Falleció Ennio Morricone, compositor de “La Misión” canción del clásico film homónimo rodado en las Cataratas del Iguazú

La Misión es la banda sonora de la película del mismo nombre (dirigida por Roland Joffé), compuesta por Ennio Morricone. La obra combina corales litúrgicas, tambores nativos y guitarras españolas, a veces en la misma pieza, en un intento de captar la variedad de culturas que aparecen en la película. El tema principal, «Falls» («Cascadas»), sigue siendo una de las piezas más memorables de Morricone. Estrenada en Argentina el 13 de noviembre de 1986 la película La Misión es uno de los 500 films a los que el recientemente fallecido compositor musicalizó.

 

La banda sonora fue nominada al Óscar en 1986 y ganó el Globo de Oro a la mejor banda sonora. Fue seleccionada como la vigésimo tercera mejor banda sonora de cine estadounidense.

 

Roberto De Niro, quien con Jeremy Irons protagonizaron el filme recordó en una entrevista con una revista inglesa, en enero de este año 2020, cuando estuvo en las Cataratas del Iguazú en 1986 grabando la película. Indicó que es un lugar “mágico” y añadió que todavía mira las impactantes fotos que sacó en ese momento.

 

El éxito de la película La Misión se explica por varias razones. Sin duda, la grandiosidad y belleza de su escenario, especialmente las Cataratas del Iguazú y las selvas tropicales circundantes, en la zona limítrofe entre Paraguay, Brasil (estado de Paraná) y Argentina (provincia de Misiones).

 

También por la intensidad dramática y expresiva de sus imágenes, que tienen el ritmo, la espectacularidad y el poder de captación de una película de aventuras. Y por último, pero no menos importante, la importancia y la calidad de la problemática que plantea: el encuentro entre dos culturas y las implicaciones de la fe cristiana en el compromiso temporal. Dos grandes cuestiones que trascienden el marco histórico concreto al que se refiere la acción principal de la película: las misiones o reducciones jesuíticas del Paraguay en el año 1750, durante el reinado de Fernando VI de España. El hecho de que la esposa de éste, Bárbara de Braganza, fuera portuguesa tendría, como veremos, su repercusión en la problemática presentada en el film.

 

Porque la acción de la película, y ésta es una de sus bazas, se polariza en la contraposición y/o complementariedad de dos personajes que encarnan dos actitudes hacia los indios y dos tipos humanos. Uno de ellos, más lineal y sereno es el padre Gabriel (encarnado por Jeremy Irons), el fundador y superior de la nueva misión de San Carlos.

 

En su servicio humano y evangelizador a los guaraníes el P. Gabriel no empuña la espada en ningún momento, ni siquiera para responder a la violencia. El otro gran personaje, más apasionado y conflictivo, encarnado por Robert de Niro, es el aguerrido capitán Rodrigo de Mendoza. Mendoza, primero capturador y traficante de indios, tras un drama personal, cambia de actitud, se hace jesuita y, finalmente, vuelve a acudir a la espada, esta vez en defensa de los guaraníes.

 

 

 

Según diversos medios, el artista falleció esta madrugada por complicaciones surgidas de una caída en la que se rompió el fémur. Y en la misma clínica Campus Bio Médico donde estaba internado, en Roma, su abogado y amigo Giorgio Assumma hizo pública una carta de despedida que el mismo Morricone.

 

“Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto”, se lee en el documento, el cual dejó escrito el compositor porque “no quiero molestar”.

 

Un párrafo se lo dedica a Peppucio, el director Giuseppe Tornatore y a su esposa Roberta Pacetti: “Amigos fraternos muy presentes en estos últimos años de nuestra vida”. Además cita a otros de sus amigos y hermanas.

 

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Y al final de la misiva, le dedica un mensaje cargado de amor a su esposa María Travia, a quien conoció en 1950: “A ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar. A ella es mi más doloroso adiós”.

 

La carta completa:

 

“Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto.

Pero un recuerdo particular es para Peppucio y Roberta, amigos fraternos muy presentes en estos últimos años de nuestra vida.

Hay sólo una razón que me empuja a despedirme de este modo y a tener un funeral privado: no quiero molestar.

Saludo con mucho cariño a Ines, Laura, Sara, Enzo y Norbert por haber compartido conmigo y con mi familia gran parte de mi vida.

Quiero recordar con amor a mis hermanas Adriana, Maria y Franca y sus seres queridos y hacerles saber cuánto las quise.

Un saludo lleno, intenso, profundo a mis hijos Marco, Alessandra, Andrea y Giovanni, mi nuera Monica y a mis nietos, Francesca, Valentina, Francesco y Luca.

Espero que entiendan cuánto los he amado.

Por último María (pero no última). A ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar. A ella es mi más doloroso adiós”, informó el medio Los Andes.

 

Su visita a las Cataratas de Iguazú

 

Pero uno de los grandes rasgos de Morricone ha sido su versatilidad, cómo creaba climas con un oboe para remitir a la grandiosidad de las Cataratas del Iguazú en La Misión, o de qué manera un piano galopante sube la adrenalina en las escenas de Los Intocables que anticipan una lluvia de balas.

 

Entre esas composiciones destaca Según National Geographic La Misión. «En mitad de la selva, junto a las cataratas del Iguazú, el sudor y la humedad empapaba la camisa del padre Gabriel, que apoyado en una roca sobre el río, comenzaba a tocar tímidamente el oboé, atrayendo la atención de los guaraníes como el flautista de Amelín. La melodía que elaboró Morricone se interpretó como un canto a la paz y la convivencia entre diferentes culturas y sociedades», expresaron.

 

 

«La Misión»:

 

Reconocimientos

 

La academia le había sido esquiva en otras cinco oportunidades, e incluso un ridículo tecnicismo no le permitió competir por la que se considera su mejor banda sonora (y quizás una de las más conmovedoras de la historia del cine), Érase una vez en América (1984).

 

Sin embargo en el Tres Globos de Oro, seis Bafta, dos Grammy, once Nastro d’Argento y diez David de Donatello son algunos de los numerosos premios que llenaron sus estanterías, al que hay que sumar el Premio de Música Polar (2010), entregado por la Real Academia Sueca de Música y considerado el Nobel de la música.

 

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