidad a veces volcánica de Alfonsín, el incidente en la Capilla Castrense Stella Maris, durante una misa por los caídos en Malvinas. El presidente, en una decisión inédita e insólita, subió al púlpito para referirse a la homilía del vicario castrense José Miguel Medina. Este había acusado de corrupción al gobierno radical, y el presidente Alfonsín le respondió con energía que se dirija a la Justicia, para ratificar su aseveración.

 

Días después, el 10 de abril de 1987, el gobierno radical afrontó la rebelión carapintada de Semana Santa, entre cuyos líderes se hallaba el exlegislador y exintendente de San Miguel, Aldo Rico. “¡La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina, felices Pascuas!”, fue la enérgica despedida de Alfonsín a una multitud en la Plaza de Mayo. Con su cámara, captó el discurso desde el balcón contiguo. Al presidente lo rodeaban Antonio Cafiero y otros líderes políticos.

 

 

La urgencia y el estrés de los preparativos, además de viajar casi con lo puesto, son puntos que sobresalen en su carrera. Por ejemplo cuando en agosto de 1987 partieron a Japón, junto a Carlos Campolongo, para cubrir una gira del canciller Dante Caputo, que siguió por EE.UU. y Brasil.

 

El verano del ’88 y el Comité de Crisis Energética que creó Raúl Alfonsín para afrontar la peor caída de energía eléctrica del país, mostró otra faceta de la personalidad del mandatario radical. Mientras toda la Casa Rosada se mantenía fresca por cientos de aparatos de refrigeración, la oficina del Sillón de Rivadavia era un horno. Allí acudió Najle a grabar al presidente.

 

“Me encuentro al doctor Alfonsín con la imagen de una persona totalmente agobiada por la alta temperatura que había en ese momento, con el cuello de la camisa desbrochada, la corbata fuera de su lugar, y un aspecto de su cara transpirada y desencajada. Los ventanales del despacho estaban totalmente abiertos haciendo más caluroso ese ámbito ya que ingresaba aire caliente”, recordó.

 

Comentó el sinsentido de la imagen del sacrificio presidencial mientras todos los demás despachos estaban refrigerados, al gerente de noticias del Canal y también a funcionarios de prensa. “Concluyendo: la nota nunca fue al aire”.

 

En ese mismo año ’88 pero el 6 de marzo, Rubén fue testigo de la mayor tragedia del TC en la Vuelta de Necochea, con un saldo de 13 muertos. Cubrió la competencia para “Coche a la Vista” que se emitía por ATC cuando explotó un neumático del coche de Edgardo Caparrós, a 250 metros de su puesto.

 

“Revienta una cubierta y se desplaza hacia un sector que estaba alambrado y detrás había familias con carpas y casas rodantes. Fui el primero en llegar, antes que los Bomberos y ambulancias encontrándome con un escenario desolador. Fue la mayor tragedia del Turismo de Carretera”.

 

En el año 1989, cubrió la campaña electoral que, derrotado el radical Eduardo Angeloz, llevó a Carlos Menem al poder. La fórmula del justicialismo, completada por Eduardo Duhalde, asumió en julio de 1989. “Fue la primera vez en la historia en que un presidente democrático sucedió a otro presidente democrático de diferente partido político desde 1916”.

 

Otro hecho histórico, cubierto desde la cámara de Rubén, fue la asunción de Patricio Aylwin el 11 de marzo de 1990, luego de 16 años de dictadura. La banda fue entregada por Augusto Pinochet. “Lo que más me sorprendió fue que, por la misma avenida donde iban a pasar por separado tanto Pinochet como el presidente electo, se encontraban los simpatizantes de ambos sin haberse producido ningún incidente”.

 

El 2 de abril de 1990, con la inauguración del Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz presidida por Carlos Menem y su colega de Paraguay, Andrés Rodríguez Pedotti. En el cuaderno de Rubén se menciona la lluvia torrencial durante el acto en mitad del puente, el almuerzo en un hotel encarnaceno, y el regreso a Buenos Aires con la comitiva oficial. “Gracias a Dios el destino quiso que dos años después viniera a vivir a Posadas junto a mi familia”. El sueño de Najle se cumplió.

 

En el mismo año, junto a Daniel Mendoza viajó a EE.UU. para cubrir el encuentro de Menem con George Busch en Nueva York, cuando el mandatario argentino habló ante la asamblea de las Naciones Unidas. “Menem y Bush parecían conocerse de hacía muchos años, a tal punto que los funcionarios de Ceremonial no sabían cómo aplicar el protocolo. El presidente Menem, muy amigo de Daniel Mendoza, nos invitó a una cena donde se encontraba Bush”.

 

Al año siguiente, el 24 de agosto de 1991 fue secuestrado el empresario Mauricio Macri, liberado dos semanas más tarde luego del pago de un rescate de U$S 6 millones pagado por su padre Franco Macri. Fueron días de guardia constante en el domicilio del futuro presidente argentino en Tagle 2800 un barrio llamado Palermo Chico, a metros de ATC.

 

 

Y antes de partir hacia la calidez de Misiones y sus bellezas naturales, Rubén Najle viajó a la Antártida el 19 de noviembre de 1991en un avión Hércules C130 de la Fuerza Aérea. Primero a la Base Marambio a 3.300 kms de distancia de Buenos Aires, con escala técnica en Río Gallegos, y desde esa base en un bimotor a hélice a la Base General San Martín, construida por el Ejército debajo del Círculo Polar.

 

Recordó que en la San Martín, funcionan un Laboratorio Multidisciplinario y una estación meteorológica. En Marambio, dijo, grabó el trabajo de esta “principal Base Militar y Científica que tiene nuestro país y que en verano tiene una población de 150 personas y en invierno solo 70”.

 

“Tuvimos la experiencia de ir en trineo para desplazarnos a las diferentes puntos de la Base, luego de unos días nos dirigimos por vía aérea, pero ya con un avión bimotor a hélices a la Base General San Martín”, contó. Aventura no le faltó, como en toda su vida, porque “la ballena con panza de metal” como le dicen al robusto, voluminoso, lento y muy ruidoso Hércules C130 debió viajar dos veces a Marambio. El primer aterrizaje se frustró por una tormenta de nieve, regresaron a Gallegos, y repitieron el vuelo al día siguiente. “Se puede decir que es uno de los paisajes más hermosos que tiene la Península Antártica . Una experiencia única”. Y ese fue el aperitivo paisajístico de su viaje definitivo a Misiones, pero esa es otra historia de aventura, belleza y pasión por las noticias.

 

Por Patricio Downes

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