Especial de Misiones Online (Cap.VII): La monarquía constitucional de origen incaico que propuso Belgrano para garantizar la unidad plurinacional

Luego de las negociaciones diplomáticas de 1811 en el Paraguay, la vida de Manuel Belgrano continuó con el mismo vértigo que arrastraba desde el mismísimo 25 de mayo de 1810. En el lustro siguiente sería jefe de los ejércitos de la Banda Oriental y del Norte, protagonizaría la epopeya del éxodo jujeño, triunfaría en Tucumán y Salta y sería derrotado en Vilcapugio y Ayohuma. Entre medio de las balas y la muerte, creará la bandera celeste y blanca que nos identifica como argentinos, propondrá erigir escuelas en el norte del país, redactará un reglamento escolar de vanguardia, viajará a Europa en misión diplomática y regresará al país para presentar, ante el Congreso independentista de Tucumán, la más extraordinaria de las propuestas de gobierno que se propusieron en la época: la conformación de una monarquía constitucional de origen incaico.

 

¿Cómo surgió aquella idea? ¿Cuál era su objetivo? ¿Cuán realista era la propuesta? ¿Era factible, acaso? ¿Quiénes la apoyaron y quiénes la rechazaron? Y, desde nuestro enfoque regional, ¿cómo se vincula con Misiones?

Rey Fernando VII, pintura del artista Vicente López Portaña

Monarquías, el regreso

En marzo de 1814, el rey español Fernando VII recuperó su trono de manos de las fuerzas francesas y dispuso un enérgico retorno al régimen absolutista, anulando las reformas liberales que se habían definido, dos años antes, en la Constitución de Cádiz y que eran, en cierta medida, similares a las medidas que impulsaban las elites americanas. En simultáneo, cayó Napoléon Bonaparte y el Antiguo Régimen se restableció en casi toda Europa, cuyos gobiernos monárquicos pactaron en Viena el reordenamiento continental a partir del reconocimiento de la preeminencia de las monarquías por sobre cualquier otra forma de gobierno. En ese contexto, los revolucionarios americanos fueron declarados traidores, sediciosos y sentenciados a muerte ni bien fueran capturados.

El orden mundial había cambiado y las monarquías volvían a ejercer la soberanía en términos absolutos. Para tantear el nuevo clima político imperante en Europa, Buenos Aires enviará a Bernardino Rivadavia y Manuel Belgrano en misión diplomática ante las cortes europeas. Los elegidos no podían ser más diferentes en cuanto a su conducta pública, sus ideas y sus proyectos de país. Tan diferentes eran, que el gobierno les dio instrucciones generales a ambos y otras, de tipo reservado, solo para Rivadavia. En ellas se lo autorizaba a negociar la designación de un rey inglés u de otro origen para que se convierta en monarca de nuestro país.

Acta de la declaración de la independencia del 9 de Julio de 1816

¿Quieren monarquía? ¡Aquí está!

Durante su viaje, Belgrano constató que “todo estaba monarquizado” en Europa y que no había posibilidades de obtener el reconocimiento de un nuevo país si este optaba por una forma de gobierno republicana. Con ese diagnóstico regresó a Buenos Aires, en noviembre de 1815, en momentos en que desde ciertos sectores se presionaba para declarar la independencia, como era el caso, por ejemplo, de José de San Martín.

 

En marzo de 1816 comenzó a sesionar el famoso Congreso de Tucumán, el que el 9 de julio declaró la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América (ver nota relacionada Las independencias rioplatenses). Apenas unos días antes, Belgrano se presentó ante el cuerpo en sesión secreta para informar a los diputados sobre su reciente periplo europeo. En esa reunión, el creador de la bandera detalló la preeminencia de la monarquía como forma de gobierno entre los gobiernos europeos, ante lo cual propuso que el Congreso también se incline por ella, pero con un novedoso aditamento: que el monarca sea un heredero del antiguo imperio inca.

Retrato de Dionisio Inca Yupanqui existente en el Colegio de Abogados de Lima

 

La factibilidad de la propuesta tenía cierto asidero, ya que para 1816 había por lo menos dos candidatos. Uno era Dionisio Inca Yupanqui, descendiente directo de la casa real incaica y cuya formación ideológica lo ubicaba en el partido del liberalismo revolucionario, tal como se expresó su participación durante las Cortes de Cádiz, que sancionó la constitución liberal española, de 1812. El otro candidato podría ser un hermano de Túpac Amaru, cuyas revueltas andinas de 1780 marcaron el inicio del proceso revolucionario e independentistas que recién triunfará en América, tres décadas después.

 

La propuesta sorprendió a todos los presentes y dividió las opiniones sobre su factibilidad. ¿Cuál fue la intención de Belgrano al efectuar esta propuesta? No queda del todo claro, ya que él mismo debía imaginar que su implementación no sería algo fácil. Incluso puede postularse que se trató de una maniobra para ganar tiempo hasta la consolidación del proceso independentista y no tardaron en surgir opiniones en contra.

 

Leer nota relacionada

Las independencias rioplatenses

 

Más allá de estos aspectos, la idea de la monarquía incaica refleja la visión estratégica y global de Belgrano, quien no solo procuraba encontrar una forma de gobierno para el nuevo Estado, sino que intentaba, además, que esa forma propiciara la unidad en términos plurinacionales entre regiones como la rioplatense y la altoperuana. Como vimos durante el paso de Belgrano por Misiones, el objetivo de integrar a los pueblos originarios en el proyecto revolucionario de la elite porteña, era un aspecto central. La monarquía incaica apuntaba a ello, a gestar un orden jurídico, institucional y político que sellara para siempre la unidad entre sociedades tan diversas como la criolla y la indígena.

 

Desde esa perspectiva, está claro que en ella entraban, también, los guaraníes. Estos podrían sentirse más identificados con un rey “indio” que con un monarca europeo. Posible o no, factible o irrealizable, proyecto o utopía, lo cierto es que la propuesta de Belgrano se elevaba por encima de las preeminencias sociales, las posturas vanguardistas y el desprecio de las elites blancas hacia los originarios. Y en eso, una vez más, Belgrano ponía de manifiesto su humanismo y su concepción del país que debía ser aquel que estaba en construcción y que hoy es la Argentina: un país en unidad plurinacional.

 

 

 

Por Pablo Camogli(*) 

Foto de portada: Reconstrucción digital del rostro de Manuel Belgrano, realzada por el artista Ramiro Ghigliazza

 

(*) Camogli es licenciado en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo y magister en cultura guaraní-jesuita por la Facultad de Arte y Diseño de Oberá. Además, es autor de 8 libros sobre historia argentina para las editoriales Aguilar y Planeta y es autor de manuales escolares para editorial Kapelusz. Actualmente dirige el sitio www.misionestienehistoria.com.ar

 

PE

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas