Se nos fue Don Alejandro Larguía

Una gran persona, de una calidad humana y don de gente de esas que ya no se encuentran en estos tiempos. Con pensamiento crítico, pero siempre generoso en compartir y transferir conocimientos. Noble y leal con sus amigos y afectos, destacan en su entorno cercano. Un profesional que aportó -y mucho- a la cultura misionera, apasionado investigador del período post jesuítico y escritor de la historia regional de la Argentina, reconstruyendo registros desde 1800 en el Litoral.

En el ámbito de la actividad forestal de la región, el tiempo también lo colocará en un lugar de relevancia en la historia, ya que desde su experiencia profesional y como forestador, llevó adelante durante décadas ensayos de mejoramiento genético de la especie de Pinus taeda Livingston. Marcó un camino al estudiar su comportamiento y el desarrollo de esta raza geográfica en los suelos de Misiones.

Alejandro Larguía falleció este jueves 4 de junio de 2020, a los 79 años, rodeado de sus seres queridos en la casona de Santa Inés, en Garupá, Misiones, donde pasó su última etapa. Luchó durante varios años con una enfermedad compleja que lo alejó de todas sus actividades productivas, culturales y de la escena pública.

Formó una familia muy querida en la sociedad misionera. Su esposa y compañera de vida, Lidia Leonor Yunis -más conocida como “Unchy”-, su hijo Ramiro Larguía -médico Especialista en Ortopedia y Traumatología-, y sus dos hijas, Victoria y Ana, reciben el afecto y el acompañamiento de la comunidad misionera en tan triste momento por su partida física.

Alejandro Larguía y su esposa Lidia Leonor Yunis.

Nacido en Buenos Aires en 1941, se graduó en 1963 como Ingeniero Agrónomo en la UBA. En 1965 estudió en USA, graduándose como Master of Agriculture en la University of Florida. En 1966 se radicó en Misiones incorporado como técnico investigador del programa forestal a la Estación Experimental del INTA en Cerro Azul.

Desde niño visitaba en Misiones el establecimiento familiar “La Misionera S.A” ubicado en Puerto Caraguatay, vecino del solar de Guevara Lynch.

En 1969 comenzó a operar como profesional independiente dirigiendo establecimientos forestales en Misiones y Corrientes.

 

Su pasión por la historia

Siempre fue un aficionado a la historia, y le dedicó sus horas libres a investigar el período post jesuítico, publicando libros y artículos en los periódicos de Misiones.

A fines del año 2000 publicó su libro sobre “Misiones Orientales- La Provincia Perdida”, que fue presentado en Misiones, Buenos Aires, Corrientes, URI de Santo Ángelo y UF de Santa María Rio Grande do Sul. En 2006 publicó un segundo libro “Misiones-Itapúa: y los pioneros del Oro verde”; en 2007 le siguió “Misiones jesuíticas del Uruguay: la provincia perdida”; y en 2013 “Félix Aguirre – Gobernador de Misiones”,  post-Guacuarí.

Su última obra fue «San Carlos, pueblo misionero 1638-1822», publicada en 2016. El libro incluye a Andrés Guacurarí y Artigas, escrito en base a investigaciones realizadas en archivos de Asunción, Buenos Aires, Uruguay, Entre Ríos y principalmente Brasil.

“Compartimos con dolor esta noticia y acompañamos a su familia en este difícil momento”, expresaron desde la Junta de Estudios Históricos de Misiones y el Museo Regional Aníbal Cambas al comunicar el fallecimiento del historiador regional y amigo, quien se desempeñó como vice presidente de la Junta de Estudios Históricos de Misiones y más tarde también fuera incorporado como miembro correspondiente a la Junta de Historia de Corrientes.

Además, era vicepresidente de la Asociación Civil «Flor del Desierto», espacio del cual el actual presidente, Juan Manuel Sureda, lo despidió con una imagen que recuerda el vinculo cercano: “El ingeniero Alejandro Larguía Avellaneda y Sergio Venturini, en el último trabajo de campo en 2017. Gracias por su aporte desinteresado y fecundo durante quince fructíferos años de labor. Nos duele este alejamiento definitivo de nuestro vicepresidente”, expresó.

 

 

Una vida dedicada a la forestación

El ingeniero Larguía fue durante varias décadas un activo productor forestal y empresario de servicios forestales, investigador que desde el INTA dejó huella en mejoramiento genético de la especie de pinos, especialmente Pinus taeda Livingston. Era un referente de la actividad primaria, un defensor de la rentabilidad del pequeño productor, por lo que era fuente de consulta periódica desde ArgentinaForestal.com.

El 2020 viene golpeando fuerte al sector forestal argentino, un año en el que se están perdiendo personas valiosas y que formaron parte de la historia de una “época dorada” de la ciencia forestal del país. Reciente, Wilfredo Barrett, un reconocido profesional que falleció el lunes 18 de mayo en Buenos Aires, a los 94 años de edad. Un protagonista estratégico de la historia de la ciencia forestal e impulsor del mejoramiento genético de las principales especies en producción del país, como el pino, y con Larguía compartieron ensayos y nuevos descubrimientos, según el relato del propio ingeniero.

Con una trayectoria de más de 50 años vinculado a la actividad forestal en Misiones, desde Caraguatay, comenzó con el manejo de rodales semilleros de Pinus taeda Livingston, Pinus elliotii y Melia azedarach para la producción semillas genéticamente mejoradas de estas especies.

 

El rodal más antiguo de Pinus taeda Livingston, de cuatro hectáreas de superficie, fue implantado en el año 1984, contando con semillas de esta variedad introducidas del Estado de Louisiana, USA. Mientras que el más moderno, de catorce hectáreas implantado en el año 1998, provenía de semillas de árboles selectos criados en Caraguatay, hijos y nietos de los originales resultantes de la introducción de Louisiana.

A las semillas producidas por los árboles hijos y nietos de los originales se las denomina “cepa criolla”.

De la especie Pinus elliottii en 1986 fue implantado un rodal de seis hectáreas utilizando semillas provenientes del Huerto Semillero del INTA Misiones. “Los árboles semilleros dentro de los rodales son objeto de rigurosa selección por su desarrollo, sanidad, tamaño e inserción de ramas, rectitud de fuste y conicidad, eliminando en sucesivos raleos los individuos de menor calidad con el paso del tiempo la masa forestal mejora cada vez más”, remarcaba el ingeniero, en el último reportaje realizado por ArgentinaForestal.com en una visita en Santa Inés.

La cosecha de semilla era otro trabajo al que le dedicaba tiempo y supervisión. Las cosecha anual la realizaba para obtener las semillas de pinos, y la época de recolección era entre el mes de marzo y la primera quincena de abril.

 

 

Si bien en la actualidad hay muchos avances en la calidad genética obtenida de huertos y rodales semilleros de las distintas variedades de los pinos resinosos, Larguía marcó un camino en mejoramiento genético con la especialidad taeda Livingston. “Por experiencia e historia, ya que durante décadas he vivido estudiando el comportamiento y desarrollo de esta raza geográfica en los suelos de Misiones”, se jactó.

Todo comenzó en el año 1967, cuando trabajando como técnico del Programa de Mejoramiento Forestal del INTA Cerro Azul, el director en aquel entonces, el Dr. Wilfredo Barrett, le encomendó la plantación de sus ensayos de procedencias para estudiar la adaptación de las variaciones geográficas de los pinos taeda y elliottii a los distintos sitios de Misiones.

Después de 12 a 15 años, resultó de aquellos ensayos de procedencias del año 1967 que la procedencia de Livingston, del Estado de Louisiana, estaba al tope de las de Pinus taeda por su desempeño en Misiones.

Años más tarde, a través de un consorcio forestal, conformado por diez empresas (algunas de la cuales ya no existen como Perez Companc, Mate Larangeira, Safac, MBM, entre otras)-, Larguía recibió semillas de una colección de Pinus taeda Livingston introducida oficialmente de USA, y con este material implantó el rodal del año 1984.

“Mi vínculo con esta especie data desde el año 67, cuando empezamos con los ensayos de procedencias y como desde 1968 tuve viveros realizando forestaciones todos los años, atendiendo sus cuidados culturales, su manejo silvicultural, podas y raleos y por último su aprovechamiento y la comercialización final”, había expresado el ingeniero.

Esto hizo del vínculo con la producción forestal y al Pino taeda Livingston en particular, como la parte más significativa de su experiencia profesional.

 

 

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest 

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