Especial de Misiones Online (Cap. X): Amistad y guerra, las relaciones entre Belgrano y Misiones como reflejo de la revolución

Durante nueve domingos recorrimos el vínculo que se estableció entre Manuel Belgrano y la provincia de Misiones en la década de 1810. La revolución, las luchas independentistas y los conflictos civiles marcaron a fuego la relación entre el creador de la bandera y nuestra provincia. De aquel inicio amistoso y fraterno durante la campaña al Paraguay pasamos al combate de La Herradura, apenas ocho años después. ¿Qué pasó en el medio? ¿Qué fue lo que distanció al humanista brillante de aquel pueblo nativo al que había protegido con su famoso Reglamento? ¿Por qué la amistad se transformó en guerra?

 

Lo que pasó fue el complejo, intrincado y apasionante proceso histórico de la revolución y la independencia. Ese proceso al que los misioneros, durante décadas, nos acercamos como si fuera algo extraño a nosotros. Una década a la que espiamos por las rendijas del Cabildo porteño, saludando cada fecha patria con sombrero ajeno.

 

A partir del establecimiento de Andrés Guacurarí y Artigas como prócer provincial fuimos impelidos a mirar a aquel pasado desde una nueva realidad: la de los guaraní-misioneros protagonistas de la experiencia de la provincia federal de Misiones, bajo el ideario artiguista de la Liga de los Pueblos Libres. La historia dejó de ser algo lejano. El pasado se corporizó en lugares, personajes y sucesos cotidianos, presentes, cercanos. En la actualidad no quedan dudas sobre la participación de los misioneros en las luchas por la emancipación, ahora es tiempo de dimensionar aquella historia desde una nueva perspectiva, la regional, y con un nuevo protagonista central, el pueblo guaraní-misionero.

 

En esta nota de cierre efectuamos un balance de esta historia. El vínculo entre Misiones y Belgrano se desarrolla en términos semejantes al del proceso revolucionario en general. Del estallido popular y las expectativas de transformación social, de la cercanía y la amistad de los primeros momentos, pasamos al giro conservador dado por las elites dirigentes a fines de la década de 1810 y la generalización de la guerra civil.

Manuel Belgrano, por Romian Santarelli.

El reflejo de la amistad

La primera imagen que vemos es la de un vínculo de cercanía, próximo a la amistad y en procura de entendimiento. Eso resulta del paso de Belgrano por estas tierras, en el marco de su campaña al Paraguay. Con humanismo, el improvisado general impulsó un diálogo franco y directo con los liderazgos guaraníes, a partir del mecanismo de la traducción sistemática de sus comunicaciones y proclamas. Como vimos en el capítulo IV de este especial Belgrano tradujo al guaraní parte de sus escritos, entre ellos la proclama especialmente dirigida a los habitantes de la provincia.

 

Como respuesta, no encontrará una adhesión explícita a su ideario, pero sí los guaraníes colaboraron decididamente con la expedición. En términos militares, sus milicias ocuparon Encarnación y aseguraron la retaguardia y el repliegue del derrotado ejército litoraleño. También prestaron apoyo logístico de todo tipo. De ambos lados se hicieron esfuerzos por dialogar con el otro, pero la realidad es que los liderazgos locales no encontraron en el proyecto revolucionario de Buenos Aires elementos ideológicos que los convocaran a la lucha. Belgrano, como buen humanista, tendrá una postura paternalista hacia los guaraníes, sin percatarse que estos aspiraban a ser protagonistas de su propio destino y sin un tutelaje externo.

 

Cartel del documental “Buscando al comandante Andresito”, realizado por el cineasta correntino Camilo Gómez Montero, con la participación de Víctor Heredia.

El reflejo de la guerra

El siguiente capítulo de esta historia es el del conflicto, el reflejo de la guerra civil que caracterizará a buena parte del siglo XIX en nuestro país. Luego del paso por Misiones, Belgrano tendrá un lustro vertiginoso. Entre 1811 y 1816 pasará por la Banda Oriental, creará la bandera, conducirá el éxodo jujeño, triunfará en Tucumán y Salta, será vencido en Vilcapugio y Ayohuma, viajará a Europa, se presentará ante el Congreso de Tucumán y luego volverá al comando del Ejército del Norte, acantonado en la Ciudadela de Tucumán (Ver nota relacionada 1: Entonces, ¿cómo interpretar a Belgrano?).

 

Mientras, en el litoral se consolidaba la Liga de los Pueblos Libres, cuya máxima autoridad era el Protector José Gervasio Artigas. Misiones, bajo la comandancia general de Andrés Guacurarí, adhirió con fervor al ideario artiguista. El federalismo propuesto por Artigas le otorgaba la administración del gobierno a la población mayoritaria, los guaraníes. Estos fueron integrados a la unión de provincias en igualdad de condiciones al resto de sus miembros: Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y la Banda Oriental. Incluso, en una muestra del alcance radicalizado que tenía la propuesta social del artiguismo, los guaraníes ocuparán por un tiempo la vecina Corrientes, en donde el consolidado patriciado criollo y blanco se horrorizará ante la realidad del orden social invertido de los de abajo gobernando de facto y los de arriba obedeciendo resignados.

 

Por su parte, Buenos Aires se aferró al centralismo y combatió con ahínco al proyecto federal. Las tensiones se intensificaron y la guerra se generalizó. El Directorio convino con los luso-brasileños la entrega de la Banda Oriental y las Misiones a cambio de la derrota de Artigas y del exterminio de los guaraní-misioneros como daño colateral. En ese contexto, y más allá de sus diferencias notorias con la elite porteña, Belgrano se mantendrá leal a ella. En definitiva, ese era su grupo de pertenencia, con el que compartía un marco de ideas propias de la modernidad europea.

José Artigas, Protector de los Pueblos Libres, óleo de Juan Manuel Blanes.

 

A partir de 1817, Belgrano comienza a radicalizar sus críticas hacia el artiguismo. Al año siguiente remitió los primeros contingentes hacia la frontera entre Córdoba y Santa Fe, incluyendo en ellos a sus mejores oficiales y soldados. Santa Fe era asediada tanto por las tropas desprendidas del ejército de Norte como por las de Buenos Aires, que además contaban con el apoyo de una escuadra fluvial. En auxilio de Santa Fe acudieron contingentes de todas las provincias artiguistas. Entre ellas, unos 400 soldados pertenecientes al ejército de Guaraníes Occidentales. Al mando de Francisco Sití y Peter Campbell, estas tropas combatieron con bizarría en la batalla de La Herradura, contra los hombres del ejército belgraniano: el día en que las tropas de Andresito combatieron a las de Belgrano (Ver nota relacionada 2: ¿Y qué fue de Misiones?).

 

De la amistad a la guerra. De las expectativas a la frustración. De la revolución al predominio conservador. Del orden social invertido al orden social establecido. Así fue la historia de la revolución y de la independencia en el ámbito rioplatense. Así fue, también, la historia del vínculo entre nuestra provincia y Manuel Belgrano. Un reflejo. Una imagen. Una porción trascendente de nuestra historia. Un capítulo importante del pasado regional. Una interpretación de la historia nacional cuyos protagonistas no son los próceres de siempre ni los héroes de bronce, sino los habitantes de esta tierra, que elaboraron una específica interpretación de la revolución, bajo la cual fueron los actores de su propio destino.

 

 

Por Pablo Camogli 

Foto de portada: Manuel Belgrano, por Romian Santarelli.

 

(*) Camogli es licenciado en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo y magister en cultura guaraní-jesuita por la Facultad de Arte y Diseño de Oberá. Además, es autor de 8 libros sobre historia argentina para las editoriales Aguilar y Planeta y es autor de manuales escolares para editorial Kapelusz. Actualmente dirige el sitio www.misionestienehistoria.com.ar

 

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