En la Solemnidad del Sagrado Corazón se celebró la Misa Crismal 

Este viernes 19 de junio, se celebró la Misa Crismal, en la Parroquia Sagrado Corazón, fue presidida por monseñor Juan Rubén Martínez y participaron todos los sacerdotes de la Diócesis, cumpliendo con todas las medidas de bioseguridad dispuestas. En esta celebración eucarística se realizó la bendición de los oleos y la renovación de los votos sacerdotales.

 

La Misa Crismal se lleva a cabo el Jueves Santo de cada año. Durante la misa los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales, se consagra el Santo Crisma y se bendicen todos los óleos que se utilizarán durante el resto del año en los bautismos, unciones de enfermos, confirmaciones, entre otras celebraciones. Este año debido al aislamiento social preventivo y obligatorio, no pudo realizarse el jueves santo, por eso tuvo lugar en la jornada de hoy, con reducida participación, en el día del Sagrado Corazón de Jesús y cumpliendo todos los protocolos sanitarios correspondientes para cuidarnos entre todos.

 

Durante la homilía, el Obispo invitó a los sacerdotes, que renovaron sus votos, a llevar una vida llamada a la Eucaristía, a vivir este misterio en Cristo, porque “decir que estamos llamados a ser buenos sacerdotes, quiere decir que nuestra vida está llamada a ser una Eucaristía, nuestro ministerio lo hacemos en Él. Estamos llamados a anunciar y testimoniar y a hacerlo desde la credibilidad. Porque nuestro tiempo reclama credibilidad y no es fácil la coherencia desde el Evangelio, pero es ahí donde nos hacemos consistentes y sabiendo estamos con Él podemos ser creíbles. La soberbia no tiene y no puede tener lugar, la soberbia no coincide con el sacerdocio, porque Jesús tiene que ser el centro, no nosotros”.

 

El obispo, les recordó a los sacerdotes que deben que ser testigos, pero no testigos de su perfección, porque no son testigos de sí mismos, sino de Él y por ello tienen que estar en Él. Deben alimentar sus vínculos con Jesucristo, porque su misión se vacía si no se alimentan con Cristo, ahí radica el llamarse cristianos. También, les recordó que la fe es personal y comunitaria. Todos los sacerdotes necesitan estar a sola con Cristo y también necesitan estar con los más necesitados que viven en las periferias tanto geográficas, como existenciales, dando la vida por amor, porque sólo serán felices cuando dan la vida, porque amar es dar la vida, pascualmente hablando. “Cuando damos todo lo que tenemos, lo hacemos bien y las cosas salen bien, pero cuando nos guardamos un as bajo la manga, las cosas no salen bien”.

 

Al finalizar su homilía, el Obispo pidió para todos los sacerdotes humildad y compasión, porque en el tiempo que nos toca vivir hay tanta soberbia y esta no es incompatible con el sacerdocio, porque el sacerdocio es el amor del corazón de Jesús, que es humilde, compasivo y misericordioso.

 

 

CP

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