¿Estás dispuesto a dar batalla por tu empresa?

¿Recordás esos comienzos cuando el amor por tu proyecto te llevaba a trabajar sin días ni horarios? Un domingo era lo mismo que un martes y las 22 horas lo mismo que las 8 de la mañana.

Miles de ideas nuevas cada día, ganas de hacer, de crear, de ponerlo cada vez más lindo, más publicidad, un cartel nuevo, promociones. Soñabas con lo grande que sería y siempre había nuevas metas y objetivos a largo plazo.

Pero con el correr del tiempo y con los golpes de cada tormenta, el desánimo fue conquistando territorio en tu interior, luego en tu familia y ahora tal vez toda la empresa solamente intenta sobrevivir, ya no hay entusiasmo ni nuevas ideas.

 

Una foto repetida

 Este escenario de desánimo es lamentablemente una película repetida que hoy podemos ver por donde sea que miremos. Y para ser francos, no es para menos.

La realidad golpea tan duro que son muy pocos los que logran mantenerse de pie. Hasta los grandes y fuertes están llenos de dudas, temores y una incertidumbre que carcome como un cáncer las empresas. Pero ya sabemos que la vida no se trata de ser tan fuerte para no caer, sino de ser tan fuerte como para levantarse.

Les hablé en una columna anterior de mi primer mentor. En estos casos, él me decía: “Cuando la marcha se pone dura, los duros se ponen en marcha”.

 

La cabeza de un buen jugador

Es interesante observar cómo piensan los jugadores de videojuegos, tienen una ambición con la complejidad que es admirable. Si a un buen jugador se le propone un juego simple y sin problemas se ofende, “yo estoy para mucho más que esto, estoy capacitado para una mayor complejidad, estos problemas son muy simples”, te va a decir.

De hecho, aún los principiantes inician con esa mentalidad de superar obstáculos para alcanzar niveles de mayor complejidad. Ellos quieren y buscan problemas para resolver, de esto se trata justamente su actividad.

Un día llegó el doctor Watson al departamento de Sherlock Holmes y lo encontró experimentando con sustancias peligrosas, y se preocupó. A lo que Sherlock respondió que estaba aburrido, que no podía soportar la vida simple y sin desafíos que llevaba en los últimos tiempos sin complejos problemas por resolver.

“Mi mente se rebela contra el estancamiento, deme problemas, deme trabajo, deme el criptograma más abstruso o el análisis más intrincado y me sentiré en mi ambiente”, dijo el ingenioso inspector.

Ahora, ¿Qué nos hace a nosotros como líderes, gerentes, empresarios, emprendedores, buscar la comodidad y la ausencia total de problemas? ¿O en todo caso, reducirlos a la mínima expresión y vivir una vida predecible y rutinaria desprovista de sorpresas?

 

El bombero que tenía miedo del fuego

Pocos ejemplos podrían compararse mejor con los problemas como el fuego. Es voraz si no se lo contiene, destruye todo lo que puede sin excepción. Es temible y conviene respetarlo. Sin embargo, el bombero cuando ve fuego, a diferencia de cualquier otra persona que huye, él no, él corre hacia el fuego para darle batalla.

Siempre me resultan admirables los bomberos, respetables, extraordinarios en todos los sentidos del término.

Un bombero no busca los problemas, sino que dedica la mayor parte de su tiempo a prevenirlos, pero cuando llega alguno no sale corriendo como la mayoría, sino que lo enfrenta, lo combate y si es necesario arriesga su vida pero no le permite ni al fuego ni a ningún problema desarrollarse libremente sin que se le dé batalla.

Los bomberos en las empresas son los gerentes y los líderes, son los fusibles de la empresa que saltan ante cualquier problema. Son los que todo el mundo espera que resuelvan los problemas, son los que se quedan cuando las llamas arden y todos salen corriendo, ellos se quedan a tratar de salvar la situación.

Pero tanto los bomberos como los gerentes no son locos, sino simplemente personas que están para eso, y que se capacitaron para esa función.

No podría un bombero combatir las llamas si no tuviese la capacitación y el equipamiento necesario, como tampoco puede un gerente, líder o emprendedor, combatir las voraces llamas de este momento pos pandemia, si no está capacitado y no cuenta con el equipo necesario.

 

Volvamos al primer amor

Cómo podemos saber si amamos aún a nuestra empresa, es muy simple, basta con mirar lo que estamos dispuestos a hacer y a dar por ella. Recursos, tiempo, esfuerzo como el principio o tal vez más.

Este no es momento para estar desanimado, porque nos morimos, es un momento para salir con los dientes apretados a enfrentar a Goliát. Se puede morir tu empresa, tu emprendimiento y tus ideas si como líder no te ponés en modo bombero.

No es momento de quejarse de las cosas que no podemos cambiar, ni de esperar a ver qué pasa. Lo que pasa está a la vista, el mundo cambió, las reglas están cambiando, los negocios están cambiando. Nosotros tenemos que cambiar.

Te propongo que saques lo mejor de vos, que reúnas a tu equipo, a tu familia, y que te propongas salir adelante. Los problemas son  grandes, las llamas meten miedo, está en tus manos si querés huir o si las vas a combatir.

El liderazgo está en tu corazón, sabés lo que tenés que hacer.

 

*Sergio López- [email protected]

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