Coronavirus: un histórico boliche argentino al borde de la quiebra por la cuarentena

El tradicional Mi Club, ubicado en Banfield, está pasando su peor momento debido al coronavirus. Es el local bailable más antiguo de sudámerica.

 

Tres generaciones de vecinos de la zona sur pasaron por el mítico santuario que ahora, debido a la pandemia de coronavirus, atraviesa una crisis que podría hacerlo desaparecer. Profundo dolor genera a los vecinos de Banfield ver que las puertas del Complejo Mi Club siguen cerradas, poniendo en riesgo la continuidad del boliche más antiguo de América, con 70 años de historia.

 

Lo cierto es que abuelos, padres e hijos comparten recuerdos en el boliche, donde también se celebraron cientos de cumpleaños, despedidas de fin de año, casamientos y fiestas de egresados. El complejo abrió las puertas por última vez el 6 de marzo y nunca había estado tanto tiempo sin funcionar. El único antecedente es durante la gripe H1N1, cuando cerraron el lugar por dos semanas.

 

Fue fundado en 1950 por Rubén Mattiauda, cuando sólo tenía 15 años. Ahora, a sus 85, mira con orgullo y cariño la empresa familiar que hace décadas les da trabajo a 70 personas y que atraviesa el peor momento de su historia. «Es una estructura muy costosa de mantener. Los meses pasan y las perspectivas no cambian«, contó su hijo Adrián Mattiauda.

 

«La situación de todas las pymes es crítica. En nuestro caso, además, fuimos los primeros en cerrar y creemos que seremos los últimos en volver a abrir«, señaló quien dirige el boliche hace 20 años. «No tenemos delivery ni ventas o fiestas online. No hay nada que pueda reemplazar lo nuestro, que es el trato con la gente«, afirmó sobre la posibilidad de reinventarse hasta que pase la pandemia.

 

«En este tiempo nuestros ingresos cayeron a cero. Sólo nos queda preparar algunos protocolos para cuando sea el regreso y llevar la situación lo mejor posible con el pago de los sueldos«, explicó el empresario. «Es difícil reinventarnos y hacer todo online, porque tienen que cambiar muchas costumbres: lo nuestro es la interacción social, juntarse con amigos, compartir una copa. En la actualidad es difícil pensar la noche sin eso», expresó.

 

«No podemos verlo desde el lado empresarial, acá hay mucho sentimiento. Esto vuelve todo más difícil: no es fácil cerrar algo que fundaron hace tanto tiempo tus viejos«, manifestó Mattiauda. Los dueños del espacio esperan que las autoridades les permitan abrir a modo de bar antes de que sea el regreso de los boliches.

«Nos adaptaremos poniendo mesas grandes y ajustando protocolos. Eso nos serviría para generar, al menos, algo de ingresos. Es una opción para arrancar más temprano, si no va a ser muy difícil volver», expresó. Según Mattiauda, Mi Club fue el primer boliche en «enganchar» la música y adoptar juegos de luces.

 

«En los comienzos, el ingreso era de traje para los hombres y de vestido largo para las mujeres. Al lado del complejo había una casa que alquilaba zapatos, corbatas, cortaba el pelo y arreglaba la barba a los hombres«, relató. Hubo un tiempo en el que los vecinos llamaban al mítico boliche «el registro civil de Banfield».

 

«Muchos venían, se conocían y se casaban. Prácticamente todos los sábados viene alguna pareja antes de la misa de casamiento a sacarse fotos porque se conocieron ahí», confesó. Y bromeó: «Eso sí, no tenemos libro de quejas». El próximo 8 de julio Mi Club cumplirá 70 años en la movida nocturna de zona sur y, el festejo que preparaban los trabajadores del lugar deberá reinventarse en tiempos de coronavirus.

 

Sin embargo, Mattiauda cree que no les faltarán las muestras de cariño de los vecinos que, todos los años, sin importar en qué parte del mundo se encuentren, les envían mensajes de agradecimiento por las historias que vivieron en el tradicional boliche banfileño. «Ese cariño nos mantiene en pie ante tanta tristeza», confesó.

 

El DJ Claudio Daniel Espósito pasa música hace 35 años consecutivos. «Vi cosas como para escribir un libro«, contó. «Viví todas las generaciones. Pasé del vinilo al cassette, al CD y a la computadora», aseguró. Lo mismo dijo a este medio el histórico mozo Francisco Trotta, de 82 años, quien trabaja en Mi Club hace 60: «Tengo anécdotas lindas a montones. Creo que podría escribir un libro».

 

(Fuente: Crónica) 

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